Una nueva vida para el Centro Histórico
Por Mireya Pérez Estañol

 

Sin duda, constituye un magno empeño el rescate de nuestro Centro Histórico (CH), el más grande y emblemático de Iberoamérica, con 9.5 km 2 , 668 manzanas y unos 1,500 edificios de carácter monumental. Para este fin trabajan varias instancias –la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda del Gobierno del Distrito Federal (SEDUVI), el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), el Fideicomiso Centro Histórico (FCH) y el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH)–, cada una con una serie de responsabilidades específicas, pero vinculados mediante la Mesa Interinstitucional para el Centro Histórico, que reúne al INBA, el INAH, el FCH y la SEDUVI, un esquema de gestión sumamente funcional, pues cada semana revisan proyectos entre todos, para lograr un consenso institucional y que el usuario tenga la posibilidad de interpretar las opiniones de las instancias, en un nivel de solución bastante rápido.

Construcción y Tecnología acudió a algunas de dichas instancias para obtener información de primera mano acerca de los planes y perspectivas de este ambicioso proceso, gracias a lo cual brindamos a nuestros lectores una panorámica al respecto.

Actualmente, quien transite por el antiguo corazón de la ciudad de
México deberá sortear calles cerradas, colmadas de camiones llenos
de materiales o de traxavos, o bien sorprenderse ante las grúas y los
andamios instalados frente a una nueva construcción o de un inmue-
ble catalogado, en plena restauración, que le saldrán al paso.

Respetar el contexto
La arquitecta Sara Topelson de Grinberg, directora de Arquitectura y Conservación del Patrimonio Inmueble y del Museo de Arquitectura del INBA, llama la atención acerca de que el CH está siendo intervenido desde muchos ángulos. “Por ejemplo, el FCH se encarga de la restauración de infraestructura, con un sistema de concreto grabado muy interesante. Y cito en principio esta intervención por su importancia, pues sin ésta las demás no serían factibles.
“Uno de los trabajos que el CH requería con mucha celeridad era precisamente esa recuperación de sus instalaciones, sus redes hidráulicas, etc. Al mismo tiempo, se está revisando todo el mobiliario urbano, con la labor conjunta del INBA, el FCH, el INAH, Sitios Patrimoniales, y de SEDUVI, para así ordenarlo correctamente”.

Para la arquitecta Topelson resulta esencial la labor de la Mesa interinstitucional, “pues un solicitante de una potencial intervención en el CH no necesita ir de oficina en oficina, basta con que entre en una; si el inmueble es histórico, por lógica, deberá presentar su propuesta en el INAH, pero de todos modos se analizará en la Mesa. Así, si es artístico entrará al INBA, y si es nuevo, a SEDUVI, pero sin importar dónde in-gresen los trámites, habrá un consenso de trabajo y el nivel con prioridad marcará el lineamiento a seguir. Tratamos de evitar la burocracia y facilitar el proceso a los inversionistas, quienes con el visto bueno de la Mesa a ingresan a Delegación para obtener la licencia al proyecto”.
El INBA, en específico, don-de más se involucra es en aque-llos edificios catalogados por su valor artístico. “Tenemos una lista registrada en las delegaciones correspondientes ubicando estos inmuebles, que entre los del Distrito Federal y el resto del país suman más de 11 mil inventariados.
Sólo en el CH están ca-talogados como de valor artís-tico 1,195. Por lo tanto, para intervenir en éstos los propietarios requieren el visto bueno de nuestra di-rección en el Instituto.

“En esos casos, recibimos las propuestas o, incluso, los proyectos, y aquí se hace un análisis de factibilidad de dichas intervenciones, que son de varios niveles; las más simples, que son menores, sin mayores complejidades pues son reparaciones, pintura, etc; luego, están los trabajos mayores, se trate de adiciones o nuevas construcciones en éste o, sobre todo, en la parte trasera.
También están algunas transformaciones estructurales por su fragilidad, derivada de muchos factores como son el daño provocado por los sismos, la falta de mantenimiento, la humedad, por citar pocos ejemplos.
“El tercer caso, más profundo, es cuando se solicita demolición total. Aquí, uno de los requisitos consiste en presentar el proyecto de sustitución, primero para ver su integración en el contexto y segundo para constatar que la calidad de la construcción propuesta es igual o mejor que la existente”.

