Para inundaciones recurrentes
Por Rosa Álvarez

La ciudad de Moyeuvre-Grande, situada en el este de Francia, en la Lorena, alberga una antigua mina de hierro cuya explotación se interrumpió definitivamente en 1977.

La paralización del dispositivo de bombeo de achicamiento –consecuencia del abandono de la mina– y la obstrucción de las antiguas galerías en 1998 originaron graves problemas para la población, al inundarse regularmente los numerosos sótanos.

Las dificultades fueron de tal magnitud que una parte de los habitantes de los barrios bajos tuvieron que abandonar sus viviendas, que se habían vuelto insalubres.
La explicación de esta catástrofe es que la ciudad descansa ahora sobre un gigantesco depósito subterráneo, alimentado por la capa de aluvión de aproximadamente 120 millones de m3 , cuyas variaciones de nivel provocan este fenómeno recurrente.

La construcción de una galería subterránea de 230 m de longitud permitirá a los habitantes de la antigua ciudad francesa minera de Moyeuvre tener los pies secos de una vez por todas.El objetivo es bajar cinco metros el nivel freático, extrayendo el agua por gravedad mediante una canalización de achicamiento que desembocará a 450 metros,en el río Orne.

Por otra parte, los pozos de bombeo de gran capacidad, instalados como medida de emergencia, demostraron su ineficacia para resolver de manera definitiva las repetidas inundaciones.

Un sistema de vaciado por gravedad

Los estudios e investigaciones realizados por la Dirección Regional de Industria, Investigación y Medio Ambiente (DRIRE, por sus siglas en francés), de Lorena, permitieron comprender y cuantificar el problema para luego concebir una solución definitiva que erradicara las inundaciones. El proyecto, con una inversión de 11 millones de euros, consiste en crear un nuevo nivel de desbordamiento, más bajo que el anterior, reduciendo la capa del depósito minero de 2.80 a 3.80 m por medio de desagües de gravedad calculados para un caudal de crecida de 10 m 3 /s.
Una de las partes más delicadas de las obras fue la construcción de un drenaje subterráneo de 228 m de longitud, una sección transversal de 25 m 2 y una pendiente de 0.2% bajo la restricción de no utilizar sistemas convencionales que causaran fuertes movimientos en el subsuelo.
La obra se inició en el verano de 2001, durante el periodo de estiaje del río Orne, con una primera fase de trabajos preparatorios entre los que se incluyó el reconocimiento de un pozo ciego (totalmente sumergido) por un equipo de buzos, lo que permitió completar la información concerniente a la geología y a la trayectoria real de la red minera existente. Estos estudios, que se llevaron a cabo a partir de una antigua galería minera descendente –abierta de nuevo al amparo de una "berlinesa" (la obra estaba parcialmente rellanada u obstruida por derrumbamientos)–, permitieron reconocer, mediante sondeos de muestreo de perforación horizontales, los terrenos a encontrar durante los 90 primeros metros de la nueva galería.

Una vía a mitad del camino

Pasada esta distancia, otra nueva galería –cuya perforación se inició en el verano de 2002– se desvió ligeramente para enlazarla con la primera.
Las obras subterráneas, que se terminarán a finales de octubre de 2003, se realizan por derribo mecánico con la colocación de cimbra, así como de concreto lanzado por vía seca. En cuanto a la excavación a "cielo abierto", una canalización de achicamiento enterrada de cinco m de ancho y 450 m de longitud, constituida por paredes moldeadas y un revestimiento de concreto, captará las aguas a fin de verterlas, siempre por gravedad, en el Orne.
La principal dificultad que se presentó durante los trabajos mencionados, además de la capa freática omnipresente de esta fase exterior, que se realizó durante el periodo de estiaje de 2002, fue el tener que salvar una vía de ferrocarril de la Compañía Nacional de Ferrocarriles Franceses (SNCF, por sus siglas en francés).
La solución que los responsables del proyecto eligieron para eludir el obstáculo y poder excavar los 45 m de galería (diámetro interior de 2 900 mm) necesarios para el paso fue un escudo que funciona con aire comprimido.
Gracias al escudo, la perforación y la colocación de las dovelas, la totalidad de la obra hecha con una cobertura del orden de tres m bajo carga hidrostática de cuatro m se pudo realizar en cuatro jornadas seguidas de 24 horas.
Un teodolito motorizado instalado para medir, en tiempo real, los desplazamientos de 60 indicaciones de nivelación dispuestas en las vías, permitió comprobar que éstos no excediesen los umbrales previamente fijados, situándose los valores entre + 3 mm.

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