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Arquitectura

La reinterpretación de lo cotidiano


Una obra de pequeña escala, pero de grandes cualidades es la que realizó el despacho Buscando la Aurora.



La necesidad de sustituir una estructura existente, tipo palapa, con poco más de 30 años de historia y anécdotas familiares fue el motivo inicial para diseñar un elemento que permitiera la actual convivencia; tres generaciones para lo cual se expandió el programa original (un pequeño bar) sumando una alberca-chapoteadero-jacuzzi, un módulo sanitario, una estancia y en la cubierta, un deck para asolearse en ese estupendo clima que ofrece la zona de Yautepec, en Morelos. Así narran para CyT el origen de esta obra los socios fun-dadores del despacho Buscando la Aurora, Carlos Coronel y Héctor de la Peña, quienes celebraron recientemente su cuarto año de trayectoria como firma.


Diseñando en concreto


La Finca es un proyecto de fin de semana, por lo que el bajo mantenimiento fue la premisa de diseño. En cuanto al contexto, el conjunto forma parte de una propiedad integrada por una casa principal que también resguarda muchas historias; una casa de huéspedes, un asador, una alberca y un gran jardín dentro del cual nada interrumpe las vistas desde y hacia el proyecto por lo que “transparencia” es parte de la esencia del mismo.


Como todo proyecto, existía la responsabilidad de responder acertadamente a cada una de las necesidades del usuario; sin embargo, en este caso además de ello lo más difícil era resolver el listado de consideraciones no escritas como la nostalgia, las anécdotas, las historias y los recuerdos que adquirirían un nuevo significado al remplazar y actualizar esta zona de la propiedad. “El respeto a la estructura previa, que sumaba una gran cantidad de momentos familiares fue el principal reto, por lo que el proyecto nació buscando la geometría más elemental, un material igualmente neutro y una integración al entorno sutil. Como todo proceso arquitectónico se realizó una gran cantidad de esquemas colocando los elementos desde las posiciones y proporciones más tradicionales hasta las más propositivas, llegando a conclusiones naturales y lógicas”, expresan Coronel y de la Peña.


En una etapa temprana del proyecto fue seleccionado el concreto como material dominante en cada uno de los elementos (piso-muro-plafón); por lo tanto, la modulación se convirtió en el concepto a desarrollar. Visto en planta, de frente y en los costados el proyecto es un rectángulo; sin embargo, al generar un pliegue en una de las esquinas la geometría, los espacios y el proyecto multiplican su lenguaje sin sumar ningún otro elemento. Un triángulo en planta es el elemento que contiene los servicios tanto sanitarios como de bar llegando en un extremo a una punta de concreto resultado de la habilidad del maestro carpintero Fausto Serrano para conformarlo. Finalmente, el quiebre que nace como un gesto de diseño permite integrar en su lomo una escalinata para acceder a la cubierta donde es posible encontrar una serie de barandales metálicos con un tejido plástico transparente y duplicar el espacio de uso, au-mentar las vistas de la vegetación tan vasta de la región y evitar desconectar la convivencia entre los familiares ubicados en la parte baja y en la alberca.


El proyecto funciona como espacio único dado que los usuarios cubren tres generaciones familiares y son libres de interpretar y apoderarse del espacio a su gusto a lo largo del día y de la noche; como construcción, representa la oportunidad de diseñar un elemento monolítico que permitiera una infinidad de usos en su función de contenedor y como propuesta adquiere valor por su audacia, naturalidad y sensatez para llegar a los objetivos planteados con estrategias liberadas de adiciones mal logradas.


Materialidad

Interesados en saber por qué habían seleccionado como aliado en este trabajo al concreto. Preguntamos el origen de esta decisión, a lo que respondieron: “El concreto, por su historia y características estructurales y estéticas, se volvió el único material que nos permitía obtener un bajo costo de mantenimiento a futuro y trabajar con un solo sistema constructivo”. Una vez determinado esto, lo segundo fue emplear la mano de obra local con un sistema poco conocido o más bien empleado en la zona, dando un buen resultado bajo la coordinación de un maestro carpintero (Constantino) que contaba con gran experiencia. En cuanto al diseño y control de la carpintería se solicitó al maestro Fausto Serrano de su apoyo, dada su gran experiencia con firmas reconocidas; las especificaciones de iluminación corrieron a cargo del arquitecto Christian Pertzel.


