Normalización en México: actualidad y perspectivas

 

A diario escuchamos que estamos insertos en una globalización de mercados, que la industria de nuestro país debe ser más competitiva, que los profesionistas y empresarios de la construcción debemos ofrecer mayor calidad a nuestros clientes y que tenemos que actualizarnos lo más pronto posible; más aún, que la industria de la construcción se debe modernizar de acuerdo con este contexto y que debe satisfacer los requerimientos de los inversionistas nacionales e internacionales poniendo en evidencia nuestras capacidades y las bondades de los bienes y servicios que ofrecemos.

Baste recordar que en los meses previos a diciembre de 1995 nuestra industria estaba inundada de productos extranjeros y se anunciaban despachos de arquitectos y empresas de servicios de otros países; que muchas de los productores nacionales se convirtieron en importadores de productos que competían con los que ellos dejaron de fabricar y, que, en ocasiones, detuvieron su producción por las utilidades en la importación. De manera similar, los profesionistas y diseñadores de la construcción veían pasar los proyectos que se realizaban en el extranjero y buscaban afanosamente involucrarse con constructoras o despachos extranjeros.

A lo anterior se debe añadir la falta de planeación y de previsión que ha ocasionado en México la incapacidad de las micro, pequeñas y medianas empresas para adquirir o utilizar tecnología. Por ello debemos crear una red de mecanismos que impulsen la competitividad y la productividad integrando los centros de investigación y el sector público en donde se cuente con fuentes y con profesionistas y consultores confiables que orienten adecuadamente a los sectores productivos para hacer óptimos los escasos recursos, lo que incluye definitivamente el conocimiento pleno de la normatividad aplicable.

Si queremos revertir la situación actual, debemos comunicarnos con el exterior de nuestras fronteras a través del lenguaje del comercio internacional, el cual se encuentra plasmado en las normas y en las especificaciones técnicas. Para ello, debemos promover su utilidad y la imperiosa necesidad de actualizar el acervo nacional en concordancia con nuestra idiosincrasia, nuestra tecnología y nuestros climas, así como con las tendencias internacionales. Esto nos permitirá demostrar la confiabilidad en nuestros bienes y servicios.

La situación actual

Para contar con un marco jurídico adecuado en lo que a normalización y regulación técnica se refiere, en julio de 1992 se publicó en el Diario Oficial de la Federación la Ley Federal sobre Metrología y Normalización en concordancia a la globalización de mercados, un instrumento legal que propicia la participación de todos los sectores de la sociedad. En esta Ley, que se modificó en 1997, se consideran dos tipos de normas: las obligatorias, Normas Oficiales Mexicanas (NOM) a cargo del ejecutivo federal, que son regulaciones técnicas sobre seguridad, salud, protección al medio e información comercial; y, las voluntarias o comerciales, Normas Mexicanas (NMX), que se refieren a la calidad de los bienes y servicios y son elaboradas y emitidas por el sector privado a través de los organismos nacionales de normalización acreditados.

Esta ley dispone que los organismos de normalización deben estructurar el mecanismo que consideren más adecuado para editar, difundir y vender las NMX por conducto de los comités técnicos; deben asegurar la cobertura nacional para garantizar la participación de productores y distribuidores, prestadores de servicios, profesionistas, constructores, investigadores, comerciantes, consumidores y dependencias gubernamentales relacionadas con los temas que se han de normar.

Respecto a los organismos de certificación, la ley estipula que su función será comprobar el cumplimiento de las especificaciones normativas de productos y servicios mediante pruebas y evaluación de programas de calidad, y en su caso, otorgar el certificado de conformidad, para lo cual también deben mantener un programa de revisión periódica para asegurar este cumplimiento. Cabe hacer notar que este esquema permite contar con programas paulatinos de aseguramiento de la calidad, enmarcados por las normas ISO-9000 (NMX-CC en México).

En este marco jurídico, se constituyó en 1994 para la industria de la construcción el Organismo Nacional de Normalización y Certificación para la Construcción y Edificación, S.C. (ONNCCE) con el fin de proporcionar los servicios de normalización voluntaria y verificación y certificación oficial y voluntaria de los productos, procesos, sistemas, métodos, instalaciones, personas, servicios o actividades que se utilizan en este sector industrial.

