Pavimentos

Un rescate de altura

Con el impulso de la organización ciudadana, Friends of the High Line, se logró recuperar esta antigua infraestructura ferroviaria evitando su demolición y transformándola en un proyecto insigne de recuperación urbana.

En el proyecto High Line, los pavimentos de concreto son indudablemente, protagonistas relevantes de esta pasarela verde que se extiende en la ciudad que siempre se reinventa: Nueva York. En este sentido, y haciendo un poco de historia, fue en 2003 cuando la alcaldía neoyorkina, convocó a un concurso de ideas para desarrollar el proyecto paisajístico High Line. Se trató de un certamen abierto en el que participaron, inicialmente, 720 equipos de 36 países; después, tendría lugar una preselección de la cual emanaron 52 equipos profesionales; después fueron elegidos cuatro finalistas. Más tarde se anunciaría que Field Operations y Diller Scofidio+Renfro habían quedado como ganadores. Dos años más tarde –a finales de junio del 2006– comenzaría a darse forma a esta iniciativa, la cual ponía de manifiesto la posibilidad de recuperar la infraestructura en desuso y potencializarlo en espacios verdes de carácter público.
En términos generales, High Line es un viaducto elevado de ferrocarriles de carga construido en los años 30 al oeste del centro de Manhattan. Dentro de lo más audaz que esta iniciativa de inicios del siglo XX tenía era su posición estratégica dentro del entramado urbano ya que se extendía en una zona de gran densidad con lo cual se veía obligado a atravesar edificios o circular al nivel de calle. En algún momento se contempló que ésta era la solución más eficiente de transporte de la ciudad en su auge de desarrollo industrial; sin embargo, tres décadas más tarde el High Line dejó de funcionar. Para la década de los ochenta la densidad urbana obligó a truncar el trazo inicial. En los años noventas la empresa encargada de las instalaciones decidió vender su infraestructura al metro de la ciudad en donde al igual que décadas anteriores éste vuelve a caer en desuso producto de los altos costos de mantenimiento y operación. Estos antecedentes generaron que además las zonas en donde alguna vez circuló se depreciaran. Su presencia por esos barrios había dejado huella: los residentes se habían mudado por el ruido que generaba a su Fotos: Unknow 1934. paso, además de que diversas fallas estructurales se presentaron por la vibración que generaba.
Desde ese entonces este camino que fue en las primeras décadas del siglo anterior un icono de las industrialización de la ciudad “se transformó en un gran elefante blanco, un ‘no lugar’ dentro de la ciudad; pero, sin quererlo también se convirtió en un símbolo social y de identidad de quienes habitaban el oeste de Manhattan, por eso había que rescatarlo”, así lo indican los titulares de la fundación Friends of the High Line.

La propuesta del ‘no espacio’
Elevado a 10 metros del nivel de calle, la propuesta hace una inquietante mezcla entre arquitectura y paisaje. Su diseño simula el aparente desorden de la vegetación que durante años creció en estas vías y por ello la pasarela se ha convertido en un gran jardín lineal a escala de la misma infraestructura.

Con la intervención se pretendió recrear los antiguos enlaces y líneas férreas con grandes jardines florales o pequeñas pausas más acotadas que incorporan mobiliario urbano, zonas de juego infantil o áreas de descanso, todo ello de la mano de diversas piezas de concreto que sirven como pavimento ideal para recorrerlo garantizando seguridad, accesibilidad, bajos costos de mantenimiento y un procedimiento constructivo relativamente sencillo que no requirió mano de obra especializada. Este parque atraviesa 22 cuadras y 3 barrios en su primera etapa. Inicia en Meat Packing District; atraviesa Chelsea y termina en Penn Station. Está dividido en tres secciones y posee más de una docena de puntos de acceso a lo largo de su recorrido sobre la ciudad. Quienes lo proyectaron aseguran que debieron mantener la idea que tenían los neoyorkinos del concepto “Keep it”; es decir, conservar la línea siguiendo cuatro ideas importantes de trabajo: mantenerlo de forma simple y discreta, salvaje, tranquila y lenta. Algo nada sencillo de comprender pero que fue el pretexto para explorar diversas alternativas y satisfacer lo que la ciudadanía tenía en mente: un espacio seguro, fácil de transitar y atractivo para desarrollar actividades diurnas y nocturnas los 365 días del año. Así, el camino elevado ofrece a las personas una combinación de jardín público, observatorio privilegiado y espacio artístico
al aire libre. Además, representa para los barrios adyacentes una reactivación completa de la zona. Con el uso de los pavimentos de concreto se alcanzó una imagen de vanguardia y sobre todo un beneficio de conciencia ecológica, veamos por qué.

