El futuro nos alcanzó
Juan Fernando González G..

Durante el Segundo Seminario de Vivienda Sustentable-
Cambio Climático y Desarrollo Habitacional
—en el marco de WORLD OF CONCRETE
México 2007— se llevó a cabo un encuentro entre
especialistas y audiencia que se dieron a la tarea
de escudriñar puntos relativos al desarrollo de
la vivienda y a la forma en que debe cuidarse el
medio ambiente.

En su oportunidad, el prestigiado ecologista Fernando Tudela —doctor en arquitectura por la Universidad de Sevilla y subsecretario de Planeación y Política Ambiental de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT)— expuso su preocupación por la situación que golpea a la casa de millones de personas.

    

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Debo confesar, dijo Tudela, “que el único consuelo que me queda ante la terrible realidad que vivimos es que la preocupación ha llegado a la mayor parte de la sociedad, y aunque esto ha sido a marchas forzadas es reconfortante ver que hoy está en lo más encumbrado de las agendas de prioridades a nivel de jefes de Estado.

No hemos visto, sin embargo, un tipo de acción a nivel mundial que se encuentre a la escala de lo que se requiere”. El problema se resume de manera sencilla, dice el también catedrático del Colegio de México, “en las concentraciones de CO2 que aumentan anualmente. Lo que preocupa es la tendencia inexorable que existe, la cual se encuentra a un nivel de dos partes por millón anuales, entendiendo que cada parte por millón significa 2.1 gigatoneladas (millones de toneladas) de carbono que permanecerán en la atmósfera al menos durante un siglo”. Para Tudela, los cambios generados en el mundo no tienen vuelta atrás, sobre todo porque la expectativa señala que aunque se hiciera un esfuerzo gigantesco la temperatura del planeta se incrementará en dos grados durante los próximos dos años.
Es un mundo nuevo, dice: “El ser humano, la civilización y los procesos productivos jamás han vivido en un planeta con estas características. ¿Cómo nos va a ir? No sabemos, pero estamos absolutamente inquietos porque es como vivir en otro planeta. Hablo de las emisiones de carbono sólo por la quema de combustibles fósiles, por lo que si llegáramos a lo que dicen algunas proyecciones —a la barbaridad de 650 partes por millón— sería una catástrofe, toda vez que sabemos que 500 partes por millón pueden ser detonadores, por ejemplo, de que el hielo de Groenlandia desaparezca y la elevación del nivel del mar alcance los seis metros”.
La visión de Tudela coincide con la de muchos expertos que trabajan al interior de la ONU, quienes vaticinan un oscuro futuro: un calentamiento acelerado, letales olas de calor cada vez más frecuentes, mayor número de huracanes, lluvias e inundaciones. Cierto, un grupo de estudiosos describe que es posible que el nivel del mar aumente más de medio metro en 2100; mientras que, los más pesimistas, aseveran que el incremento será mucho mayor. El panorama, de cumplirse, haría que miles de personas migraran hacia regiones más seguras y productivas, generando lo que ya empieza a conocerse como “refugiados ambientalistas”.

Edificación sustentable e industria cementera
El subsecretario captó la atención de los asistentes a la conferencia magistral organizada por la Comisión Nacional de la Vivienda (CONAVI), cuando habló de la importancia de adoptar procesos industriales que generen energía sin perjudicar el entorno.
El funcionario exhortó a los desarrolladores de vivienda a creer en los proyectos sustentables, los cuales no deben ser vistos, dijo, como construcciones incosteables o poco atractivas. “Invito a reflexionar en el hecho de que el proceso de la construcción modifica necesariamente el entorno y causa un impacto climático, por lo que debemos tomar las medidas necesarias para evitar dañar al ecosistema.
“Nuestra preocupación debe ser mundial porque China, por ejemplo, inaugura una planta de producción de energía eléctrica a partir del carbón cada semana, con las consecuencias que ya se saben.
Somos sofisticados para muchas cosas, pero para otras somos bastante priitivos al no saber que nos estamos jugando el planeta”, enfatizó el especialista.
Para hablar de una edificación sustentable, abundó Tudela, “debemos hablar de un diseño ecoeficiente, con materiales de bajo impacto. El tema de la salud es importante también, si se toma no sólo como un concepto médico sino como uno que puede refundar la relación entre diseño y entorno.
Lamentablemente este pensamiento no es común en las facultades de ingeniería y arquitectura, o en los posgrados de urbanismo, y eso no sólo ocurre en México sino en muchas partes del mundo. En algunos lugares, incluso, estos temas resultan a veces hasta escandalosos”. No hay que dejar de lado la calidad de los materiales que se utilizan en la industria de la construcción, estableció el investigador al momento de señalar que “la industria del cemento, hay que reconocerlo, es el sector más consciente del problema. Ya quisiéramos en México que todos los sectores productivos tuvieran tan claro el tema y el problema como lo tiene el sector cementero.

Es decir, no se trata de que no se use cemento, sino de usarlo con mayor racionalidad, y con esquemas cada vez más eficientes”, concluyó.

