Quién y dónde

Un maestro colombiano

En la edición 2009 de los Premios Obras CEMEX, el ing. Luis Guillermo Aycardi fue motivo de un merecido homenaje.

Du relación con la ingeniería representa una línea de trabajo en la cual sus aportaciones continúan ya que siempre se ha mantenido en contacto con las nuevas generaciones a través de las aulas. Es un hombre que sabe que las cosas, realizadas en conjunto, llevan a grandes proezas. Esto es parte de la filosofía de vida del ingeniero Luis Guillermo Aycardi Barrero, quien en la edición 2009 del Premio Obras CEMEX fue merecidamente galardonado con el premio “Vida y Obra”.
Los inicios de un ingeniero
Nacido en Colombia, país desde el cual trabaja y accede a una entrevista con Construcción y Tecnología, el ingeniero Luis Guillermo Aycardi Barrero recuerda sus días de infancia tratando de buscar un punto que le permita descubrir por qué escogió la ingeniería civil como forma profesional de vida. No lo ubica. Sin embargo, le llegan claros recuerdos de sus días de escuela, así como de su especial facilidad para entender los estudios de matemáticas. “Casi no necesitaba estudiarlas y me era fácil asimilar los conocimientos sólo asistiendo a las clases; por lo mismo eran frecuentes mis reuniones con compañeros para explicar los temas antes de los exámenes. Lo que me disgustaba es que con frecuencia los profesores, presuntamente como premio, me eximían de presentarlos, algo con lo que nunca estuve de acuerdo”.
También menciona que en aquellos años se decía que quien era bueno para las matemáticas sería un buen ingeniero. Para él no fue algo así de sencillo. Su padre tuvo a bien explicarle qué era lo que hacía un ingeniero en el ámbito laboral. Fue entonces que halló la verdadera motivación para que llegado el día pudiera escoger esta carrera y emprender su camino profesional. Su capacidad de aprendizaje y su cualidad para transmitir esto que le era fácil comprender lo llevó a establecer contacto con sus compañeros como un profesor en formación; aprendió a analizar las características de sus maestros y a apreciar la diferencia entre los que solamente conocen la materia y los que, aunque saben menos, tienen la cualidad de presentar excelentemente los temas y despertar inquietudes en los estudiantes; él siempre prefirió a estos últimos. Fue esto mismo lo que le permitió darse cuenta de cuánto se aprende de los estudiantes; reconoció en ellos esta capacidad, por tanto, la docencia le pareció un campo mucho más valioso para desarrollarse e incrementar un legado en el conocimiento de las nuevas generaciones.
Su primera encomienda profesional y responsabilidad de este nivel la tuvo en el último año de su carrera. Nos lo describe así: “Cuando cursaba mi último año de carrera, me presenté a un concurso para dictar la cátedra de “Trigonometría esférica y Cosmografía” y lo gané. Era una materia apasionante que se estudiaba unida a la Astronomía en los cursos de ingeniería. Estaba orientada a determinar la latitud y longitud de un lugar con base en observaciones del sol o a las estrellas. Fue maravilloso comenzar así mi carrera docente a pesar de no haber recibido aún el título profesional. Cosa que pocos pueden decir”. Ya iniciada su labor de forma oficial como catedrático y al mismo tiempo siendo también estudiante, tuvo la oportunidad de conocer a un ingeniero dedicado al diseño estructural. Comenzó una relación laboral en la que le encomendaron algunos proyectos sencillos que se fueron complicando poco a poco.

