Pedro Castro Borges, el patólogo de la construcción

Retrato: Adán Gutiérrez
Juan Fernando González G.

Pionero en las investigaciones relativas
a la corrosión en estructuras de concreto, y ganador de varios premios nacionales e internacionales por la difusión de este tipo de temas en los ámbitos académicos, gremiales y gubernamentales, el doctor en ingeniería
Pedro Castro Borges es, a sus 44 años de vida, toda una autoridad en lo concerniente a la durabilidad y los sistemas de reparación para concreto armado.

El doctor Castro Borges, investigador titular del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional, Unidad Mérida, en Yucatán, charló en exclusiva para Construcción y Tecnología a su llegada a la Ciudad de México, minutos antes de recibir de manos de Marcelo Ebrard, Jefe de Gobierno de la capital mexicana, uno de los ocho premios “Ciudad Capital Heberto Castillo Martínez”, galardón instituido a partir del año 2007 como un reconocimiento a la trayectoria de personalidades destacadas en los ámbitos científicos y tecnológicos.

    

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Afable y dispuesto a conversar, Castro Borges relata que el temade la durabilidad en estructuras de concreto es relevante, pero lamenta ser uno de los pocos especialistas ocupados en el asunto.
“Los problemas patológicos de las estructuras son grandes y sin embargo no existen los mecanismos a través de los cuales la comunidad de ingenieros y arquitectos los puedan conocer y prepararse, como ocurre en otros países, para enfrentar esta responsabilidad”, señala.
Estos tópicos se conocen poco y para ello existen varias razones, dice el ingeniero civil egresado de la Universidad Autónoma de Yucatán. “Nosotros, a nivel de toda la República Mexicana, no tenemos una currícula ni en las carreras, ni en los posgrados, ni al nivel de la educación continua que tenga que ver con la prevención de los problemas patológicos de las estructuras, establece”.
Las instituciones que tienen en su plantilla a investigadores en la materia son afortunadas, pues este tipo de especialistas tienen que formarse fuera del país, abunda Castro Borges, “quienes regresan con la intención de generar planes de estudio y posgrados, así como programas de educación continua para que la gente y las instituciones se acrediten y certifiquen en esta área y dentro de poco existan inspectores de problemas patológicos”, asevera.

Problemas urbanos y costeros
De acuerdo con Castro Borges, los problemas patológicos en relación con el concreto deben dividirse en dos grandes rubros:por una parte, los que acontecen en las grandes ciudades y, por el otro, los que surgen en las zonas costeras, problema muy extenso en el caso de México si consideramos que nuestra geografía
incluye más de 11 mil kilómetros de litorales. En la primera categoría “podría pensarse principalmente en un problema de carbonatación de concreto, pero si nos referimos a la zona costera entonces hablaríamos de los cloruros, es decir, la sal del mar. Sin embargo, no son los únicos dilemas patológicos relacionados con la durabilidad”. En realidad, enfatiza “hay muchas situaciones que podrían evitarse si cada uno de los proyectos se concibiera con los estándares adecuados de rigidez, seguridad y resistencia. No obstante, muchas veces se generan problemas patológicos, ‘sin que se desee, claro está’, porque al momento de calcular estructuralmente una construcción se omite observar si el ambiente en el que se ubicará es agresivo, como acontece en la Ciudad de México, en la que es habitual la lluvia ácida o una gran cantidad de dióxido de carbono (CO2), lo que ocasionará de forma temprana una degradación de la obra”, dice el entrevistado.
“El CO2 puede llegar al acero de refuerzo y carbonatar el concreto, lo que promueve que una estructura preparada originalmente para soportar ciertas cargas en realidad no lo pueda hacer, y a partir de ello empecemos a ver en muchas estructuras agrietamientos y desprendimientos que van a mermar su capacidad”, resalta.

-Y en ese caso, ¿el antídoto está en el mismo concreto o en el sistema que se sigue para colar la estructura? “Esa es una pregunta muy interesante, porque hay que recordar que lo que pasa en esta parte de la ingeniería se puede comparar con los problemas patológicos del ser humano. Si un niño presenta dolor de cabeza seguramente le costará mucho trabajo identificar la causa del malestar; en cambio, un adulto será capaz de identificar el origen de la dolencia sobre todo si sabe, por ejemplo, que bebió en exceso el día anterior. Si nos referimos a un anciano, el mismo dolor podrá ser provocado por efecto de la edad, una alergia, o porque tiene problemas de insuficiencia cardiaca”, expone el experto.