La normatividad en la construcción

Las acciones de construir, ampliar, modificar, cambiar el uso o régimen de propiedad en condominio, reparar, demoler una edificación o instalación, constituyen obras que deben cumplir ciertos requisitos estipulados en leyes, reglamentos y algunas NOM.

Las NOM que se relacionan con esta industria son las que se refieren a las instalaciones eléctricas y de gas, a la eficiencia energética, a la iluminación y la ventilación, a la emisión y control de contaminantes, así como a las características de protección contra incendio. La evidencia de cumplimiento se debe presentar a las autoridades federales que para tal efecto han acreditado a personas físicas como Unidades de Verificación y a Organismos de Certificación en los términos de la ley de la materia. Las principales dependencias involucradas en las regulaciones obligatorias (NOM) son las Secretarías de Comercio y Fomento Industrial, Salud; Medio Ambiente y Recursos Naturales y Pesca, Energía, Desarrollo Social, y del Trabajo y Previsión Social.

En los niveles estatal y municipal, los reglamentos de construcción responden a las condiciones particulares de idiosincrasia, regionalismo, clima, sismo y viento; precisan las características que las diversas obras deben satisfacer desde su inicio, principalmente en lo relativo a la habitabilidad, la seguridad estructural y los aspectos funcionales de los inmuebles; asimismo, incorporan todas las responsabilidades que los propietarios deben atender y que, solidariamente con los directores responsables de obra y corresponsables, también conocidos como peritos de obra, deben satisfacer desde el proyecto arquitectónico, en el proceso de la construcción y en la vida útil de las edificaciones. Estos ordenamientos estipulan que los materiales, productos y sistemas constructivos deben demostrar su calidad y confiabilidad a las autoridades locales, para lo cual las Normas Mexicanas son de enorme utilidad.

Estos reglamentos no impiden el uso de productos y sistemas constructivos novedosos, pero se necesita la aprobación de la autoridad local. Para ello establecen que los directores responsables de obra presenten las pruebas de laboratorio correspondientes o los certificados que demuestren la confiabilidad y durabilidad que se especifican en el proyecto ejecutivo que suscriben para obtener la licencia de construcción. Esta situación se facilita con la exigencia a los proveedores de materiales e insumos el cumplimiento con las NMX o con las normas del país de origen.

Las técnicas de construcción

En México, por tradición la edificación se ha sustentado principalmente en estructuras de mampostería y de concreto. Las condiciones sísmicas de gran parte de nuestro país han propiciado que las técnicas convencionales de construcción estén sujetas a normas y especificaciones detalladas, lo que no sucede con otros productos y sistemas constructivos industrializados de poca difusión o utilización en esta rama industrial.

Sin embargo, las condiciones actuales de comercialización y los esquemas financieros que prevalecen pueden influir para que tecnologías constructivas que ofrezcan tiempos más breves de edificación así como costos y durabilidad similar a las técnicas tradicionales se utilicen con mayor frecuencia. La apertura comercial ha generado una mayor preocupación por conocer técnicas y productos alternos o mejorados tales como los concretos de alto rendimiento o aligerados, a fin de ofrecer lo que el cliente demanda.

Estas condiciones han originado que la reglamentación y la normalización, y por consiguiente la certificación, tome nuevos cauces; cada vez más los compradores exigen que los productos y servicios demuestren su conformidad con normas que reflejen las necesidades de los usuarios y, a su vez, que éstas faciliten el sano comercio internacional.

Los proyectos "llave en mano" también han influido para que los grandes clientes, del sector público y del sector privado, exijan una mayor calidad en las obras que contratan, lo que implica el empleo de materiales y productos certificados y de servicios profesionales y técnicos calificados; en otras palabras, empresas de la construcción que entreguen edificios y obras tales como carreteras, "sin problemas" y de acuerdo con los tiempos, costos y alcances contratados.

Mirando al futuro

El lenguaje internacional del comercio, como ya dijimos, son las normas, puesto que establecen los parámetros de fabricación, los de comportamiento y los de la administración de la calidad que le interesan al usuario; requisitos que necesariamente deben satisfacer los fabricantes y los proveedores de servicios, y que la mejor manera de evidenciar es por conducto de los certificados de conformidad que se emiten para tales efectos.

