Optimismo Moderado
Por Jesús Rodríguez Vargas

La recesión productiva estadounidense empezó en marzo del 2001 y finalizó en diciembre del mismo año y comprende tres trimestres negativos del Producto Interno Bruto (PIB); la recesión mexicana fue de seis trimestres a partir del 2000-IV hasta el 2002-I, comportamiento medido con datos desestacionalizados (Gráfica 1).

En el tercer trimestre del 2002, el PIB de Estados Unidos creció 3.1% con respecto al trimestre anterior; para las autoridades monetarias de

Estados Unidos (FED) este trimestre lo califican de “ligero estancamiento” a pesar de que creció por encima del 1.3% del segundo trimestre (Gráfica 1); se basan principalmente en la caída de la producción manufacturera y en la inversión privada durante el periodo agosto-octubre.

En cambio, en conjunto el crecimiento acumulado en lo que en el tercer trimestre es 2.2%, superior al 1.8% del semestre y al 1.4% del primer trimestre, es decir, que la economía está creciendo moderadamente con tendencia ascendente (Gráfica 2).
Mientras en México el PIB creció 1% en julio-septiembre con relación abril-junio. Es un crecimiento débil ya que es menor al del trimestre anterior 1.3%, es una desaceleración (Gráfica 1). Si consideramos los primeros nueve meses del presente año representan un ligero crecimiento de 0.6%, y como es una cifra cercana al cero es posible interpretarlo como un estancamiento, pero visto en proceso y debido a que es mayor a la tasa casi cero del semestre y al decrecimiento (-2%) del primer trimestre, entonces hay una pequeña recuperación (Gráfica 2).

Si observamos los datos desde una tercera medición, la única en México hasta hace poco, la tasa anualizada de los datos reales originales, (Gráfica 3) entonces se modifica la percepción porque el comportamiento económico nacional muestra una tendencia primero a desacelerarse (00-IV, 01-I), después se estanca (01-II), entra en recesión (01- III, IV, 02-I) y finalmente se encuentra en recuperación (02-II, III). Con esté cálculo son tres trimestres negativos y no seis como en los datos desestacionalizados. Además, la recesión es más profunda y la recuperación más alta.

Con cualquier de las tres metodologías, es evidente que durante el 2002 no se está produciendo una nueva recesión como se temía, a partir de los escándalos corporativos, por la crisis del mercado de valores y, posteriormente, por la posibilidad de la guerra. Pero tampoco ha crecido la producción de Estados Unidos y la de México a las tasas estimadas a principios de año, cuando las perspectivas se veían mejores, de tal suerte que podemos calificar como una recuperación moderada en Estados Unidos durante los tres trimestres, y en México desde el segundo trimestre.

ESTADOS UNIDOS

La economía estadounidense evitó una crisis grave en el 2001 y sostiene el ritmo de crecimiento por las siguientes razones: 1) la disminución y el control de la inflación durante los 90´s. La recesión del 2001 era previsible y esperada desde que se alcanzó un prolongado periodo de crecimiento y era evidente que la economía estaba “sobrecalentada”, es decir había una sobreproducción y sobreacumulación de mercancías, en especial en el sector de telecomunicaciones e informática, en la llamada “nueva e-conomía”.
Fue entonces, que, con los primeros síntomas de recesión, la FED disminuyó las tasas de interés de 6% a principios del 2001 a 1.25% en noviembre del 2002, en un proceso de disminución consecutiva. 2)

La economía de Estados Unidos y de México continúa en su cuarto y segundo trimestre de recuperación respectivamente.

El mejoramiento y el superávit en las finanzas públicas en el periodo 1998-2000 permitieron que el gobierno de Bush disminuyera y devolviera impuestos a los contribuyentes, además de aumentar el gasto público antes y después de los ataques de septiembre. Los dos principales instrumentos de política económica, la monetaria y la fiscal, fueron utilizados para atenuar los efectos dañinos de la recesión del 2001

Aunque la recesión incrementó el desempleo del 4% al 6%, se ha conservado el gasto del consumidor como el principal factor del crecimiento de Estados Unidos ya que normalmente representa las dos terceras partes (66%) del PIB. En el último trimestre el gasto del consumidor representó 2.95 puntos porcentuales de los 3.1 que tuvo el PIB, un extraordinario 98%. Esta participación se da en medio de la publicación de encuestas del “Sentimiento de Consumidor” que muestran una caída considerable, desde hace cinco meses, en la confianza actual y en las expectativas de la economía y, sin embargo, el consumo no ha decaído.
Resultado del manejo oportuno, rápido y eficaz de la política económica y del excedente de mercancías, las empresas automotrices promovieron excepcionales ofertas de ventas que estimularon la compra de automotores; las bajas tasas de interés hipotecarias fomentó la adquisición y la construcción de nuevas viviendas. Los dos sectores, el automotriz y la construcción, considerados tradicionalmente los termómetros de la economía han sido muy dinámicos incluso en la fase recesiva del 2001.

