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Hacia una construcción sustentable


La industria cementera de México se ha caracterizado por ser competitiva ya que cumple permanentemente con los estándares de calidad más altos del mundo, lo cual incluye innumerables acciones en pro de la protección del medio ambiente.



n el rubro de la sustentabilidad, la industria cementera de nuestro país ha invertido una gran cantidad de recursos, más de 300 millones de dólares en la última década, que han servido para disminuir notablemente la cantidad de emisiones contaminantes (CO2, principalmente) a la atmósfera, mediante la instauración de programas de reciclamiento, coprocesamiento de aproximadamente 7.5 millones de llantas de desecho y la adición de residuos industriales en el proceso de elaboración del cemento.


La estrategia sustentable de las cementeras mexicanas va más allá, ya que existen acciones especificas para la regeneración y reforestación de las canteras; el correcto uso del agua y la energía eléctrica; la creación de viveros y, en general, un respeto irrestricto por la flora y la fauna de las regiones donde se localizan las plantas productoras de cemento.


Obras son amores


¿Qué tanto sabemos acerca de este tema y qué acciones se han puesto en marcha durante los últimos años? Nadie mejor para hacer el recuento de los hechos que el ingeniero Daniel Dámazo Juárez, director general del Instituto Nacional del Cemento y el Concreto, AC (IMCYC), quien nos orienta acerca del tema. Sin duda alguna, no podemos dejar de percibir que la sustentabilidad es un tópico relativamente nuevo y complejo porque todos decimos conocerlo y entenderlo pero no todos lo aplicamos como tal.


Sustentabilidad es un concepto que va más allá del CO2 y de la combustión de los materiales fósiles y los derivados del petróleo; de ahí que es importante –y una de las responsabilidades del IMCYC– invitar a la sociedad en general a que se preocupe por la salud de los ríos y lagos, de la flora y la fauna, así como de las zonas agrícolas de todo el mundo.


Algunos documentos internacionales que analizan el comportamiento de todos los rubros industriales, dejan en claro que las compañías ligadas al cemento contaminan muy poco. Sí, hablamos de un 4%, comparado con el 16% de la industria química y un 31% de las relacionadas con el refinamiento del petróleo, señala el ing. Dámazo Juárez, quien levanta la voz para decir que no es justo, bajo ningún concepto, que se satanice a la industria del cemento y el concreto porque no existen argumentos para ello.


Cierto, anteriormente las plantas de cemento tenían grandes chimeneas que lanzaban contaminantes a la atmósfera; pero eso ya no existe ya que los gases se atrapan y son procesados gracias a la gran tecnología que poseen los hornos actuales, en los que se utilizan materias primas como llantas, residuos metalúrgicos, carbón industriales.


Si hablamos de las llantas, que son un caso representativo, hay que decir que existe la demanda social para que usemos todas las llantas que se desechan. Sin embargo, hay que entender que químicamente no es posible ya que el cemento tiene cuatro componentes químicos básicos: sílice, alumina, fierro y calcio; pero hay otros que son nuestros enemigos: el óxido de magnesio, el trióxido de azufre, el sodio y el potasio. De entrada, las llantas están contaminadas con azufre y por eso no pueden ser utilizadas como se quisiera. Asimismo, el mismo combustóleo tiene azufre, y eso significa un mal refinamiento de la industria petroquímica que complica el procedimiento de fabricación del cemento.


El experto establece que hay mucha desinformación al respecto, pese a que la Cámara Nacional del Cemento (CANACEM), el IMCYC y las diferentes cementeras asentadas en el país han querido promover cada una de las acciones en pro de la sustentabilidad. Un caso particular es el de aquel que afirma que una tonelada de clínkeres igual a una tonelada de CO2. Esto es inexacto, apunta, porque con una tonelada de clínker se produce más de una tonelada de cemento, lo que es posible porque el material que se lleva a la molienda se mezcla con yeso y algunos elementos adicionales, como el fly ash, la puzolana o la escoria; de esta manera, con una tonelada de clínker se pueden fabricar más de tres metros cúbicos de concreto.


Del consumo y la normatividad


Es probable que el siguiente dato lo sorprenda: el cemento es, después del agua, el producto más consumido a nivel mundial. Por su parte, en México se consumen anualmente entre 333 y 335 kilos de cemento por persona, lo que nos instala justo en la media del gasto mundial. Además, el cemento, además de sus grandes cualidades, es muy económico en comparación con el vidrio, el acero, el plástico o la madera, un producto éste último que, además, debe ser respetado al máximo ya que es indispensable para nuestro hábitat.


Cada vez aparecen más desarrollos inmobiliarios en toda la República Mexicana que destacan las cualidades sustentables que poseen. Son –como dicen los que proyectan este tipo de obras– respetuosos del medio ambiente porque instauraron sistemas ahorradores de agua y electricidad, calentadores solares e incluso el reciclado del agua negra para el riego de jardines y prados. No obstante, pocas veces se menciona si el concreto utilizado en dichas obras fue evaluado y cumple con las normas que marcan los reglamentos. En este sentido, ¿Qué tal si el concreto que se utilizó fue de baja calidad; de baja resistencia y no se tomó en cuenta, por ejemplo, que el desarrollo se realizó a nivel del mar donde el concreto es más vulnerable y tiene que ser más duradero? Hay que hacer las cosas bien desde el principio, y si hablamos del concreto hay que diseñar con una relación agua cemento adecuada para soportar, por ejemplo, el embate de la lluvia acida.


Al respecto, refiere el ing. Dámazo: “No voy a trabajar con el F’C, sino con la relación agua cemento porque tal vez para mi estructura la F’C me dice que debo construir con una resistencia de 200 kilogramos, pero el ambiente ácido me dice que debo trabajar con una relación agua cemento de .55, y son cosas diferentes una de la otra. El concreto de 200 tiene un poro abierto porque el consumo de agua es alto, pero el otro, el que se trabaja con una relación agua cemento moderada, tiene un poro cerrado. Entonces, cuando lleguen esos agentes agresivos y se depositen en ese producto que es alcalino van a tardar mucho en irse deteriorando”.


Academia e institucionalidad


Para nadie es un secreto que las instituciones de enseñanza superior tienen una gran responsabilidad en la formación de los especialistas ligados a la industria de la construcción. Hay que buscar, por ello, que los programas de estudio sean acordes con las necesidades de la sociedad, y que ingenieros, arquitectos y especialistas técnicos comprendan a cabalidad lo que significa la sustentabilidad.


Este capítulo se liga, necesariamente, con la participación de instituciones mexicanas en los debates nacionales e internacionales que se suceden para la conformación de criterios y normas que marquen el rumbo de la industria del cemento y el concreto. Es por ello que el IMCYC participa activamente en el ISO Internacional, con sede en Suiza, y en los trabajos del American Concrete Institute (ACI); dichos organismos trabajan en el diseño de mezclas de concreto sustentables, y pugnan porque haya mayor conocimiento sobre el transporte, el manejo, la colocación y el curado, aspectos que son muy importantes ya que no sirve de nada que entreguemos un buen concreto, de muy buena calidad, si quien lo aplica no está capacitado y da como resultado un concreto poroso, agrietado o con carbonatación.


 

Texto: Juan Fernando González G.

Fotos tomadas de: The sustentable concrete guide (Estrategias, ejemplos y aplicaciones).

 

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