Los países avanzados consideran la normalización como actividad fundamental para el desarrollo de la planta industrial. En México hemos acelerado el paso para presentar lo existente en formatos similares al de otros países, a fin de iniciar los trabajos de compatibilización y armonización.

Para hacer frente a estos retos, el ONNCCE ha elaborado a través de sus comités de normalización 40 normas mexicanas y coordina la realización y revisión de otro tanto. Sin embargo, estos esfuerzos son insuficientes si los interesados, los productores y los prestadores de servicios no apoyan o participan en estos trabajos de normalización o especifican y exigen en sus proyectos y obras el cumplimiento de las características establecidas en las normas.

En nuestro país, la industria de la construcción se caracteriza por la participación de un gran número de personas y empresas, lo que dificulta la unidad en el proceso constructivo, por lo que creemos muy difícil certificar los sistemas de aseguramiento de la calidad, pero reconocemos la necesidad de contar con controles que garanticen la continuidad en las líneas de producción o de servicio. Esto es válido también para todos aquellos proveedores que deseen certificar sus bienes o servicios por necesidad contractual o comercial.

Nuestra industria, que en 1993 superó los 120,400 millones de pesos (15,050 millones de dólares americanos) –de los cuales 67.7 por ciento se canalizó a la obra privada y el restante 32.3 por ciento a la obra pública–, realiza compras directas a 34 de los 72 sectores de la actividad económica (fuente: INEGI) y ofrece amplias perspectivas para los inversionistas nacionales y extranjeros, pero debe "hablar adecuadamente el lenguaje internacional de la normalización". Por ello, los "empresarios de la construcción" debemos conocer y aplicar las normas en nuestro trabajo diario a pasos agigantados si queremos aprovechar las ventajas de la globalización.

El intercambio internacional nos ha demostrado que los profesionistas y las empresas que desconozcan los cambios derivados de la globalización comercial y que no orienten eficazmente a sus clientes están destinados a no sobresalir y a perder importantes mercados de trabajo.

Al reconocer las distintas esferas que se relacionan con la construcción, debemos otorgar nuestros servicios en un esquema de participación interdisciplinaria con los diversos actores de esta importante rama industrial, por lo que debemos incluir en nuestra preparación o actualización profesional los temas relacionados con la calidad y con los avances tecnológicos, así como las técnicas y productos que abaten tiempos de construcción, facilitan las labores de ensamble, mantenimiento y sustitución, y complementan nuestra forma de proyectar y de construir.

Como puede apreciarse, el perfil del nuevo profesional de la construcción debe incluir el conocimiento y la aplicación de las diversas normas y regulaciones así como las buenas prácticas de manufactura (proyecto, ejecución, supervisión, etc.) y de selección de los insumos; actividades y conocimientos que nos permitirán asumir el verdadero papel de asesores de nuestros clientes y de líderes y promotores de la calidad de nuestro producto final: el edificio, el puente, la presa, la carretera, etc., fortaleciendo con ello a la arquitectura y a la ingeniería mexicana en el contexto del comercio internacional.

El arquitecto Franco M. Bucio Mújica es director técnico del ONNCCE (Organismo Nacional de

Normalización de la Construcción y Edificación S.C.).

Resumen:

Para sobrevivir y tener éxito en este nuestro mundo globalizado, los profesionales y empresarios de la construcción deben hablar el lenguaje del comercio internacional plasmado en las normas y especificaciones técnicas que aseguran la calidad, pues cada vez más los consumidores exigen productos que se apeguen a estipulaciones que reflejan las necesidades de los usuarios. En nuestro país, se comenzó a desarrollar tal normatividad desde comienzos de la década actual, en un esfuerzo por poner a la industria en buenas condiciones de competitividad.

"El futuro de la industria del concreto depende de un incremento significativo en el empleo del concreto de alto desempeño", dice el autor de este artículo, quien asegura también que para lograrlo hay que recurrir a los aditivos reductores de agua. Si éstos se seleccionan con buen criterio y se utilizan en las proporciones adecuadas, afirma, tal material llegará a ser de uso cotidiano.