La inteligencia hasta en la sopa
Por Enrique Chao

ETodos filman a todos, todos escuchan a todos. Cuando alguien se pasa un alto es inmediatamente registrado por un potente rayo láser que lee su código de barras, y es detenido y multado por “tamarindos” robots que ya no reciben mordidas, ni siquiera virtuales. La corrupción, gracias a la articulación precisa de numerosos sensores en calles, casas, edificios, y en sitios públicos y privados, está contenida al máximo (véase la página de la Prefectura de policía de AICHI: http://www.pref.aichi.jp/police/syokai-m/works/soumu-e.html, en donde se muestra, con lujo de detalles, cómo la tecnología apoya a la prevención del crimen).
Esta estampita del futuro puede suceder de un momento a otro gracias a la tecnología que, luego de los acontecimientos de las Torres Gemelas el año pasado, ha multiplicado su eficacia.
Entre tanto, en el escenario de la vivienda (domótica) y de los edificios “inteligentes”, los equipos muestran ahora ciertos avances, sobre todo en el capítulo de la seguridad, que causan pasmo.

 

Los conceptos rodantes dentro del mundo de
la domótica y de las construcciones
automatizadas más la tecnología sin freno que envuelve todos los rincones de un proyecto, dan como resultado el artículo que sigue
.

Destellos de inteligencia
En la subindustria de los edificios “inteligentes”, se han categorizado los componentes que los distinguen de los “otros” edificios, menos listos. Los ahorros de energía, la introducción de eficientes sistemas de TI y telecomunicaciones sumada a la administración pormenorizada de cada detalle del edificio (clima, detectores de gases o de incendios), han levantado expresiones de entusiasmo, y se comenta en los despachos de ingenieros o arquitectos, cada vez con más insistencia, que el diseñador, el calculista y el constructor deben ahora tomarse de la mano con los encargados de la alta tecnología aplicada a las viviendas y los edificios, antes de trazar la primera línea de un proyecto.
También los avances en todo el proceso de construcción de estos edificios (y casas), así como el costo y variedad de equipos, maquinaria y mantenimiento, cada vez más a la baja, han puesto a disposición de un mayor número de corporaciones un abanico de recursos tecnológicos que ponen en órbita a la imaginación y hacen pensar que la era de los Supersónicos (¿se acuerdan de la teleserie de dibujos animados de los años 60?) está por llegar y a escala planetaria, primero entre las grandes empresas y en los países más desarrollados, y luego en empresas con menos caudal económico, en países que están emergiendo al desarrollo.
Esos destellos de “inteligencia” se irán percibiendo en muchos edificios, incluso en aquellos que no fueron concebidos para albergar un cerebro, como el caso de los edificios que rodean al Rockefeller Center, en Nueva York, que creó su propia empresa de tecnología para desarrollar un sistema de telecomunicaciones que brindara la “inteligencia” a los 19 edificios que lo integran.
En Londres, algunos hoteles tradicionales han instalado accesos a Internet a alta velocidad, correo electrónico y una variedad de servicios inalámbricos y digitales. Y de nuevo en Nueva York, la firma Hartz Mountain Industries ha diseñado habitaciones con acceso a la Web a través de teclados inalámbricos, gracias a los cuales los visitantes pueden navegar desde la comodidad de su cama.
En México, que ya cuenta con numerosos edificios “inteligentes” en el territorio nacional, algunas firmas inmobiliarias y de la industria de la construcción se soban las manos ante lo que puede ser un negocio redondo en el futuro inmediato, mientras se cuece y se prueba la tecnología que envuelve cada detalle de las viviendas y los edificios “inteligentes” (admírese, si no, la Torre Mayor).
Según algunos analistas, un sistema automatizado de seguridad y energía para un edificio de 30 pisos puede costar, en promedio, un millón de dólares, aunque ofrece cada año ahorros muy importantes, hasta de 30%, en mantenimiento y aprovechamiento de energía. Ese promedio de costo tenderá a reducirse y, en sentido inverso, los ahorros a incrementarse.
Los proyectistas aseguran que “la inteligencia del edificio” comienza con el diseño arquitectónico, la adecuada selección de materiales de construcción y la anticipación de cambios futuros de su arquitectura.

