La espiral ascendente
se renueva
Por Gregorio B. Mendoza

 

A la pregunta que innumerables veces recibió Frank Lloyd Wright de por qué había dispuesto de rampas en vez de las plantas convencionales al concebir el histórico Salomón R. Guggenheim Museum, el controvertido arquitecto respondió que para el visitante resultaría más agradable el subir por un ascensor al nivel más alto y a partir de ahí ir descendiendo poco a poco —conservando siempre la opción de subir o bajar por el ascensor desde todos los niveles de la rampa—, teniendo como centro de gravedad el patio abierto que se dispuso al interior.

    

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La idea de funcionamiento era lógica y sus características eran altamente estilizadas. Afirmando su papel como visionario Wright, alegó a Salomón Guggenheim que uno de los mayores conflictos que tenían los museos tradicionales es que la mayoría de ellos —y en especial sus galerías— debían de ser cruzados por los usuarios simplemente para llegar a la salida al finalizar su recorrido. Con notable argumento el promotor quedó entusiasmado con la característica espiral ascendente y apoyó el proyecto hasta 1949, cuando aconteció el deceso del multimillonario. Su construcción inició entre 1943 y 1956, sufriendo un sinfín de retrasos debido a que el terreno original y las normas de construcción de la época estaban en constante cambio; aunado a esto los costos de los materiales se incrementaban continuamente al igual que las modificaciones al proyecto original.

En abril de 1959 la construcción estaba casi terminada mientras que la vida de su creador estaba concluyendo. Seis meses más tarde, el 21 de octubre el museo abriría sus puertas al público, esto marcaría la pauta para innumerables edificaciones que comenzaron a emular la pureza y majestuosidad con que este digno recinto de concreto fue concebido.
Sin embargo, siendo éste quizá el más importante edificio de los casi 800 que el arquitecto construyera, su historia no ha sido perfecta, hoy se encuentra en medio de una exhaustiva restauración la emblemática fachada exterior del recinto: las grietas superficiales han sido una constante desde el año de su apertura. En 2005, unas 12 capas de pintura aplicadas en los últimos 46 años fueron quitadas para llegar a la estructura de concreto original y poder iniciar un análisis minucioso de esta superficie del museo.

La supervisión detallada del movimiento y avance de grietas seleccionadas a lo largo de un año entero, diversos análisis con láser y otros estudios están siendo utilizados por el equipo de restauración para formular una metodología adecuada para reparar daños y asegurar el buen estado de la edificación. Se espera que la restauración y la aplicación de pintura sean terminadas antes de culminar el presente año y se pueda festejar con renovado orgullo el 50 aniversario del edificio.