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José María Riobóo: Maestro de la ingeniería mexicana


El IMCYC a través de su revista se congratula en tener como Artículo de Portada al ingeniero José María Riobóo Martín, referente de la ingeniería mexicana y de una generación de profesionales exitosos que siguen en plena actividad brindando soluciones a los problemas de las ciudades a través del diseño y cálculo estructural.

Si uno le pregunta al ingeniero José María Riobóo si tenía idea o imaginaba las cosas que lograría a nivel profesional, su respuesta es clara: “No tenía ni idea; y cuando estudiaba menos”, pero lo que sí sabe es que para él las cosas se van retroalimentando y fusionando sin que uno se dé cuenta. En su caso cuando egresa de la Facultad de Ingeniería de la UNAM en el año de 1964 decide ingresar a trabajar en el área del presfuerzo algo novedoso, pero de ahí se dirige a la prefabricación y el pretensado que era un tema aún más nuevo y tuvo la suerte –como él le llama- de formar parte de algo que era pionero en ese momento para la industria de la construcción a nivel nacional.

Desde siempre se había considerado ingeniero; su interés por esta profesión ha sido natural. “Creo que cuando uno estudia ingeniería nunca sabe lo que va a encontrar más adelante. Yo no tenía mucha idea cuando me inscribí pues la ingeniería es tan vasta que muchas áreas no me acababan de satisfacer y yo siempre busco más cosas qué pensar”. De ese tamaño es el compromiso de este gran personaje que sin duda es referente obligado de la ingeniería mexicana y representante de gran parte de las soluciones urbanas y de infraestructura realizadas en la Ciudad de México y otras al interior del país.
“Tuve la fortuna de que mi primer trabajo fuera en una planta de concreto. Posteriormente me incorporé a una empresa que en ese tiempo era Presforzados Mexicanos, SA (Premesa). Ahí me desarrollé profesionalmente”. Lo
que le llegó a impactar es que había otra manera de construir, más racional, con otro proceso que implicaba una logística mayor, con grandes bondades como las de cubrir grandes claros, todo se prefabricaba. Eso le gustó. “Me apasioné por el tema; aprendí y poco antes de que la firma se disolviera decidí poner mi propia empresa y despacho de ingeniería con la vocación clara de pensar todo en prefabricados de concreto. Esto ha sido lo que he hecho a lo largo de toda mi vida”.
En su momento –nos recuerda– había muchas dudas si valía la pena emplear a fondo este nuevo sistema porque implicaba analizar con seriedad el tema de las conexiones, el costo del transporte y montaje lo cual lo hacía una empresa arriesgada aunque acepta que en obras viales o puentes los temores cedieron pronto porque
las dificultades particulares de espacio y maniobra favorecieron una apertura natural a esta nueva solución.
Así, ya con algunos proyectos en curso comenzó la conformación de un equipo de ingenieros con los cuales conformaría esa empresa tan importante que hoy es Grupo Riobóo, el cual está integrada por cinco empresas: Riobóo, SA de CV (Diseño integral de proyectos de ingeniería); Jorod, SA (Diseño estructural); Consultoría Riobóo, SA de CV (Coordinación y supervisión de la construcción de obras públicas); Ingeniería Riobóo, SA de CV (Servicios de gerencia de proyectos; dirección, coordinación y supervisión de la construcción de proyectos privados) y Presforza Ingenieros, SA de CV (Servicios de refuerzo de estructuras existentes). Cabe decir que este mes de abril de 2011 Riobóo celebra 36 años de historia en la industria. Algo digno de mencionar.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Evolución constante
Para nuestro entrevistado la evolución es uno de los temas constantes que lo ocupa. Actualizarse, aprender y enseñar ha sido parte de sus actividades diarias. Se ha mantenido ligado al rubro de la docencia en la Facultad de Ingeniería de la UNAM desde 1965, primero impartiendo clases de matemáticas, luego de isostática e hiperestática y posteriormente como Jefe de la sección de Estructuras. Más tarde formó parte del equipo docente del Comité de Seguridad Estructural después del sismo de 1985. Sin duda esto le dejó una honda huella. “Esa experiencia nos costó y dolió mucho; nos dimos a la tarea de actualizar las normas de construcción. Sabíamos que no era posible que el reglamento del ACI nos diera –por ejemplo– un módulo de elasticidad mucho mayor que el que teníamos en el reglamento. No era posible, así que hicimos varias intervenciones y se cambiaron las normas. Afortunadamente las autoridades nos hicieron caso. Uno de los cambios más importantes se dio en materia de concreto estructural, de sus agregados, su diseño, etc. Así comenzó una evolución interesante”.
Reconoce con cierta timidez que le cuesta especificar concreto de resistencias mayores f´c=450 kg/cm2: “Es raro que ocupemos por ejemplo de f´c=600 kg/cm2; pero me agrada la idea de que ahora la evolución viene de la industria a la ingeniería y no al revés. En ocasiones me han ofrecido resistencias mayores, cercanas a los 800 ó 1000 kg/cm2; sé que tienen grandes ventajas y estamos en un punto de romper esquemas y salir del molde. En su momento me decían que no era posible transportar una pieza de más de 3 m de ancho y ahora trasportamos piezas de 8 ó 9 m; entonces no descarto que esto sea un rubro en lo que demos otra vuelta de tuerca”.
Comparte una anécdota que lo hace viajar a sus días como estudiante. Nos dice que tuvo un profesor, el ing. Francisco Robles, que durante su clase nunca tocó el tema de que él era el gerente de la planta de concreto donde ingresaría a trabajar; sin embargo, notó su gusto por este material y evidenció que le llamaba mucho más la atención el cálculo de éste en comparación al acero. “Yo no desprecio ningún material, aunque siempre critico que aquel que diseña en acero es muy metalizado aunque a veces se ofenden (sonríe). La única ventaja que para mi tiene el acero es que es prefabricado, y la desventaja es que se no se puede moldear y tiene uno que acudir a los perfiles que existen y a veces no los hay como se requieren. En cambio con los prefabricados de concreto hacemos lo que queremos; lo que creemos que es mejor se adapta y se hacen los moldes.

