Hacia una construcción industrializada y sustentable con prefabricados de concreto
La prefabricación debe entenderse como la “industrialización de la construcción en concreto”, es decir, la aplicación de técnicas de producción en instalaciones fijas de alto rendimiento, con elevados niveles de control que aseguran una mayor calidad a través de la eliminación de incertidumbres en el resultado final de los elementos constructivos, que conducen no sólo a mejores acabados sino también a mejores precios de la solución final (por las economías de escala y el empleo de medios y técnicas de producción especializados) de los que puedan alcanzarse en realizaciones a pie de obra.
Otros hablan del refinamiento o perfeccionamiento
del uso tradicional del concreto, ya que el diseño y
fabricación en un entorno más técnico y controlado,
se traduce en elementos y soluciones más precisas
dimensionalmente. No obstante, su avance y consolidación
depende de un mayor grado de industrialización en
la construcción en un enfoque donde deben progresar
criterios de sustentabilidad.
Desde los primeros tiempos
hasta la actualidad
La tecnología de concreto prefabricado es una forma
de construir todavía joven, si nos atenemos a que su
espectacular desarrollo se produjo a partir de la segunda
mitad del siglo XX, que devastó amplias regiones de
Europa obligando a una reconstrucción generalizada
de edificios e infraestructura.
La evolución tecnológica que ha experimentado la
prefabricación desde entonces, en cuanto a mejora de
los materiales (uso extendido de aditivos, fibras, nuevas
adiciones como el humo de sílice, concretos autocompactables),
las instalaciones (centrales de mezcla,
piezas más esbeltas, procesos más automatizados,
moldes, aplicación del pretensado),
la capacidad de los medios de transporte y
elevación en obra, y por supuesto los propios
conocimientos técnicos, tienen como resultado
una forma de construir que tiene todavía un
extraordinario potencial de crecimiento en los
próximos años, más aún partiendo de que el
concreto es el material de construcción más
utilizado universalmente, y el entorno (reglamentaciones
más exigentes) es propicio para
validar las numerosas soluciones constructivas
en que el prefabricado puede y debe ser la opción
idónea en términos prestacionales (resistencia mecánica, mejor
comportamiento frente al fuego, mayor inercia térmica, durabilidad
superior).
No obstante, el mercado sigue percibiendo al prefabricado como
una solución industrial que necesita producir grandes cantidades de elementos
para conseguir optimizar costos, aspecto que puede resolverse
si la opción prefabricada es la elegida desde la fase de proyecto.
El concreto prefabricado es una forma de construcción con entidad propia, ya que presenta
una serie de cualidades inherentes y que deben servir para diferenciarlo de la construcción
tradicional, ya sea con concreto premezclado u otros materiales.
En la actualidad hay muchos motivos para decidirse por una construcción que utiliza un
alto porcentaje de procesos industrializados, ventajas que van desde un control más ajustado
de los gastos y de los tiempos de ejecución; la posibilidad de poder acceder a elementos
producidos en fábricas lejanas – lo cual tiene una múltiple perspectiva, la del empresario que
busca costos más baratos en la producción, la del proyectista de un país con una industria
local poco desarrollada, etc.–; el asegurar una calidad final superior y también el cumplimiento
de normas cada vez más exigentes en todos los apartados de la construcción. Además, la
construcción industrializada aporta la opción de que las piezas pueden ser desmontadas y
reutilizadas, concepto determinante, por ejemplo, en muchas de las obras realizadas para
los Juegos Olímpicos de Londres 2012.
Frente a los primeros pasos en la industrialización, los recursos tecnológicos posibilitan
la variación dentro la producción, no sólo la repetición. En ocasiones estas variaciones se
abordan con medios modestos y con ingenio, pero también hay opciones para la sofisticación
técnica y para el gusto hacia lo excepcional. Los procesos informáticos que facilitan el
control de la forma y su aplicación industrial son recursos hoy muy habituales y que permiten
la realización de elementos constructivos que ya no sería fácil llevar a cabo mediante
procedimientos manuales.
En definitiva, el concreto prefabricado no debe reducirse a ser considerado como un
simple producto para una función predeterminada, sino a una solución constructiva completa
o parcial que pretende dar respuesta óptima a una necesidad determinada (funcional,
estética, etc.) Se puede concluir que como solución constructiva con un alto componente de
ingeniería implícito (dos obras distintas pueden requerir dos soluciones diferentes, que conllevarán un número de horas de dedicación
técnica), con sus respectivos componentes
individuales (productos) necesita un estudio
detallado específico que busque la
máxima eficiencia en todo el proceso de
desarrollo de la solución: desde la misma
fase de concepción de la obra hasta su ejecución
(incluso el mantenimiento posterior
para alargar al máximo la vida útil de los
elementos).
Usos principales
y tendencias
Debe diferenciarse en cómo ha evolucionado
en la obra civil (ingeniería) frente a
la edificación (arquitectura). En el primer
caso, el desarrollo del concreto prefabricado
pertenece por derecho propio
a la ingeniería. Hoy son sobradamente
conocidos los prefabricados que mejor se
adaptan a la obra civil. Sin embargo, en la
arquitectura no se ha logrado avanzar a
la misma velocidad y todavía se percibe
cierto recelo, probablemente porque los requerimientos formales actuales escapan de
la rigidez o la ausencia de versatilidad que se le presupone (¿equivocadamente?) a la
prefabricación.
El carácter moldeable del concreto, que le permite adaptarse fielmente a casi cualquier
forma constructiva requerida y a cualquier diseño que se quiera llevar a cabo,
permite asegurar que el concreto es el material de construcción con un mayor abanico
de posibilidades y, por tanto con un mayor campo de aplicaciones. En el caso del prefabricado,
prácticamente todo lo que sea susceptible de proyectar y ejecutar en concreto,
puede prefabricarse.
Edificación: residencial, industrial,
públicos, oficinas, comercial, centros sanitarios,
recintos deportivos, aparcamientos,
correccionales, instalaciones militares,
módulos tridimensionales, etc.
Obra civil: puentes, carreteras, vías
de ferrocarril, obras subterráneas, redes de
canalizaciones, contención de empujes,
diques, pavimentos, mobiliario urbano, soportes
para aerogeneradores, etc.
La apuesta decidida por las soluciones
constructivas con prefabricados de
concreto dependerá básicamente de dos
conceptos claves, relacionados entre ellos:
la industrialización de la construcción y la
introducción de la sustentabilidad.
Hoy en día, estamos viviendo un
proceso de “sustentabilización” de la
construcción, impulsado entre otros por
certificaciones medioambientales tipo LEED o BREEAM cada vez más demandadas en edificios, y que se está trasladando al
desarrollo de políticas reglamentarias que incentiven aquellas soluciones y técnicas
constructivas que sean más respetuosas con el medio ambiente (ej. menos impactos,
menos emisiones, etc.), que garanticen un beneficio para los ciudadanos (aspectos sociales)
y que sean justificables económicamente. Pero también hay quien apunta a que
se trata de recuperar el sentido común a la hora de construir, algo que quizás se haya
perdido en tiempos recientes.
En este nuevo frente, el prefabricado de concreto tiene mucho que decir, resultado del
cómputo global de todas las cualidades técnicas y funcionales citadas. Se muestran algunos
beneficios en la siguiente tabla.