Sus pavimentos
El concreto totalmente permeable utilizado para esta obra fue especialmente diseñado bajo un estricto patrón geométrico que permite contar con vegetación entre una pieza y otra, además de favorecer la fijación de mobiliario
urbano y la visibilidad de las antiguas vías. También conocido como concreto poroso o sin finos, este tipo de concreto representa una de las aplicaciones de más rápido crecimiento en la industria del concreto prefabricado para pavimentos. El concreto permeable podría definirse como una combinación de cemento Pórtland, agregado grueso, poquísimo contenido o casi nulo de finos, aditivos y agua, diseñada para producir una mezcla de concreto con revenimiento cero. El resultado es: un material endurecido con poros interconectados, de un tamaño que oscila entre los 2 y 8 mm, que permiten fácilmente, el paso del agua. El contenido de vacíos, puede estar en un rango de 18 a 35 % La capacidad de drenar de un pavimento de concreto permeable, varía con el tamaño de agregado y la densidad lograda en la mezcla, pero puede caer en un rango de 81 a 730 litros por minuto, por cada metro cuadrado. En este caso las placas empleadas oscilan entre 10 cm de espesor y su longitud va del 1.20 a los 3.60m.
Dentro de las características de estas piezas es que son elementos porosos, fáciles de usar y colar; muestran alta resistencia a la compresión (más de 300 kg/cm2) y una extraordinaria resistencia a la flexión (hasta de 60 kg/cm2). Otras de las ventajas en especifico para el High Line consisten en que con el pavimento instalado se favorece la conservación de los microclimas debido a que la filtración del agua contenida en su interior se realiza lentamente permitiendo que parte del agua se evapore y se mantenga un ambiente húmedo, reduce en forma notable la temperatura de las superficies con lo cual resulta ideal en la eliminación de las “islas de calor”. La ventaja adicional de todo este sistema es que permite resolver de manera sencilla el tema de la recuperación del agua de lluvia y con ello se procura el buen estado de todas las especies de árboles y arbustos sembrados en el recorrido, adicionalmente con esta cualidad se evitan encharcamientos en época de lluvias o por nieve derretida en el invierno.

El futuro de una vía
Diller Scofidio, firma con sede en Nueva York integrada por Elizabeth Diller y Richard Scofidio, ha declarado que éste proyecto con 2.5 km de longitud los llena de orgullo por ser un trabajo multidisciplinario en el cual las mejores ideas y estrategias ambientales han sido puestas en práctica. Además, tal como lo definen ambos, éste “es un rincón irrepetible en una ciudad irrepetible. Ni siquiera sabemos si podemos considerarlo un parque flotante pero hemos procurado interferir lo menos posible con lo que ya estaba ahí, con la estructura vieja y la hierba. Su destino final quizás vuelva a ser ése: ser engullido por la propia naturaleza”. Así, esta obra, que tuvo que esperar más de diez años para ser una realidad, es uno de los nuevos emblemas de la ciudad. Su inversión registrada osciló entre los 152.3 millones de dólares. Se espera que en los inicios del 2011 pueda concluirse la segunda fase del plan maestro.
Por lo pronto ya se han registrado diversos eventos artísticos que dan buenas señales de éxito. La lección más importante que esta iniciativa ha dejado es que no siempre la demolición es la única solución para recuperar viejas estructuras, y de cómo mezclando ingenio con voluntad se puede regalar a una ciudad y sus habitantes espacios de calidad donde antes había abandono u olvido. c

 

 

Gregorio B. Mendoza
Fotos: Iwan Baan

 

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