La visión urbana
Riobóo cree que toda infraestructura es favorable para el desarrollo de una ciudad, de su población; sin embargo acepta la visión más conservadora de los urbanistas cuando se trata de hablar sobre puentes o viaductos elevados, porque reconoce que “afean” la ciudad pero enfatiza que sabe que la mejor solución debe ser subterránea. Sin embargo, esto implica un costo mucho mayor y diferentes consideraciones como los niveles de seguridad, que repercuten en el mismo punto. “Lo que hemos tratado de hacer desde nuestro rubro como diseñadores de estas soluciones es hallar la forma en que se hagan en tiempo récord para causar el menor conflicto posible en las zonas de construcción. En este aspecto hemos mejorado en lo más complicado de los prefabricados que son las conexiones. Ahora estamos usando el sistema integrado de zapata con columna para hacerlo más eficiente y seguro al conformar un elemento monolítico, hay cosas que no podemos cambiar porque
implican otros cambios de fondo y no de forma”.

Si por algo se le reconoce a Riobóo es por su gran trabajo realizado en obras como el Metro (Línea 9 y Línea B); en los pasos a desnivel en Calzada de Tlapan; en el edificio anexo al Colegio de Ingenieros Civiles de México y evidentemente por los segundos pisos realizados en los últimos años como el de la Ciudad de México y el del Estado de México en el Periférico Norte, con lo cual le ha tocado trabajar no sólo para el gobierno en turno sino para empresas particulares que exigen y que piden resultados concretos. Pero no todo es miel sobre hojuelas. “Uno aprende también de las situaciones amargas, de los conflictos. En las ciudades la gente acepta muchas cosas en ciertos sitios y es imposible realizarlos o pensarlos en otros, por ejemplo cito uno de ellos: tuvimos la amarga experiencia de ganar un concurso de un elevado que se llamaba Ecotren que iba de Santa Mónica a Bellas artes y el hecho de pasar por Ejército Nacional fue la negación absoluta del proyecto otro caso por ejemplo es el del Periférico ya que en el diseño original pasábamos a un lado de las Torres de Satélite, pero hay una gran oposición por lo cual pasamos por un lado pero el regreso tendrá que hacerse por arriba porque ya no hay más área de tráfico”.

Opinión clara
Para Riobóo la ingeniería mexicana es algo que se ha podido desarrollar por fortuna porque no se puede prefabricar en otros países, “cualquier aparato electrónico puede manufacturarse en cualquier país, en cambio una presa tiene que hacerse en el sitio con un sistema adecuado y el conocimiento de especialistas que conozcan el lugar, la geotecnia, el subsuelo, las condiciones sísmicas y eso ha hecho que la ingeniería nacional tenga su independencia”. Pero no deja de lado la falta de personal profesional que se requiere para continuar cosechando éxitos.
“Cuando yo estudiaba ingeniería cada generación contaba con 2500 o 3000 alumnos; ahora no se titulan más de 350, finalmente yo creo que esto es un círculo vicioso y no ha habido mucha continuidad en la infraestructura; ha habido mucho desaliento. Los que han salido de ingeniería se han dedicado a otras cosas porque no han tenido campo de acción y las nuevas generaciones han tenido que estudiar otras cosas, porque la ingeniería no garantiza. Todo mundo sabe que necesitamos proyectos a largo plazo y hacer valer los planes maestros de desarrollo pero nadie lo hace cumplir. Yo diseñé una línea del Metro que al final nunca pasó por ahí ya que cada gobernante lo modificaba. Debe comenzar a darse una continuidad como en otros países donde la infraestructura no se politiza”.
En contrapunto valora que “México en comparación de Europa o Estados Unidos posee mayor flexibilidad gracias a la capacidad de las plantas prefabricadoras y el diseño que se puede producir en ellas. Allá las soluciones son las mismas para puentes o túneles (éstos últimos los prefieren en Europa), por eso cuando vienen los ecologistas europeos nos dicen que somos unos salvajes y estamos desfigurando urbanísticamente la ciudad; pero reitero que es la forma más económica y aterrizada a nuestra realidad en cuanto a costo, si vas por debajo no hay dinero para pagar eso y las afectaciones de entradas y salidas se incrementan. Nosotros damos todo lo que se puede hacer con conocimiento pleno de lo que es nuestro contexto y seguimos trabajando día a día para lograrlo”.

Cariño mutuo
Una conversación más que alentadora, con un gran profesionista que no duda en compartir su conocimiento y sonreír a pesar de los obstáculos que se enfrentan. El camino es seguir y así lo demuestra: “No puedo concluir de otra forma que no sea agradeciendo este momento. Le tengo mucho aprecio al IMCYC desde hace muchísimos años he dado muchas platicas, conferencias y hasta cursos de concreto prefabricado, presforzado. Sólo así puedo entender que la distinción sea al revés yo agradezco que se hayan fijado en esta humilde persona
para conversar con ustedes. Ha sido un honor para mí”, concluye. c

 

Texto y fotos: Gregorio B. Mendoza

 

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