Lo más interesante de esto es que aquel ingeniero lo obligaba a visitar la obra cuando estaba en ejecución, ahí se daría cuenta nuestro entrevistado del valor de conocer lo construido contra lo diseñado: un panorama distinto, en el cual aparecen aspectos y hasta errores que no se apreciaban en los planos. Así comenzó su historia.
Su contexto era clave para seguirse superando. Al hacer memoria nos habla del ambiente que lo rodeaba en su ciudad y nos describe las principales cualidades de su generación de amigos: “Existía una gran dedicación al estudio, al deporte, al cine; la televisión, aunque era limitada, contenía muchos programas instructivos; no se conocía droga alguna; las diversiones eran todas sanas y existía la seguridad urbana absoluta; no había atracos ni violencia a ninguna hora. Si había huelgas estudiantiles, éstas eran pacíficas y siempre en busca de mejorar las condiciones o el ambiente estudiantil”.
Y es justo por el valor que le da a esa atmósfera con la cual desarrolló su potencial que considera que su mayor obra –la más importante– es la docencia. “Siento que experimento una satisfacción enorme al transmitir los conocimientos que adquiero en cada oportunidad; al comunicar los errores que he cometido para que no sean cometidos por otros. Además, considero que se aprecia mi actitud profesional porque ha estado basada siempre en el respeto profesional a todos mis colegas”. Con ese rigor ético que lo caracteriza en este año cumplió cinco décadas como catedrático.
Regreso al origen
Como un verdadero ejemplo a seguir en el rubro de la ingeniería estructural, Aycardi nos comparte que todavía recuerda el gran impacto que le produjeron las primeras clases de Análisis estructural y de Diseño de estructuras. “Qué maravilloso descubrir que con unas operaciones matemáticas se pueda decir cómo deben construirse las estructuras, yo quiero hacer, eso me dije”. Al final hizo mucho más motivado siempre por su compromiso personal de dar lo mejor de sí. Realizó estudios de posgrado en ingeniería en la Universidad de Columbia, en Nueva York, y de análisis estructural y diseño de estructuras metálicas en la Universidad Lehigh, en Pensilvania (Estados Unidos).
A su regreso a su país tuvo la oportunidad de ser socio de una compañía que hacía en Colombia los primeros cálculos estructurales con el uso de la computadora. En aquella época –señala– dejó de hacer diseños y comenzó a compartir con los demás ingenieros estructurales del país estas nuevas herramientas. Con ello su acercamiento a todos los profesionales locales y de países vecinos se incrementó y comenzó una relación profesional con colegas de Venezuela, Perú y Ecuador. Ahora reconoce que existen grandes avances en los materiales, pero mucho más en los procesos de diseño estructural debido los avances tecnológicos que se han logrado gracias a la utilización de la computadora. Sin embargo, señala que desafortunadamente esto no ha ido acompañado de un cambio semejante en la docencia y además remarca que los profesionales del ramo se están dejando llevar muchas veces solamente por resultados numéricos los cuales no juzgan con un verdadero criterio de ingeniería. Por ello agrega que “debemos empeñarnos en que el cambio sea verdaderamente ventajoso profesionalmente”.

Hablando de estos cambios le hemos preguntado si esto se observa en el rubro del concreto en Colombia. Afirma que en su país se cuenta ya con concretos de muy altas resistencias inclusive a corto tiempo; otros de baja retracción; otros impermeables, con facilidad de proporcionarles colores que arquitectónicamente se están demandando, concretos en fin con gran variedad de características. Adicionalmente a ello, ha habido progreso en el uso de refuerzo con fibras de diversos tipos con lo cual se logran estructuras con menores tendencias o posibilidades de fisuración. Pero lo que se percibe en Colombia en el ámbito de la construcción es que el concreto normal tiene alta contracción de fraguado y tiene por ello, una gran tendencia a una pronta fisuración; esto está causando serios problemas en las obras que afortunadamente comienzan ya a ser atendidas en base al progreso tecnológico, indica Aycardi Barrero.
No duda en declarar que las ventajas que se tienen actualmente son simplemente inmensas “gracias a que ha desaparecido el mito de que los edificios altos debían tener estructura de acero. Debemos considerar el dato de que en este momento dos de los cinco edificios más altos del mundo tienen estructura de concreto”. Por otra parte agradece que haya un avance significativo en la cultura y tecnología del concreto ya que reconoce que en los últimos años ha habido una gran actividad de la construcción en Colombia en cuanto a obras urbanas, edificios de vivienda de gran altura y grandes centros comerciales tanto en las principales ciudades del país como en muchas ciudades secundarias.
Reconocimiento múltiple
Con esa gran capacidad de observar que el bien común no se da por beneficios aislados, el ing. Aycardi nos indica que a pesar de tener proyectos que le han significado mucho en términos profesionales o personales las obras que más intensidad y frecuencia tienen en su memoria “no son necesariamente las más grandes; son aquellas en las cuales se ha reconocido por parte del arquitecto el aporte del planteamiento estructural al éxito del proyecto; aquellas en las cuales se ha logrado gran interacción e integración entre ingeniero y arquitecto.
Es el arquitecto el líder del proyecto; es quien determina lo que debe hacerse; pero el ideal se alcanza cuando el ingeniero hace aportaciones, aún de pequeños cambios, que indican cómo lograr esto de la manera más eficiente y económica y esto es escuchado o apreciado arquitectónicamente”.
En suma, la gran satisfacción se logra cuando se ha pertenecido a un verdadero equipo de trabajo. Sobre el IMCYC, el ing Aycardi le declara una admiración constante y le brinda un reconocimiento por ser un instituto ejemplar para los organismos de su país porque como él mismo lo dice “se le nombra con respeto”.
No niega la posibilidad de trabajar en México y acepta que es una distinción y maravillosa oportunidad que le gustaría tener porque se encuentran aquí grandes talentos con los cuales enriqueció en su momento una grata relación como Luis Esteva, Óscar de Buen, Miguel Ángel Macías Rendón, Enrique Martínez, Roberto Stark; entre otros a los que les extiende su reconocimiento porque “no olvido las valiosas lecciones de todo orden que de ellos recibí en algún momento y que han sido importantísimas para mi profesión”.

 

Gregorio B. Mendoza
Fotos: Cortesía de Proyectistas Civiles Asociados (PCA)

 

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