Los cimientos de la “inteligencia”
Desde los años ochenta del recién pasado siglo, las revistas de negocios (Fortune, Forbes Business Week), las industriales (Engineering Digest) y las de telecomunicaciones y TI, comenzaron a llamar la atención en un fenómeno de convergencia en el mundo de la construcción, los negocios y la tecnología. Como resultado de esa intensa cobertura de prensa, acabaron llamando a esas construcciones, “Edificios Inteligentes”.
De manera natural, los sistemas mecánicos se podían amarrar a los sistemas automatizados, y éstos a los de telecomunicaciones para hacerlos más eficientes. Todo empezó con el noble propósito de ahorrar energía.
El reto para los diseñadores y constructores que buscaban crear un Frankenstein de concreto, acero y cristal, fue ensamblar los materiales inanimados del edificio en un continuo de espacios “animados” capaz de reconocerse a sí mismo y a sus habitantes, es decir, levantar un medio “inteligente”.
Sin embargo, el término edificio inteligente aún no se ha aceptado universalmente, y hay quien señala que sólo es mercadotecnia inmobiliaria que ayuda a llenar de arrendatarios con mucho dinero algunos edificios modernos y bien equipados. Una primera definición de este concepto (1985) destacaba: “Un edificio inteligente es aquél que combina innovaciones, tecnológicas o no, con una administración ‘experta’, para maximizar el retorno sobre la inversión”.
El Instituto del Edificio Inteligente emitió una definición más precisa: “Un edificio Inteligente es aquél que proporciona un ambiente productivo con efectividad de costos y optimación de cuatro elementos básicos: estructura, sistemas, servicios, administración y la interrelación de todos ellos. Eso propicia que los propietarios, los administradores y los ocupantes del inmueble satisfagan propósitos como reducir costos, ganar en comodidad, conveniencia, seguridad, flexibilidad a largo plazo y plusvalía”.
De acuerdo con algunos consultores, el acento de la definición recayó en la tecnología, en el mejoramiento continuo de los instrumentos técnicos que se van a aplicar para potenciar el desempeño de la inversión. Al quedar tan estrechamente vinculados al desarrollo de la alta tecnología, los edificios inteligentes quedaron bajo la lupa de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, la cual estimó que deberían evolucionar en correspondencia con cuatro grandes áreas:
• Eficiencia de energía
• Sistemas de seguridad
• Sistemas de telecomunicaciones y
• Automatización del espacio laboral
Pero en la práctica, las cuatro categorías se encogieron en sólo dos: administración de instalaciones (energía y seguridad) y sistemas de información (telecomunicaciones y automatización).
La administración de las instalaciones se ocuparía de la estructura física y de las operaciones diarias, mientras que los sistemas de información decidirían cómo distribuir y controlar la información en el edificio.
Como todavía todo está por hacerse en esta joven subindustria (y la mayor parte de los proveedores y promotores de este concepto han sido los norteamericanos), puede esperarse que los acuerdos entre los constructores para establecer una definición universal acerca de lo que es y será un edificio inteligente se acerquen, inclusive, a la estandarización de muchos de sus procedimientos y componentes.
Sobre este asunto, el consultor internacional Donald Coggan: www.coggan.com, señala que, por lo regular, la administración de todas las instalaciones recae en un sistema de cómputo que vigila y controla todo el edificio, de modo particular las áreas de energía y seguridad. Y aunque existe la capacidad probada para integrar las instalaciones de las actividades administrativas “en un solo y monstruoso sistema”, consideraciones prácticas y económicas desaconsejan hacerlo.
Resulta más sensato una interfaz entre varios sistemas –HVAC (ventilación, calefacción y aire acondicionado), iluminación, antiincendios y seguridad– trenzados con las comunicaciones esenciales.