Todo el proyecto está hecho con concreto aparente desde la cimentación hasta la cubierta. Por ello, se buscó a cada momento respetar la modulación de la cimbra que es de madera de pino de primera y que se fue reciclando en la medida de lo posible. Los detalles posteriores pueden resumirse en el habilitado del acero en cada elemento constructivo, el vertido del concreto que se complicaba por la accesibilidad al sitio y la buena comunicación a distancia con el maestro de obra, el maestro carpintero, la empresa concretera (Holcim Apasco) y el taller, lo que permitió en su conjunto observar buenos resultados en cada fase, como comentaron los arquitectos.


Si bien la geometría del proyecto es sencilla, el cálculo estructural pasó por varias revisiones y pláticas para llegar al resultado final en el cual debía de producirse una forma estilizada y poco redundante, carente de elementos de soporte verticales como columnas. “Sin duda, lo anterior complicó el trabajo al estructurista dado que había un punto en que teníamos que lograr un volado de 4.5 m iniciando desde el vértice triangular y decidimos ubicar una ‘rosca’ de acero que parece ser un elemento lúdico de división entre el bar y el estar, pero en realidad es una pieza clave de soporte”.


Un detalle digno de mención es el conjunto de perforaciones que dejan pasar la luz a cierta hora del día al jacuzzi a través de la losa de concreto. Coronel expresa: “Es nuestra firma de cierto modo. Se trata de 18 menos 1 perforaciones que generan un efecto único y atractivo al usuario. Dicho detalle sirve como anécdota: el número empleado es 18 faltando uno, lo que nos recuerda que la arquitectura debe siempre buscar algo más”.


Por otra parte explican algunas consideraciones valiosas que fueron resueltas: “lo más complejo en cuanto a las instalaciones fue el sistema de calefacción del jacuzzi (el cual tiene varios niveles para que pueda ser utilizado también como chapoteadero). Los sistemas de filtrado se encuentran ocultos en una banca de concreto, la iluminación está especificada con luminarias de fácil compra en cualquier lugar de la zona. Y el sistema de drenaje está resuelto en planta baja con una coladera de pretil oculta y en el asoleadero con una pequeña pendiente al jardín”.


Amigable con su lugar de emplazamiento esta pequeña obra incrementó en poco la superficie de desplante de la palapa original para evitar agredir a la zona verde que la rodea, la orientación y secciones estructurales del proyecto hacen que se mantenga un clima agradable a toda hora del día, los servicios son mínimos y la iluminación también se mantuvo en ese perfil.


Sin duda esta obra manifiesta el interés por permanecer en una línea de constante búsqueda. En un poblado donde la tradición no busca imponerse sino respetarse el dar el giro de forma tan sustancial hacia una reinterpretación contemporánea de un espacio tradicional ha sido bien visto, la obra se ha vuelto una referencia local que brinda además, paz y tranquilidad en concreto.


Cuatro años de sociedad


El despacho Buscando la Aurora nació en el año de 2006 a partir de una serie de conversaciones y reflexiones sobre arquitectura por parte de los socios Carlos Coronel y Héctor De la Peña, quienes tienen ideas y valores afines. El taller se funda de manera oficial en el año de 2007, al haber ganado un concurso de gran escala, estableciendo sus oficinas en principio en la Colonia Condesa y actualmente en la Colonia Roma Norte, ambos barrios característicos por su gran afluencia artística e intelectual, en la Ciudad de México. Cabe decir que Carlos Coronel es arquitecto por la Universidad La Salle en 1996, mientras que Héctor de la Peña es también egresado de la misma carrera y universidad, sólo que en el 2000. Éste último imparte en la actualidad en su alma mater la materia de Taller de diseño. En 2002 obtuvo la Maestría en Diseño Arquitectónico por la universidad de Texas A&M.



 

Texto y fotos: Marcos G. Betanzos.

 

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