El ejemplo sirve, abunda Castro Borges, para decir que, “en función de la edad, podemos tomar el mismo
medicamento pero en diferente dosis y en distinta presentación. Lo mismo ocurre con las estructuras, depende en qué etapa de su vida se encuentre para dar un remedio. Si aparece una grieta el día que se pone en servicio la estructura, el día que se cuela, puede deberse a una contracción al secado; pudo ser que se encuentre en un ambiente inocuo y simplemente baste con rellenar la grieta, pero la misma grieta se puede presentar después de un sismo cuando la estructura ya esté en servicio, o producirse cuando el ambiente actuó, corroyó el acero y éste explotó.

  Vida y obra

• El doctor Pedro Castro Borges trabaja en la Unidad Mérida de CINVESTAV desde 1986, período en el cual ha desempeñado actividades desde Auxiliar de Investigador hasta Investigador Titular 3-C, nombramiento que tiene en la actualidad.
• Está adscrito al Departamento de Física Aplicada y su línea de investigación está relacionada con los aspectos básicos y aplicados de la durabilidad y deterioro de estructuras de concreto por efecto del medio ambiente.
• Fue distinguido en noviembre del año 2007 con el Premio
Ciudad Capital Heberto Castillo Martínez, otorgado a científicos latinoamericanos, por su notable contribución a acrecentar el conocimiento en el área de durabilidad y deterioro de la infraestructura y a utilizarlo a favor del la sociedad.
• Es autor o coautor en más de 200 trabajos distribuidos en congresos nacionales e internacionales, revistas internacionales de alto impacto, capítulos de libros, artículos de revisión y de difusión.
• Ha impartido más de 50 conferencias como profesor invitado en diversas instituciones y eventos nacionales y extranjeros. Es miembro honorario de dos Instituciones: La Asociación de Profesionales de la Universidad Católica de Asunción, Paraguay, y del Colegio de Ingenieros Civiles de Yucatán (delegación Progreso).
• Es miembro de Asociación Internacional de Ingenieros en Corrosión (NACE International), La Asociación Americana de Pruebas a los Materiales (ASTM Internacional), El Instituto Americano del Concreto (ACI Internacional), La Asociación Latinoamericana de Control de Calidad, Patología y Recuperación de las Construcciones (ALCONPAT Internacional), La Sociedad de Electroquímica (ECS), y la Sociedad Mexicana de Electroquímica (SMEQ).
• Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores desde 1991 y de la Academia Mexicana de Ciencias a partir de 1999.
• Ha sido presidente de NACE-México, 1999-2001 (National Association of Corrosion Engineers) y de ALCONPAT, 2001-2003 (Asociación Latinoamericana para el Control de Calidad, Patología y Recuperación de las Construcciones).


La sintomatología es diferente y está es la que nos dice a nosotros qué tenemos que hacer por la estructura. Lamentablemente los que atienden este tipo de sucesos, reflexiona el investigador, no tienen la formación necesaria y no saben si el ‘medicamento’ funcionará bien o mal. Es decir, no hay especialistas, sino médicos generales que no comprenden a cabalidad la enfermedad. Esta es una de las razones por las que estoy proponiendo un modelo y la formación de especialistas”.

