Concretando un
siglo de vida
Gregorio B. Mendoza
(Con información de la Fundación Óscar Niemeyer)

El 15 de diciembre próximo el arquitecto brasileño de mayor influencia contemporánea, Óscar Niemeyer, celebrará —si se lo permite la vida misma— un siglo de estar en este mundo.

Los festejos ya comienzan a organizarse y los medios especializados retoman con fuerza los fundamentos de su trabajo para revalorarlos y exponerlos ante las nuevas generaciones de jóvenes que aspiran a desarrollar una arquitectura de carácter escultórico.

Las intervenciones de este personaje han abarcado el ámbito arquitectónico y urbanístico, aunque claramente su reconocimiento internacional se multiplicó a partir de la creación de la ciudad de Brasilia —realizada en coautoría con su amigo Lucio Costa— a fines de 1950, generando de esta forma una importante pauta dada la concepción plástica de proyectos contemporáneos como la Plaza de los Tres Poderes, la sede de la Secretaría General de las Naciones Unidas en Nueva York o el recién terminado teatro popular de Niteroi, entre otras obras valiosas en países como Francia y Argelia.


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Su trayectoria personal ha soslayado seguir caminos rectos y fáciles. Él mismo lo expresa al referir su modo de vida: “creo en una vida llena de curvas, llena de sensualidad y de riesgos; me exijo vivir a pleno; ser modesto y siempre pensar en los que sufren”. Esto último lo ha llevado a asumir una postura socio-política no menos importante; actualmente Niemeyer apoya a la izquierdista agrupación campesina Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST), a la que describe como “el único movimiento importante en Brasil” y, sentencia que para él “la vida es más importante que la creación de arquitectura, puesto que la arquitectura no mejora la vida de los pobres”.
Hoy, este maestro del concreto —quien fuera galardonado con el Premio Pritzker en 1988— sigue pregonando el amor que siente por este material el cual —en su opinión— le brinda la oportunidad de ser absolutamente libre con su creatividad. “El contenido plástico del concreto armado es tan fantástico que en él se encuentra el camino a seguir de mis obras, siempre buscaré sorprender con nuevas creaciones que generen formas diferentes: no es ninguna coincidencia que las curvas de concreto que persiguen mis obras asemejen formas femeninas y sorprendan. La sorpresa es la clave de todo arte”.