Los propietarios se han resistido a la idea de poner todos los huevos en una misma canasta. Ellos alientan así las ofertas competitivas de un número mayúsculo de proveedores calificados. Si tuvieran todo amarrado en un solo paquete, se podría limitar la competencia a unos cuantos.
Más de un cuarto de siglo después, luego de la crisis petrolera de mediados de los años setenta, la eficiencia en energía continúa siendo la prioridad en el diseño de cada edificio inteligente. La finalidad estriba en reducir el uso de la energía al mínimo, sin tener que sacrificar el confort . Por ese motivo los sistemas de cómputo se emplean de modo tan extendido. Esos sistemas tienen muchos alias: BAS, Building Automation System (Sistema Automático del Edificio); EMS, Energy Management System (Sistema de Administración de Energía); EMCS, Energy Management and Control System (Administración de Energía y Sistema de Control); CCMS, Central Control and Monitoring System (Control Central y Sistema de Monitoreo), y FMS, Facilities Management System (Sistema de Administración de Instalaciones).
Las estrategias empleadas en el sistema de administración de instalaciones para la reducción del consumo de energía incluyen, entre otras, un programa arrancar / parar, un ciclo de trabajo, la reinstalación del proceso y una demanda eléctrica limitada.
Con respecto a la seguridad, los edificios inteligentes emplean alta tecnología para maximizar el comportamiento de la alarma para incendios y / o los sistemas de seguridad al tiempo que minimizan costos. Los factores de seguridad que intervienen son: la reducción de mano de obra, un circuito cerrado de televisión, un acceso controlado con tarjeta, la detección de humos, una alarma de intrusión, el control de puertas, el de sistemas HVAC y el de los elevadores de emergencia, además del UPS (Uninterruptible Power Supply) o Sistema de Alimentación Ininterrumpida.
Los sistemas de información incluyen tanto las telecomunicaciones como la automatización de la oficina. Todo ello consiste en muchos aparatos sofisticados de telecomunicaciones, que idealmente reducirán costos al ser compartidos por numerosos usuarios.
La inteligencia en el medio laboral para la automatización de la oficina se refiere al uso de sistemas automáticos de alta tecnología para hacer más eficiente la operación de la compañía. Esto, también, puede reducir costos a los propietarios por los equipos compartidos. Algunos elementos de esta aplicación son la centralización del proceso de datos, el procesador de palabras, el diseño por computación asistida, los servicios de Información.
En un edificio inteligente, el propio sistema de control central se encarga de hacer llamadas telefónicas, bloquear accesos, detectar humo o calor excesivo y allegar la información que facilite el mantenimiento, entre las funciones seguras y altamente eficientes.
Aunque suene reiterativo, la declaración proporcionada por el Instituto Mexicano del Edificio Inteligente (IMEI), www.imei.org.mx, acerca de lo que una construcción con esas características debería cumplir, aterriza al país y a sus limitaciones, un concepto que ya no tiene vuelta de hoja. Considera esencialmente cinco funciones de igual importancia:
1. Eficiencia en el uso de energéticos y consumibles renovables (Máxima Economía).
2. Adaptabilidad a un bajo costo a los continuos cambios tecnológicos requeridos por sus ocupantes y su entorno (Máxima Flexibilidad).
3. Capacidad de proveer un entorno ecológico interior y exterior respectivamente habitable y sustentable, altamente seguro, que maximice la eficiencia en el trabajo a los niveles óptimos de confort de sus ocupantes, según sea el caso (Máxima Seguridad para el entorno, el usuario y el patrimonio).
4. Eficazmente comunicativo en su operación y mantenimiento (Máxima automatización de la actividad).
5. Operado y mantenido bajo estrictos métodos de optimación (Máxima predicción y prevención; refaccionamiento virtual).