Hacia una cultura de la prevención
“Es un hecho, necesitamos peritos en este rubro, como lo hacen en muchos países del mundo. En España, por ejempo, cada tres años se ofrece una maestría que dura tres meses, un curso intensivo que aunque no es estrictamente dedicado a los problemas patológicos sí trata muchos de esos temas en particular. “En México tenemos muchos posgrados, el de química, el de ingeniería civil, el de ingeniería forense, el de química por sí mismo, que ofrecen algunas pequeñas opciones al respecto, pero no completas”. Dicha información, dice, “sirve tan sólo para dar una solución inmediata, pero hay que entender
que se carece de la formación completa que requiere un patólogo de la construcción para resolver integralmente el problema”.
Ante la carencia de expertos en estas lides surge una reflexión: ¿Cuántas construcciones a lo largo del territorio mexicano se encuentran en riesgo de colapsarse? Sobre esto, el ingeniero Castro Borges explica que “todos caemos en la tentación de decir cifras al respecto, pero esto podría causar alarma injustificada. Se lo voy a comentar de la siguiente manera, sin irme por la tangente, pero sí por la secante: En el país contamos con más de 11 mil puentes, pero sabemos poco sobre el daño en este tipo de estructuras, no porque haya una política que restrinja la información, sino porque nuestros medios de comunicación no son tan sofisticados.

El que no nos enteremos no quiere decir que no ocurra, y lo mismo pasa en las demás partes del mundo. ¿Cuánta infraestructura está sufriendo? Casi toda la estructura de las costas mexicanas, y para ello basta con observar las fotografías justo después de cada huracán. Lo vimos con el huracán Vilma, en Cancún, con Isidoro, en Yucatán, y con Katrina, en New Orleans, y es en esos momentos que nos preguntamos cómo un huracán de 300 kilómetros de fuerza puede romper un edificio de esos. En realidad, los edificios están bien calculados, pero el problema es que las construcciones tienen problemas por efecto del ambiente y el paso de los años, los que seguramente ocasionan grietas y desprendimientos”, señala.
El ingeniero Castro Borges explica que en la ingeniería existen tres etapas: la inspección, “que lamentablemente ocurre cuando la edificación está en una situación insalvable. Sí, porque cuando nos llaman hay evidencias de daños, grietas y desprendimientos que nos cuesta mucho reparar; también está la rehabilitación, pero la más importante de todas no la tomamos en cuenta porque las otras dos nos absorben. Hablo de la prevención del problema patológico, que debe empezar desde que se pone en servicio la estructura.

Eso nos va a permitir detectar o predecir cuándo puede haber un posible daño y tomar las medidas adecuadas para qué no pase”.

¿Por qué no se hace?
“Porque no hay los medios, los mecanismos, el conocimiento ni la cultura alrededor de esto. No entendemos todavía que lo correctivo es lo más caro, y que lo preventivo es lo más barato. Los reglamentos
deberían contener cláusulas que obliguen al constructor a que tenga un seguimiento de la vida de servicio de una edificación, como ocurre con los concesionarios automotrices, quienes están obligados a garantizar el rendimiento de tu auto. Lo ideal es crear una normatividad que proteja a los usuarios y a los constructores, es decir, darles los medios para que ambos lleguen a un acuerdo. Hay normas en Argentina, en España y en países europeos donde todo esto ya está incorporado, pero afortunadamente nosotros ya estamos caminando en ese sentido.

Manos a la obra
Incansable promotor de la difusión del conocimiento en el área de la ingeniería, Castro Borges ha obtenido el financiamiento del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) para trabajar durante tres años en la normatividad nacional e internacional de durabilidad de estructuras de concreto, así como en la implementación de planes de posgrado enfocados a los problemas patológicos de la construcción.
El ex presidente de NACE México (Asociación Internacional de Ingenieros en Corrosión), habla al respecto y explica que “hay un grupo de personas con ganas de trabajar y dar resultados porque están conscientes de los problemas que tenemos. El proyecto involucra a empresas, a universidades y al mismo IMCYC; sólo faltaba que este esfuerzo común fuera amparado por un ente con la suficiente calidad moral, en este caso el CONACYT, que avala con su apoyo esta necesidad que está planteando el gremio de la construcción.
Lo que vamos a hacer en tres años es obtener el marco rector, conformar las primeras normas y trazar un camino con gente que va a trabajar ya en comisiones y en forma permanente. Se trabajará a la manera de cómo lo hacen, por citar un caso, las incubadoras de empresas, a las que se les da lo mínimo para poder empezar y luego deben demostrar que son autosuficientes. Algunos podrían pensar que tres años es mucho tiempo para obtener resultados, pero no es así, al contrario, es muy poco tiempo porque, por ejemplo, para que se pusiera en funcionamiento la norma NMX403 debieron transcurrir varios años”, concluye.