Prefabricados en la selva yucateca
La torre de control del Aeropuerto Internacional de Chichén Itzá
Por Isaura González Gottdiener

Un aeropuerto internacional para una zona arqueológica de fama mundial

La razón de esto era que sólo se contaba con una aeropista de apenas 1 100 m de longitud, con franjas de seguridad de 20 m en los costados, la cual podía recibir únicamente aeronaves con capacidad máxima de 30 pasajeros y no contaba con servicio de combustibles, ni con cuerpo de rescate y extinción de incendios, ni con una adecuada sala de pasajeros para darles los servicios indispensables.

Para atender debidamente la demanda del turismo hacia esta zona arqueológica, el Gobierno del Estado y la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) unieron esfuerzos en la construcción del Aeropuerto Internacional de Chichén Itzá.

Enclavada en la península de Yucatán, a un costado de la carretera que comunica Mérida con Puerto Juárez, Chichén Itzá es una de las zonas arqueológicas que recibe más visitantes a lo largo del año. A esta magnífica ciudad maya, la mayoría de los turistas tenían que llegar por vía terrestre, procedentes de las ciudades de Mérida, Chetumal, Cancún, Cozumel y Tuxtla Gutiérrez principalmente, mientras que una mínima parte lo hacía por medio de la aviación comercial.

 

Éste se ubica en el municipio de Kaua, a 12 km de la antigua ciudad maya y a 30 km de la población de Valladolid. Sus instalaciones fueron diseñadas para atender vuelos internacionales, a fin de que pudiera recibir a turistas de todo el mundo y convertirse en una sede alterna a las terminales aéreas de Mérida y Cancún, que movilizan casi 2 millones de pasajeros anuales, muchos de los cuales se dirigen a las zonas arqueológicas, de las cuales Chichen Itzá es la de mayor afluencia.

Las obras, divididas en dos etapas, se iniciaron el 20 de septiembre de 1998 y se terminaron en 1999; la inversión total fue de 93.3 mdp. Cuando se realizó el trazo de la pista se encontraron vestigios arqueológicos, que se exhibirán en un museo de sitio previsto dentro de la infraestructura del puerto aéreo. Con la construcción de esta terminal, se fortalece la comunicación peninsular con el resto del país y se impulsan las actividades turísticas de la región.

El proyecto consideró la construcción de una pista de 2 800 m de longitud y 45 m de ancho, con superficie de rodamiento de concreto hidráulico y franjas de seguridad de 42.5 m de ancho libres de obstáculos en ambos lados. Además, hay dos calles de rodaje de 127.5 m de longitud por 23 m de ancho, cada una para desalojar rápidamente la pista. La plataforma de operaciones tiene capacidad para tres posiciones simultáneas de aviones 720-200 con movimiento autónomo, y todo el sistema puede atender la operación de aeronaves hasta del tipo boeing 767-200. El aeropuerto cuenta con una infraestructura de duct os para canalización de energía eléctrica a pista, tiene un camino de acceso de 1 138 m de longitud y 9 m de ancho de corona y un estacionamiento con capacidad para 1 320 automóviles y cuatro autobuses de turismo. Estas obras estuvieron a cargo de la SCT.

El Gobierno del Estado y la iniciativa privada fueron responsables de la construcción del edificio terminal, la estación de combustibles, la red de hidrantes, el edificio para el cuerpo de rescate, la planta de tratamiento de aguas residuales, el edificio de autoridades aeronáuticas y la torre de control. Esta última es una estructura de 22.50 m de altura, totalmente prefabricada en concreto y construida en apenas tres semanas, lo que le valió el "Premio Obras Cemex 2001" en la categoría Usos Innovadores del Concreto, por la novedad de haberse realizado en un tiempo récord con un mínimo de elementos de gran tamaño de concreto prefabricado.

La prefabricación al servicio del diseño y la construcción

El proyecto de la Torre del Aeropuerto Internacional de Chichén Itzá fue realizado por el arquitecto yucateco Augusto Quijano, y la construcción estuvo a cargo de Predecon S. de R.L. Todos los elementos que integran el edificio fueron diseñados para ser prefabricados, ya que así se facilitó la ejecución de la obra, cuya posición geográfica -en una zona carente de servicios- habría retrasado su realización. En la primera etapa de la terminal aérea, Predecon también fabricó e instaló la estructura, consistente en columnas, trabes y techos tipo doble "T" prefabricados. Los excelentes resultados en términos económicos y de tiempo fueron factor decisivo para emplear este sistema no sólo en la estructura de la torre sino también en sus elementos arquitectónicos.

La Torre de Control fue concebida como un mecano, para ser ensamblada en obra por medio de 2 grúas de 70 y 80 toneladas y equipo pesado; de este modo, el proceso de construcción se inició desde el momento mismo en que el equipo de Augusto Quijano Arquitectos S.C. realizó en computadora un modelo virtual del proyecto propuesto que muestran todos los componentes. El edificio se integra por 60 piezas de concreto y una estructura metálica prefabricada en planta compuesta de perfiles de acero A-36. Todas las piezas fueron dimensionadas para poder ser transportadas e izadas sin dificultad, y se elaboraron en la planta de Predecon ubicada a 70 km de distancia de la obra.

El edificio se forma por cuatro columnas principales ancladas a la losa cimentación, la cual fue colada en sitio anclada a roca, y 11 trabes de conexión y apoyo de las escaleras que forman el esqueleto portante; éste soporta ocho paneles de fachada con perforaciones circulares laterales y sostiene la cabina de control. Uno de los problemas de la prefabricación fueron las tres losas redondas de los dos entrepisos y azotea cuyo diámetro, de casi 8 metros, superaba las dimensiones permitidas por la Secretaría de Comunicaciones y Transportes para ser transportadas en el trailer de 2.44 m de ancho; entonces se optó por dividirlas en tres secciones y realizar un colado de unión en sitio para después izarlas y colocarlas en su posición final. Las escaleras que conducen a la cabina de control también son prefabricadas, al igual que los módulos de la subcabina.

Todos los elementos se fabricaron conforme a las dimensiones del proyecto, las cuales se ajustan a las normas internacionales en materia de servicios aeropuertarios; en los paneles de fachada se marcaron buñas falsas que dan ritmo y continuidad al edificio. El cuerpo que sostiene a la cabina es de seis niveles de altura, y aquélla tiene dos entrepisos, al último de los cuales se asciende por una escalera de caracol.

Los prefabricados que integran la Torre de Control del Aeropuerto Internacional de Chichén Itzá fueron realizados en cuatro semanas, y el montaje se hizo en un lapso de tiempo igual, sumando un total de ocho semanas desde prácticamente la concepción del proyecto hasta su terminación. Este edificio es un magnífico ejemplo de cómo el trabajo conjunto de arquitectos, ingenieros, dibujantes y montajistas puede hacer realidad obras de sencillez constructiva que cumplen claramente con su función y tienen una sólida imagen

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