En el mar, las estatuas cobran vida

Published on Thursday, 26 February 2015 10:34
Written by Enrique Chao
En el mar, las estatuas cobran vida
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Uno de los atractivos de Cancún es su Museo Subacuático (MUSA) de 420 m2, donde el arte convive con la naturaleza, ya que las esculturas de concreto permiten que el arrecife prospere sin pausa. Las 500 esculturas de tamaño natural, a ocho metros de profundidad, ahora les ha crecido, y con abundancia, la vida coralina, ocupando cada poro de la superficie de cemento endurecido. Cada hueco es una maceta, una cueva, un refugio para la vida marina.

La impresionante obra de Jason de Caires Taylor, compuesta de numerosos grupos de estatuas, guardan para siempre una pose, tomada de personas reales, que será cubierta por las plantas marinas. Los moldes fueron hechos sólo para cada una de ellas. Las creaciones del escultor británico de 40 años de edad, se logran gracias a una mezcla de yeso, fibra de vidrio y concreto de pH neutro . Dicho concreto es 20 veces más duradero que el de construcción normal y es se logra mediante la mezcla de cemento de grado marino, arena y microsílice, para acelerar la formación de coral sobre ellas.

Entre sus obras destacan el Jardinero de la Esperanza, Hombre en llamas, El coleccionista de Sueños y La Evolución silenciosa. The Silent Evolution, es la mayor colección de arte bajo el agua del mundo, con 403 esculturas de personas a tamaño natural. Además, en ese mismo espacio, donde todo sucede bajo otro ritmo, los buzos aficionados pueden contemplar otras obras extraordinarias, como Bio Mapa, de Rodrigo Quiñones; Bacab, de Salvador Quiroz, y La Musa del Océano, de Roberto Díaz Abraham, quien por cierto, quiere hundir siete piezas más, e inclusive una escultura electrificada.

El caso de Jason de Caires Taylor es muy destacable, ya que sigue difundiendo este tipo de propuesta artístico-ecológica en lugares como: Lanzarote, Grecia, Inglaterra y las Bahamas, donde hace poco (en octubre de 2014) sumergió una impresionante escultura de 5 metros de alto, 4 de ancho y 60 toneladas de peso, toda hecha de concreto.

Taylor tomó como modelo los rasgos de una jovencita de Nassau y tardó un año en terminar su obra que, por cierto, es el resultado de un ensamblaje de distintas piezas. La bautizó como Ocean Atlas, y la hizo con la finalidad de despertar conciencia sobre la preocupante situación que priva en los océanos y arrecifes del planeta. La inmensa figura representa a una niña recogida en sí misma, que hace todo lo posible para evitar que su cabeza salga del agua, o más bien, como si cargara sobre su frágil espalda todo el peso del océano.

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