Inteligentes, sí, ¿pero también enfermos?
Pero no todo ha sido miel sobre hojuelas en estas construcciones avaladas por el signo de la alta tecnología. Hay muchos críticos de esos entornos sellados e inexpugnables. El material de construcción de los edificios inteligentes y el ambiente laboral de las oficinas, sin ventilación natural, ha despertado sospechas entre los custodios de la salud.
Se habla con insistencia del llamado “síndrome del edificio enfermo”, es decir, un “conjunto de síntomas” que pueden afectar, según los estudiosos, a 20% de los trabajadores de un mismo inmueble.
Los especialistas proponen un programa de vigilancia para detectar “alergias en fase precoz” y controlar seguido los “niveles máximos tolerables de contaminación”. Sugieren el aprovechamiento de la luz y la ventilación naturales para ahorrar electricidad. “Pero con frecuencia –se quejan– hacen todo lo contrario, y el resultado son edificaciones que generan un desperdicio irracional”.
Algunos arquitectos claman volver a los orígenes, a repensar los aciertos del diseño de viejas construcciones, donde el ahorro de electricidad llega a ser de 36% en el aire acondicionado y de 11% en la iluminación.


DIEZ PREVISIONES PARA EL PRÓXIMO 2007

La firma estadounidense Battelle: www.battelle.org, en sus viajes al futuro, recogió
en su rápida visita al próximo año 2007 algunos horizontes
1. La desaparición de cables y alambres para la comunicación, la transmisión de datos y la distribución de la energía cambiará el espacio de las viviendas de modo notable. Los equipos de cómputo, los teléfonos, e inclusive las lámparas y otros artefactos como planchas y cafeteras, no tendrán que estar conectados a ningún punto de la pared. En los hogares, los sistemas de ahorro de energía podrían incluir techos recolectores de energía solar, eliminando de ese modo la transferencia de electricidad que se hacía mediante los cables.
2. Habrá cada vez menos edificios “enfermos”. En la actualidad, el aire que se hace circular dentro de los edificios es motivo de preocupación por las bacterias que suelen proliferar en los sistemas de ventilación. Nuevos productos, capaces de desarrollar “filtros inteligentes”, se pondrán en los sistemas de aire acondicionado. Conceptos innovadores, como “las superficies antialérgicas y antibacterianas”, o las alfombras “autoaspiradas”, actuarán como filtros sucedáneos. En el hogar, y en el jardín, habrá avances con el desarrollo
de pastos recombinados con métodos genéticos, los cuales no requerirán para su mantenimiento tratamientos químicos.
3. Se pondrán de moda monitores para
la salud en el hogar, los cuales mostrarán en todo momento un amplio rango de las funciones físicas, a la vez que analizarán la nutrición y los programas de ejercicios de los habitantes de ese envidiable paraíso tecnológico.
4. El administrador de desechos cumplirá, por su parte, con funciones vitales dentro del hogar, ya que reciclará y / o eliminará de manera organizada todos los residuos. Se habla, además, que para ese año se verificarán adelantos en el reciclaje y tratamiento casero del agua.
5. Los aparatos telefónicos y de cómputo llegarán al colmo
de la miniaturización. Los hand-helds y las computadoras inalámbricas altamente especializadas ayudarán a poner al día a un usuario repleto de actividades, como planear el fin de semana o administrar los ahorros e inversiones.
6. La televisión de alta definición digital (HDTV), que ya existe ahora, para entonces será distribuida masivamente, a la vez que incorporará otras opciones, como la videoconferencia, el cómputo y las redes electrónicas. Para obviar costos, muchos de esos sistemas avanzados serán subarrendados.
7. Y para los que todavía no han sido deslumbrados por ese futuro a la vuelta de la esquina, los investigadores de Battelle aseguran que habrá proyecciones virtuales y sofocantes ambientes de sonido para realzar los de por sí imponentes juegos de la computadora, los sistemas de música, los de video-entretenimiento o el equipo para ejercitarse. Tendrá lugar entonces una convergencia entre la información, el cuidado de la salud y el entretenimiento.
8. El comercio electrónico ya no será un asunto complicado. La clientela, desde la comodidad de su casa, disfrutará el saludable ejercicio de comprar electrónicamente y de efectuar sus transacciones bancarias sin complicaciones, de modo seguro.
9. En algunas habitaciones muchos aparatos se activarán con la voz del dueño de la casa, como los televisores y las luces .
10. El desarrollo de nuevos y más potentes sistemas de identificación situará la seguridad personal en otro nivel: la protección de la vivienda, de los autos, de las redes de cómputo y del comercio electrónico harán que la gente del mañana
(apenas dentro de cinco años) duerma más tranquila.

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