Gaudí y el WTC

A seis meses de la caída de las Torres Gemelas, han aparecido arquitectos con propuestas de sustituir las torres por una construcción agradable, con árboles, pequeños edificios residenciales, plazoletas y un comercio elegante y movido. Algo antropométrico, condición que el WTC no consideraba.
El inmenso complejo provocaba en el peatón una sensación desagradable de insignificancia. El espacio entre los edificios canalizaba el viento del mar y hacía imposible estar en la plaza del medio más de dos minutos.
La idea del minibarrio parecería perfecta, para mostrar al mundo que Nueva York no tan sólo superó el choque, sino que salió mejorado de él.

Con los edificios, se derrumbó nada menos que 20% del espacio físico para oficinas en el sur de la isla de Manhattan. Muchas de las compañías que estaban allí, quebraron. Otras, las que sobrevivieron, necesitarán una nueva sede si es que el WTC se transforma en un minibarrio (o un parque, o un monumento por la paz). Esa posibilidad fue la señal para que las organizaciones ambientales –tradicionales enemigas de los rascacielos– defendieran la reconstrucción del complejo.

En 1910, el arquitecto catalán Antoni Gaudí (1852-1926) imaginó un rascacielos para Nueva York; retomar el proyecto sería la solución para el problema que hoy tiene la Gran Manzana.

La razón: las compañías sin techo se diseminarían por todo Nueva York y por el estado vecino, Nueva Jersey, acompañadas de tránsito, contaminación, basura y gente, y arruinarían las escasas áreas verdes de la región. ¿Pero quién construiría un nuevo WTC ?

Pros y contras de una reconstrucción

En otras propuestas, el dueño del leasing del WTC ha sugerido que se hicieran cuatro torres de 50 pisos, en lugar de dos de ciento y pico. Aunque, estamos de acuerdo: ¡qué anticlímax!, sustituir aquellos dos gigantes del horizonte por cuatro edificios de poca monta... Alguien más propuso construir réplicas de las torres, pero huecas, completamente desocupadas.

Pero, ¿cómo ponerle peros al genio creador de un arquitecto muerto, que ya es una leyenda? En el Centro de Estudios Gaudinistas (CEG), en Barcelona, España, se encontró una serie de dibujos de un rascacielos proyectado por el arquitecto Antoni Gaudí. Según el CEG, el edificio fue diseñado en 1910 o 1911 por encomienda de unos empresarios americanos que querían un gran hotel en Nueva York. Sin embargo, el proyecto se perdió. Quedaron solamente algunos dibujos hechos por el escultor Llorenç Matamala i Piñol, amigo y colaborador de Gaudí. Las ilustraciones muestran un edificio que sería el más alto de Nueva York en su época: 310 metros de altura, 100 menos que el WTC, 60 menos que el Empire State, construido en el 1931.

La gran torre del Gran Hotel de Gaudí, rodeada por ocho torres menores, podría alojar gran parte de las oficinas destruidas. Representantes de los especialistas en la obra de Gaudí –una comisión de los mejores entre ellos– podrían descubrir las intenciones del arquitecto detrás de los dibujos y rehacer el proyecto a la luz de los tiempos actuales, y con tecnología moderna, terminar la obra en un plazo razonable.

La obra de Gaudí –un ferviente católico– se nutría del enorme respeto que le inspiraba la cultura islámica. Tanto era así, que sus obras están repletas de mosaicos coloridos y patios agradables inspirados en la arquitectura de los árabes que ocuparon España en el siglo VIII. Sin decir que, con sus formas orgánicas, el edificio sería un lugar mucho más agradable que cualquiera de los hechos con acero y vidrio –y atraería inquilinos y turistas.

Para completar, el edificio tiene muchas formas curvas, ideales para la construcción de templos. La planta baja podría reservarse para fines religiosos –una iglesia católica, un templo protestante, uno budista, uno hindú, una sinagoga, una mezquita. Al fin y al cabo, Nueva York es la ciudad más multicultural del mundo. Fuente: Buscador de Arquitectura www.arg.com.mx Noviembre del 2001.

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