Destaca la entrevistada que, en términos generales, la mayoría de los inversionistas son desarrolladores de vivienda, que conservan la parte frontal, incluidas la fachada y hasta la segunda crujía del inmueble previo, y todo el edificio se hace nuevo, básicamente con departamentos de interés social, aunque ya hay algunos de interés medio, lo cual, en su opinión, resulta muy estimulante. “Además, cada vez hay más intervenciones para recuperar tiendas, talleres, restaurantes y cines, como el antiguo Olimpia, que se está rescatando como un complejo de entretenimiento muy completo”.

Sobre las perspectivas, considera que todas estas acciones sumadas tendrán repercusiones positivas, quizá no de inmediato, pero sí a mediano plazo. “Indiscutiblemente, en-tre los detonadores actuales e
importantes están el hotel Sheraton, el centro de entretenimiento
anexo, así como la recuperación magnífica del Museo Franz Mayer, con un estacionamiento estupendo, lo más seguro posible. Y estos elementos
detonadores están dispersos por todo el Centro, como la Casa de España, detrás de la Catedral, o lo que era Betlemitas, una admirable recuperación a cargo del arquitecto Juan Urquiada. Dichos puntos, aunque aislados, propician a su vez el rescate de muchas áreas, esencialmente dentro del perímetro A.”

Añade que, sin duda, la vivienda es un elemento fundamental para la recuperación del CH. “Todas las demás funciones son importantes, pero ninguna como ésta. Y es una de las filosofías básicas para la consolidación del rescate de esta zona como un espacio vital. No debemos olvidar que parte del problema generador del abandono del Centro fue el éxodo de casi medio millón de personas hacia la periferia de la ciudad, lo cual ha propiciado múltiples problemas, con invasiones a terrenos y mayor tráfico”.
En relación con el uso de materiales, expone que “en las obras nuevas no hay limitaciones, excepto en los casos de restauración de obras históricas –bajo atención del INAH– y en los artísticos, que nos compe-
ten, donde sí proponemos los materiales más cercanos a los originales, siempre que sea posible. Si no, se permiten todos los adecuados.

Lo fundamental es el análisis de la integración al contexto de los nuevos materiales u obras, la propuesta debe ser respetuosa de ese contexto.
“El reglamento, en general, marca cuatro pisos para el CH, pero las obras catalogadas o históricas deben respetarse al máximo, y sólo en las áreas profundas del terreno se admiten las adiciones o construcciones nuevas, pues no son tan perceptibles desde la calle. Sin
embargo, en otras zonas del perímetro B se aceptan hasta seis pisos, en especial de la Alameda hacia la avenida Reforma”.

Rescatar y preservar
Otra voz autorizada en este proceso del CH es la de la arquitecta Laura I. Castillo, Secretaria de la SEDUVI en el DF, dependencia cuyas principales funciones consisten en formular, coordinar, evaluar y ejecutar las políticas, estrategias, líneas de acción, normas, instrumentos y criterios de aplicación en materia de desarrollo y mejoramiento urbano, así como su mobiliario e imagen y, en especial, promover el rescate y la preservación de monumentos.

Respecto a las obras fundamentales realizadas por Seduvi en fecha reciente y a las más significativas previstas para el futuro inmediato, según la arquitecta Castillo, destacan la aplicación normativa de 385 proyectos en el Centro Histórico desde 2001 hasta febrero de 2003 y la
emisión de 66 certificados de restauración en el mismo periodo, así como la revisión y aprobación de proyectos tales como el Atrio de San Francisco, las modificaciones a las fachadas de la Torre Latinoamericana, y respecto a la adecuación de espacios, pueden citarse los trabajos en proceso en la Alameda, la Plaza Cívica Juárez, la renovación de imagen urbana en la zona promovida por el Fideicomiso Centro Histórico y la restauración de la Casa de la Covadonga, una obra incluida dentro del convenio de colaboración con el gobierno de España para el rescate de zonas históricas, en coinversión entre éste, el GDF-SEDUVI- INVI y la Junta de Andalucía.


Sobre la creación de nueva vivienda en la zona, la arquitecta Castillo explica que “resulta esencial la aplicación del Programa General de Desarrollo Urbano de Redensificación en el centro de la ciudad y del Programa Parcial, que promueve la recuperación de vivienda en niveles superiores de las construcciones, permitiendo que en planta baja haya más comercio”.

