La aguja de concreto

Gabriela Celis Navarro

En el antiguo Egipto, era costumbre colocar obeliscos hechos en piedra en la entrada de los templos. La simbología -compleja y por momentos abstracta- de esta pieza escultórica ha hecho que, a lo largo del tiempo, se continúen creando obeliscos en diversas partes del mundo. Con la llegada y fortalecimiento de la industria del cemnto y el concreto, este material sirvió para seguir levantando este tipo de monumentos de los cuales, uno de los más famosos es, sin lugar a dudas, el ubicado en la plaza de la República, en Buenos Aires, Argentina.

La pieza en custión tiene casi 70 metros de altura (lo que equivale, más o menos, a un edificio de 30 pisos). Su base tiene poco menos de 7 metros por 7, y su revestimiento original es de piedra blanca de olaen -eliminada en los años cuarenta y sustituida por el cemento pulido- extraída de la sierra de Córdoba. Su estructura es de concreto armado y está hueca. Al interior, una escalera de hierro conduce a las cuatro ventanas de la parte superior.
Este importante ícono urbano de la ciudad argentina fue comenzado a construir en marzo de 1936, terminándose en menos de dos meses. Fue diseñado por el arquitecto Alberto Presbisch.
Por su parte, fue levantado por secciones de dos metros con el fin de facilitar el vaciado del concreto. Cabe decir que en su creación se usaron 680 m3 de cemento.

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