Histórico

La historia que valida


Puentes de concreto armado hay muchos, sin duda alguna. Cada día la ingeniería mundial, y las diversas tecnologías nos sorprenden con obras espectaculares; sin embargo, debemos reconocer que atrás de la tecnología, está una vasta historia de logros y retos.


Desde que los antiguos romanos usaron en algunos puentes para conectar el enorme imperio, un producto que está considerado el antecedente más antiguo que tenemos del concreto, hasta los más audaces obras creadas por maestros como Santiago Calatrava, los puentes realizados con concreto armado son clara muestra no sólo de estética ingenieril, sino también de los avances tecnológicos en materia de concreto. Es por esto que queremos hacer un breve recuento de algunos de los puentes más notables de los inicios de esta era del concreto. Por ejemplo, el llamado Puente Alvord, ubicado en el estado de California, en los Estados Unidos de Norteamérica.



Un puente que hoy es ícono


El puente Alvord, diseñado y construido por Ernest Leslie Ransome –notable ingeniero y arquitecto inglés nacido en 1852– está localizado en el boscoso Parque Golden Gate de San Francisco, California, sirviendo de puerta de entrada al bello paraje. La ejemplar pieza de ingeniería está considerada el primer puente de concreto reforzado de Norteamérica. Fue terminado a fines del siglo XIX. Está compuesto por un solo arco con un ancho de veinte metros y una altura de poco más de seis metros. Al parecer, Ernest Ransome –considerado uno de los pioneros en el tema del concreto reforzado– utilizó su patente de acero retorcido en frío para hacer la obra, dispuesta tanto de manera longitudinal como curvas. Al interior del puente Alvord, destacan las “estalactitas” de concreto que le dan un aspecto cavernoso.


Curiosamente, este importante puente fue poco apreciado en su momento, lo que generó –cuentan los biógrafos– bastante frustración en su creador. Sin embargo, Ransome seguramente se enteró de cómo las obras en concreto del Parque Golden Gate donde él colaboró –que incluyen al citado puente–, resistirían un terremoto y un incendio en 1906. Como reconocimiento a este trabajo ejemplar, en el año de 1970 el notable puente Alvord fue considerado un hito de la ingeniería por la Sociedad Americana de Ingenieros Civiles, haciéndole, por fin, justicia a tan importante pieza hecha con concreto.


Un puente sobre el río Rhin


El ingeniero suizo Robert Maillart es uno de los grandes revolucionarios en la utilización del concreto armado, tanto para puentes como para obras arquitectónicas. En su vida profesional, estuvo cerca del maestro Hennebique lo que generó que se interesara por el concreto. Al reflexionar sobre la construcción de puentes hechos con concreto armado, observó que las distintas partes –el arco portante, la plataforma que sirve para sostener el piso de la carretera, y los órganos de conexión– se conciben por lo general como elementos separados y superpuestos, repitiendo por inercia un razonamiento que era empleado en la hechura de puentes de piedra. Sin embargo, dada que la característica principal del concreto armado es la continuidad entre sus elementos, se dio cuenta de que obtendría un ahorro si consideraba al arco, conexiones y piso como un sistema sólido único. Esta idea la plasmó en algunos puentes como uno de cajón sobre el río Inn (1901) y sobre todo, para la creación del puente Tavanasa, sobre el Rhin, de 1905. En este último, Maillart, en lugar de usar vigas macizas, desarrolló un arco de placas curvas de concreto, las cuales quedaron acopladas con otra sucesión de placas similares, localizadas en la plataforma. También de Maillart fueron los puentes sobre el río Salgina, de 1929; el localizado sobre el río Rossgraben, de 1931; el localizado sobre el río Thur, de 1933, el puente Salginatobel, así como el que pasa sobre el río Arve, cerca de Ginebra, de 1936. En el caso del Salginatobel, se trata de una construida en el valle alpino de Schiers, en Suiza, entre 1929 y 1930. Cabe decir que esta notable pieza de Maillart fue declarada en 1991 Monumento Histórico Internacional de la Ingeniería Civil.

El Salginatobel es un puente de arco que tiene 133 metros de longitud total por 3.5 metros de ancho. Está apoyado por pilares de concreto armado, localizados sobre los extremos. Fue inaugurado el 18 de agosto de 1930. En su historia tuvo una serie de problemas relacionados, por ejemplo, con la ausencia de una cubierta impermeabilizante, así como por fallas en materia de drenaje. De ahí que en la década de los setenta tuviera que ser reparado de manera sustancial. Finalmente, para los años noventa tuvo que ser cambiado el concreto de la obra. Tales problemáticas han hecho que la obra, lo mismo sea reconocida por algunos, que despreciada por otros. En este sentido, el especialista en estructuras Heinrich Figi escribió en el año 2000 de esta pieza que “desde el punto de vista conceptual, el Salginatobel es una excelente estructura” Cfr. “Rehabilitation of the Salginatobel Bridge”, en Structural Engineering International, febrero de 2000, no. 1, vol.10). El mismo Robert Maillart, en su momento, narra que no estuvo a gusto con algunas decisiones tomadas, expresando por ejemplo que el intradós debería de haber sido un objeto puntiagudo, en lugar de un arco de curva pura.

Una bella foto de un puente


En el historial de fotografías sobre puentes antiguos realizados en concreto armado se encuentra uno quizás no tan famoso como los realizados por Ramsome o Maillart. Se trata de una pieza ingenieril sobre el río Gumti –también llamado Gomati, tributario del Ganges–, en Lucknow, en la India, el cual estaba en construcción hacia 1913. La fotografía tomada el 29 de agosto de ese año da cuenta del proceso constructivo. En la foto podemos apreciar la evolución constructiva de la obra realizada, muy posiblemente, por ingenieros ingleses dado que para los años en que estaba siendo construido, como sabemos, ese país era una colonia inglesa.


La historia nos afirma


Sin duda alguna, hacer mención de algunos puentes de concreto armado, que encierran historias de éxitos, pero también de retos y quizás de algunos resultados no deseables, ayuda a tener una mejor comprensión de la ingeniería civil y, sobre todo, de nuestro material predilecto: el Concreto. Cada vez que transitamos por un puente, o nos maravillamos antes las proezas ingenieriles que se están haciendo en México y en el mundo, debemos de reconocer que la experiencia, la experimentación y sobre todo, una postura visionaria, es la que hará que los puentes que en los últimos años acaban de ser terminados, serán los que hablen de cómo el concreto era transformado en obras en los inicios del siglo XXI; de ahí que ver hacia atrás siempre resulta, curiosamente, “echar un vistazo” también al futuro.


 

Texto: Gabriela Celis Navarro

 

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