Advierte que, en el caso de la vivienda, el perímetro más favorecido es el B, sobre todo en las colonias Guerrero y Morelos, donde no sólo se fomenta y promueve la inversión pública y privada en la vivienda de interés social, sino también en una de más nivel. En específico, la Seduvi carece de presupuesto para estos fines, con excepción de lo destinado a través del INVI.
Confirma la arquitecta Castillo que “el concreto, en la construcción de vivienda nueva, es un elemento básico, así como lo es el concreto hidráulico en las calles rehabilitadas y en banquetas”.

Millones en las calles
El Fideicomiso Centro Histórico (FCH) se reactivó como institución pública y dependiente del gobierno del Distrito Federal, el cual destinó 500 millones de pesos (mdp) para una primera etapa, que incluye el rescate
de 34 manzanas, la Alameda Central y parte de la Plaza Cívica Juárez. Así, el FCH es responsable de administrar el recurso público, coordinar los trabajos que desarrollen tanto las empresas privadas que se contraten, como las dependencias gubernamentales involucradas, además de establecer un vínculo con los vecinos, en definitiva, integrando todos los esfuerzos que se realicen en la citada área.

Entre los antecedentes estuvo la convocatoria, en agosto de 2001, del Consejo Consultivo para el Rescate del CH, en el que participaron el gobierno federal, el local y la sociedad civil, es decir, la iniciativa privada. Todos, en conjunto, se propusieron ese rescate y se abrió el FCH para llevar a cabo dicha tarea.
Según explica la licenciada Ana Lilia Cepeda de León, directora general del FCH capitalino, el reto es enorme. “Ante la magnitud del trabajo, se aplican 13 programas, el primero de infraestructura, para lo cual trazamos una estrategia, yendo por núcleos urbanos.

Seleccionamos el inicial, con 34 manzanas, que van de Donceles a Venustiano Carranza, y del Eje Central
Lázaro Cárdenas hasta el Zócalo. La primera calle ter-minada fue la de Guatemala, en la que el gobierno español invirtió 50 mdp, pues uno de los inmuebles se dedicó al Centro de Cultura de ese país.
“En ese núcleo aplicamos un programa piloto, que consta de infraestructura hidráulica, con la renovación de la red de agua potable y drenaje de las 34 manzanas, pues desde 1902 no se abrían las calles en su totalidad, y debemos recordar que el subsuelo de la ciudad tiene un hundimiento anual de ocho cm, es ondulado, lo cual obliga a un trabajo técnico muy especializado y exigente. Por eso, se está poniendo concreto hidráulico de 20 cm, lo cual asegura una alta calidad y, sobre todo, una larga vida útil.

“El otro programa es de imagen urbana, en éste se trabajó con el método de ‘Arquitecto por calle’, con 13 reconocidos restauradores, y se organizaron 13 Grupos Ciudadanos de Apoyo para el Mejoramiento del CH, que administran los recursos del programa junto con el FCH. En principio, hicimos un levantamiento fotográfico de las 34 manzanas, donde hay 668 inmuebles, pues no se trata de maquillar las casas, sino de
un programa de desarrollo urbano. Por esto, se analizaron diversos aspectos, las condiciones estructurales, los riesgos de colapso, etc. Incluso, el INAH nos dio los larguillos de las calles y de cómo eran los edificios
originalmente, y con el diagnóstico actual cada arquitecto hizo la propuesta de arreglo más factible.

“Después, intervinimos en el alumbrado público, con la colocación de luminarias tipo 1,900, por lo que en la actualidad hay unas 530 luminarias en las 34 manzanas, lo cual favorece la seguridad en las noches. Además, se escogieron 23 inmuebles para alumbrarlos de una manera especial”.
La licenciada Cepeda advierte que, entre los múltiples programas liderados por el FCH, resulta significativo el rescate de la Alameda Central, el parque más antiguo de la Nueva España, que data de 1592 y cuenta, con la traza definitiva del siglo XVIII, con una superficie de 80 mil m 2 . Y cita otros cuatro programas importantes, coordinados en conjunto con diversas secretarías, como el de Vialidad, Transportes y Estacionamientos; el de Limpieza y Generación de Basura; el de Comercio en Vía Pública y el de Seguridad Pública, que debe reforzarse al máximo.
“Estamos inmersos en un programa piloto, que respalda el criterio de desarrollo urbano integral –concluye la dirigente del FCH–. Hay que tocar muchos puntos, las nuevas obras, la infraestructura, la imagen, pues todo ello coordinado permitirá devolverle la habitabilidad al Centro Histórico.”

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