Bonos de carbono,
bonos que valen oro

La emisión de gases efecto invernadero (GEI) por la quema masiva de combustibles fósiles ha provocado un aumento de la temperatura global en el planeta, del orden de 0,5°C en el último siglo. Los científicos de todo el mundo dieron la voz de alarma hasta encontrar eco en la ONU, organismo que llamó a firmar en 1992 la Convención por el Cambio Climático. Posteriormente, en 1997, se firmó el protocolo de Kyoto, instrumento que compromete a los países desarrollados a reducir sus emisiones de GEI, un 5% por debajo de lo que emitían en 1990 entre el año 2008 y 2012. De esta manera, Japón debe reducir este volumen en 6%, mientras que la Unión Europea lo debe hacer en 8%. China y Estados Unidos —países que en conjunto son responsables del 35 por ciento de las emisiones de gases contaminantes a la atmósfera— se han retirado del Protocolo aunque se espera que en los próximos meses rectifiquen su postura.
El Protocolo establece ciertos instrumentos flexibles que permiten a los países reducir sus emisiones fuera de su territorio. Para ello se estableció el Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL) por el cual los países desarrollados pueden reducir sus emisiones a través de la realización de proyectos en países en vía de desarrollo.
El MDL funciona básicamente del siguiente modo: Un proyecto, con reducción de emisiones de GEI asociadas, debe calcular su línea base, que consiste en estimar la reducción de emisiones que la habilitación del proyecto produce. La estimación la realiza una entidad operacional independiente, acreditada ante la Junta Ejecutiva del Protocolo. Con ello, el proyecto puede vender dichas emisiones a un comprador.

En general, los compradores son empresas privadas de países desarrollados, aunque también algunos países han establecido directamente poderes de compra. En este momento se establece una negociación entre compradores y vendedores donde se discute la magnitud de las emisiones reducidas, los plazos de reducción, los precios, el calendario de pago y las sanciones por incumplimiento entre otros. Una vez llevado a cabo el proyecto, una segunda entidad operacional independiente, verifica y cuantifica la reducción de emisiones efectiva.
Actualmente, el Prototype Carbon Fund (PCF) del Banco Mundial —financiado por 6 países y 17 empresas, principalmente de Europa y Japón— está financiando una cartera de 26 proyectos en 20 países por más de 100 millones de dólares.
Esta iniciativa del Banco Mundial pretende echar a andar el tema de las transacciones, esperando crear condiciones para un mercado maduro. Aparte, ya se están realizando transacciones directamente entre compradores privados y vendedores. Los precios actuales fluctúan entre 2 y 5 dólares la tonelada.

Perspectiva mexicana
Este mecanismo de resolución de problemas ambientales es maravilloso, y se trata de una arquitectura institucional asombrosa, inédita y sin precedente en el mundo. Así lo estableció el doctor Gabriel Quadri de la Torre —También presente en el seminario de la CONAVI— ecologista de vasta experiencia que habló de los bonos citados: “El Protocolo de Kyoto ofrece muchos beneficios, unos más tangibles que otros, unos más cuantificables, otros menos.
“El que más se ha divulgado es el asociado al mecanismo de Desarrollo Limpio, que se refiere a la capacidad de México para ser realmente competitivo en esta materia, para atraer inversiones de países desarrollados para proyectos tendientes a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, lo cual implica energía renovable, eficiencia energética, cambios en los combustibles, en fin, una serie de acciones que además de atraer inversión extranjera directa, pueden significar un derrame económico importante en términos de divisas y de ingresos para ciertos sectores, así como la generación significativa de empleos.
“Pero este proceso de inversión extranjera directa asociado al mecanismo de Desarrollo Limpio, es un canal muy relevante de nuevas tecnologías y finalmente de sustentabilidad.
Por eso, creo que es algo que debe ser bienvenido y promovido intensamente por parte de las autoridades”, enfatizó. Los bonos de carbón responden a una lógica muy sencilla, aunque su funcionamiento tiene enormes costos de transacción y dificultades realmente formidables en muchos sentidos, estableció Quadri de la Torre, quien se dio tiempo de explicar a detalle algunos de los puntos finos de este mercado emergente. Básicamente, dijo el socio de la empresa Ecosecurities, “consiste en lo siguiente: los países desarrollados, tienen la obligación de reducir sus emisiones, por lo que fijan a cada una de las empresas designadas un tope máximo de emisiones entre los años 2008 y 2012”.

“Si estas empresas, que son básicamente siderúrgicas, generadoras de electricidad, papeleras, industrias cementeras, es decir, industrias intensivas en el uso de combustibles fósiles, no pueden cumplir con ese tope máximo (lo cual es muy probable), tienen que buscar proyectos en países en vías de desarrollo o comprar certificados de reducción de emisiones provenientes de proyectos de países en vías de desarrollo para poder acreditar su cumplimiento. En estos países hay un precepto jurídico que las obliga a cumplir con ese mandato, porque de lo contrario habrá multas espectaculares para los que no lo hagan. Entonces,
todos los incentivos están orientados a que esas empresas busquen proyectos, ya sea en forma directa en países en vías de desarrollo o comprar estos famosos bonos de carbono en el mercado secundario en el momento que lo necesiten.

Este mercado se convertirá en un negocio de títulos con todas las características propias de un mercado de valores con coberturas a futuros, con contratos a largo plazo y una serie de instrumentos complementarios que harán que sea bastante sofisticado”, concluyó.