El gasto gubernamental también fue decisivo para el crecimiento, en el último año contribuyó con 29% al total del PIB. Mientras el PIB creció 3% en un año, el gasto público lo hizo en 4.8% y un importante componente en estos momentos, la defensa nacional, se incrementó en 9.7% anual. Por tanto, el gasto del consumidor y el gasto público son los soportes de la economía de Estados Unidos y los que evitaron que la recesión fuera larga y profunda.
El tercer componente del PIB, la inversión privada fue ligeramente negativa (-0.3%) en el último trimestre, después de importantes aumentos en los dos primeros trimestres del 2002 (Gráfica 4). Sin embargo, hay signos alentadores con la recuperación del sector de Equipo y Software en los dos últimos trimestres (3.3 y 6.5%) después de seis trimestres negativos y, también, por el incremento en la venta de computadoras (75%). Lo anterior es la señal que el sector de la alta tecnología que provocó la etapa de prosperidad, finalmente, supera la crisis de sobreproducción y la recesión.

MÉXICO

México muestra una recuperación más débil comparada con Estados Unidos. También, es un crecimiento menor con relación a los dos primeros trimestres posteriores a la crisis de 1995.
En el tercer trimestre del 2002 los tres sectores de la actividad económica crecieron: el industrial 0.6%, servicios 2.6%, y el sector agropecuario 1.6%. Al igual que en Estados Unidos el crecimiento se sustenta en el sector servicios mientras que el industrial se comporta débilmente, en los primeros 9 meses es el único con tasa negativa (-.4%). De los cuatro sectores de la actividad industrial, la minería y manufactura decrecieron (-0.8% y –1.1%) y los dos restantes, electricidad-gas-agua y construcción aumentaron 3.5% y 1.7% respectivamente.
Como se observa en la gráfica 5 las variaciones porcentuales de la actividad industrial son negativas desde febrero del 2001, aunque en los últimos cinco meses las tasas tienden a cero; en tanto que el comportamiento de la construcción fue de caídas más profundas que el sector total en el 2001 pero se recuperó a principios del 2002 y el crecimiento real es entre 1% y 2% en los últimos seis meses.

En cuanto a la capacidad utilizada de las empresas constructoras por tamaños, en ningún nivel se ha recuperado el punto más alto alcanzado en el tercer trimestre del 2000: en las empresas grandes se llegó a perder 9 puntos porcentuales en el trimestre más recesivo (el primero del 2002); las constructoras medianas, pequeñas y micros, perdieron 4 y 7 puntos porcentuales. Aunque como se muestra en el cuadro 1 en los dos últimos semestres hay una ligera recuperación. No obstante, el impacto social de la crisis de la construcción es en el empleo; el número más alto de empleados fue en el mes de agosto de 2000 con 272.5 mil plazas, y se perdieron gradualmente hasta llegar a 137.6 mil puestos en marzo del 2002, un 50% de menos empleos; hasta agosto del 2002 se registra una leve recuperación de 2.6 por ciento.

CONCLUSIONES

Una lección de los últimos tiempos es la importancia de la estabilidad monetaria y la fortaleza fiscal para hacer frente a las recesiones y alentar las recuperaciones. Estados Unidos mostró un ejemplo de prosperidad, crecimiento productivo y mejoramiento social, durante 1995-2000; las autoridades monetarias y fiscales de Estados Unidos actuaron rápidamente para enfrentar la crisis económica, con disminución de tasas de interés y gasto público, e incluso en el último trimestre la FED volvió a bajar la tasa de interés en 0.5% para animar la actividad productiva.
En realidad, en Estados Unidos se pudo aplicar políticas anticíclicas porque la inflación fue muy baja, y las finanzas eran superavitarias. Después de muchos años de descontrol monetario y fiscal, se logró en Estado Unidos la estabilidad macroeconómica y la confianza de los inversionistas, por tanto hay condiciones adecuadas para que continúe en los próximos años una fase de prosperidad.

México a partir de 1996 fue jalado por Estados Unidos y logró cinco años de excelentes tasas de crecimiento con una reducción gradual de la inflación y un manejo estricto del déficit público. La prosperidad del socio mayor fue decisiva para el crecimiento del PIB. Por lo pronto no ha sido suficiente el efecto de arrastre porque las exportaciones al país vecino aún siguen por debajo del 2001, cuando cayeron con respecto al 2000, un año récord. La debilidad de la actividad industrial estadounidense no ayuda a nuestras exportaciones.

Es correcto confiar en que una mejor recuperación de Estados Unidos va a remolcar de nuevo a México. Pero una gran parte de la tarea está a nivel nacional. La administración responsable y sana de la política monetaria y fiscal sigue siendo fundamental para la estabilidad financiera, monetaria y cambiaria, pero sin duda las llamadas reformas estructurales (eléctricas, fiscal y laboral) de las que tanto se habla en estos tiempos, estimularían la inversión, el crecimiento económico y el empleo.

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