Las caras de Calatrava

Santiago Calatrava Valls nació en Benimamet, cerca de Valencia, España, en 1951. Estudió arte, arquitectura e ingeniería civil y se doctoró en Ciencias Técnicas en el departamento de Arquitectura en Zurich, ciudad en donde, después de culminar sus estudios, prefirió establecerse.
Como artista dotado, Calatrava ha expuesto sus esculturas en numerosas oportunidades. Además, siempre ha sabido mezclar sus diferentes oficios, y eso explica que haya obtenido a lo largo de su carrera tantos premios.

También, debido a la influencia de sus construcciones, siempre a la vista -museos, estaciones de tren, puentes y otros espacios públicos-, es uno de los ingenieros más populares (inclusive, por si no lo sabía, es miembro honorario del Colegio de Arquitectos de la ciudad de México, entre otros títulos de toda índole que le han sido conferidos hasta la fecha).
Por lo pronto, hoy se lo pelean algunas ciudades, como Venecia, que ya le mandó hacer un puente, o Atenas, para que construya una imagen de esa urbe antes de los Juegos Olímpicos de 2004. Calatrava patentó la imagen de Sevilla para la Expo 94, y del centenario, con su espléndido Puente del Alamillo, una gran Arpa que remonta el Guadalquivir de la ciudad a la isla de La Cartuja, con su enorme mástil que sobrepasa a la Giralda.

Mi propósito al diseñar el Pabellón era mostrar cómo, con un material tan moldeable como el concreto, era posible fraguar un enlace entre la tecnoloí’a de la construcción de edificios y las formas perfectas de la naturaleza.
Los elementos prefabricados son la respuesta justa a las demandas de un diseño libre. La calidad de los principales materiales, las pequeñas tolerancias y el uso repetitivo de moldes aseguran la econom’a de la producción, aún con formas muy difíciles.
Santiago Calatrava

En Oakland, Estados Unidos, se levanta su obra más reciente: la primera gran catedral de este nuevo milenio. Se trata de dos manos en oración que se abren hacia el cielo y dejan pasar la luz por los intersticios de los dedos, llenando el espacio de la inmensa bóveda.
Una lista de todas sus obras y de todos los premios que ha recibido se puede revisar en su página oficial en Internet: www.calatrava.com, que no es una más de las muchas que existen, y que, aunque sea la oficial, tiene unas cuantas cosas maravillosas, pero nada que deje anonadado. Inclusive, si cabe la expresión, es una página austera. Las otras, las levantadas por una legión de admiradores, a veces muestran más audacia, sobre todo por los recursos tecnológicos disponibles que har’an lucir con mayor espectacularidad las haza–as constructivas de Calatrava. Con recursos multimedia es posible sacar mucho m‡s provecho.
Con efectos flash, letra a letra de la palabra Calatrava, todas mayœsculas, se abre la carátula sobre fondo negro, mostrando de inmediato, como una interrupción indeseada, un enlace con la revista TIME, en la que aparece un artículo ilustrado que destaca al arquitecto como lo mejor de lo mejor en el campo de la construcción, por la ampliación del Museo de Arte de Milwaukee, un edificio que de veras corta el aliento y hace pensar en cajas toráxicas y en hœmeros de pájaros y alas desplegadas.
Los elementos de su sitio web son, en un eje, el Portafolio, las Publicaciones, la Biografía, las Oficinas y las Novedades. En esos espacios, Calatrava, o su organizador de página, amplían con todo detalle las características de la obra, inclusive la que se halla en proceso de gestación. Y en esos espacios es donde esta página ofrece gratas sorpresas visuales, ya que deja ver todos los ángulos y perspectivas importantes, con fotos, maquetas y demás, de sus puentes, esculturas, muebles y demás parafernalia creativa.
Hay algo en Calatrava que recuerda a los surrealistas heroicos. No a los comerciales, como Dalí, sino a los que sumergieron las formas en las honduras de sus sueños, como Félix Candela, quien fue su maestro. La obra de este realizador de estructuras imposibles, que ahora expone (no se lo pierda) en el Palacio de Minería de la ciudad de México, colinda con las formas de la naturaleza, con los huesos, o las rocas marinas, o los brazos torcidos de los árboles. El visitante de su página puede desplegar para su estudio varias opciones: edificios pœblicos, esculturas, muebles, construcciones plegables y, por último, ensayos y esbozos. En la parte superior, alineadas en otro eje, se acomodan los cuatro órdenes: el Cronológico, el Tipológico, el de la Ubicación de la obra y el Alfabético. Las fotografías y otros documentos pueden ser invocados por el cibernauta, por lo regular, con menos de tres clics.
Inspirado por el mítico arquitecto Gaudí, Calatrava consigue que sus estructuras se suspendan en el aire, que vuelen, como sus aeropuertos, que crucen los ríos, como sus puentes, o que recen, como sus catedrales. Un pensamiento de Calatrava ayudará a digerirlo en todo su genio: "Como arquitecto, mi afán es erigir edificios útiles, por supuesto, y en mi caso siempre intento trabajar de manera clara y honesta, es un propósito que es a la vez legible y transparente. Pero también siento que, como arquitecto, debo utilizar los medios a mi alcance como un medio para hacer declaraciones estéticas, del mismo modo que lo hace un pintor o un escultor".
Santiago Calatrava
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