La reconversión
industrial

Gabriela Celis Navarro.

Dentro del mundo de la sustentabilidad, la vinculada a lo social, es quizás una de las más complejas de realizarse, dado que conlleva cientos de intereses internos y externos; sin embargo, cuando se realiza una reconversión industrial, indudablemente, se tocan forzosamente parámetros sociales.


 

Muchas estructuras hechas en concreto, y en otros materiales como acero, madera y ladrillo, esperan ser reconocidas por su valor industrial, para funcionar nuevamente, quizás, bajo otros usos, pero guardando la calidad con la que fueron creadas, como esta torres utilizada en sus orígenes para fabricar papel.

En México, la reconversión industrial se encuentra enmarcada en un programa que busca el desarrollo y la transformación física y tecnológica de los diferentes sectores industriales; todo con miras a contar con mejores niveles de competitividad. Actualizarse en materia ambiental, tecnológica y energética, a través de financiamientos, actualizaciones y demás estímulos debe ser una de las prioridades a seguir para poder
verdaderamente crecer.

Gregorio Hernández Zamora, quien hace una reseña del libro ¿México, desindustrialización o reconversión?, de Enrique de la Garza Toledo, señala que “actualmente, se afirma que la superación de la crisis y el progreso futuro del país descansan casi por entero en la reconversión industrial, condición necesaria para la inserción de México en la nueva economía internacional (globalizada y competida)”. Sin duda alguna, la reconversión física y tecnológica, es la piedra de toque para lograr la competitividad internacional que México requiere.

Ejemplos físicos
En muchas partes del mundo son numerosos los complejos fabriles que por diversos motivos, dejaron de cumplir sus funciones en el siglo XX. Son ruinas significativas, muchas proyectadas por arquitectos o ingenieros de gran renombre que, de una forma u otra, son parte del valioso patrimonio de un pueblo por lo que su misma ruina, significa una pérdida valiosa a la identidad del lugar donde se encuentren. Muchas de estas obras, antaño construidas en acero o en ladrillo –materiales usados en ese mismo boom de la industrialización– son cambiados por el concreto en algunos casos, dadas las bondades estructurales y estéticas.

Afortunadamente, de unos años a la fecha, se ha comenzado un proceso de preservación y recuperación de ese tipo de patrimonio arquitectónico, sobre todo en Europa, el cual va acorde con las nuevas necesidades de la población que requiere de bibliotecas, museos, centros cívicos, oficinas administrativas, etcétera. Todos bajo una nueva visión acorde en muchos casos a los parámetros sustentables de hoy en día.

En España, por ejemplo, existen varios ejemplos de reconversión industrial como: la Fábrica de Sucre, en Vic, que fue convertida en edificio administrativo y de servicios; el Vapor de Escapçat, en Sabadell, que es ahora un centro escolar, o la impresionante fábrica de Can Casaramona, en Barcelona, que hoy es el Museo Central de la Fundación La Caixa, o la misma Fundación Tapies, que se encuentra en lo que fueran los viejos talleres de la Editorial Montaner y Simón. Todas las obras anteriormente mencionadas fueron enormes complejos industriales que hoy, bajo otra perspectiva, siguen funcionando mirando al presente y al futuro, no obstante que en algún momento se les pudo considerar anacrónicas.

El interesante ejemplo arriba mencionado de la fábrica de Sucre, construida en el siglo XIX y que dejó de funcionar en 1950 es digno de ser recordado ya que, desde el año que dejó de funcionar y hasta 1990 vivió un proceso de degradación que llevó a la ruina al complejo mostrando una estructura cuyas vigas de acero se hallaban completamente oxidadas mientras que sus pilares de fundición tenían graves grietas verticales. Una vez planteado el vaciado de las naves se comenzó el nuevo proyecto de adecuación que, entre otras cosas, elevó de tres a cinco niveles el edificio. Para la nueva estructura se decidió usar losas aligeradas de concreto armado, con una malla de jácenas de refuerzo, embebidas y uniendo todos los pilares, tanto longitudinal como transversalmente. Hoy, es una obra que no obstante ser patrimonial, también respira modernidad, siendo un espacio útil para la sociedad, lo que la hace altamente sustentable. Este es tan sólo uno de los muchos ejemplos internacionales de cómo el pasado fabril puede incluirse en nuestro presente y futuro a través de una reconversión idónea.


¿Qué es la arqueología industrial?
En 1955 Michael Rix utilizó por primera vez el término “Arqueología industrial” en la revista de la Universidad de Birmingham, en Inglaterra, y hacía referencia a que, se entiende como el estudio de los sitios, los métodos y la maquinaría utilizada por la industria. También se menciona que la arqueología industrial es la investigación científica del pasado industrial así como del territorio, sitios, edificios y artefactos vinculados a la industria.
Un término muy parecido es el de “Patrimonio industrial”. Para 1959, en Gran Bretaña el Consejo Británico de Arqueología creó un comité para esa especialidad, el cual está encargado de preservar monumentos industriales en el país. En 1971 surge la primera organización defensora de la arqueología industrial, en Nueva York y en 1979 surge, el Comité Internacional para la Conservación del Patrimonio Industrial (TICCIH, por sus siglas en inglés). La arqueología industrial –que entre otras cosas se vincula a la sustentabilidad social–, como disciplina, cuenta ya con más de 20 años de desarrollarse en México. En 2006 el TICCIH abre sus puertas en México, en Pachuca, Hidalgo, para promover y realizar actividades que ayuden al rescate, conservación, restauración, catalogación, protección y difusión del patrimonio industrial de México. Ejemplos como el Parque Fundidora de Monterrey, Nuevo León; el Museo Horno 3, en la misma localidad, el Archivo Histórico y el Museo de la Minerías AC, en Pachuca (donde están los archivos históricos de la Compañía Minera Real del Monte) son dignos de aplauso. Cabe decir que uno de los pioneros en el tema de Patrimonio industrial es el doctor Jaime Litvak (1933-2006) investigador del INAH y de la UNAM que por mucho tiempo apoyó este tipo de proyectos.

 

Lo que dice la TICCIH

Algunas de las consideraciones de la TICCIH señalan que:
I. La conservación del patrimonio industrial depende de la preservación de la integridad funcional, y las intervenciones en un sitio industrial deben, por tanto, estar enfocadas a mantener su integridad funcional tanto como sea posible. El valor y la autenticidad de un sitio industrial pueden verse enormemente reducidos si se extrae la maquinaria o los componentes, o si se destruye los elementos secundarios que forman parte del conjunto de un sitio.
II. La conservación de sitios industriales requiere un profundo conocimiento del propósito o los propósitos por lo que se construyó. III. La preservación in situ debe considerarse siempre como prioritaria. Desmantelar y reubicar un edificio o una estructura sólo es aceptable cuando es preciso destruir el sitio por imperiosas necesidades sociales o económicas.
IV. La adaptación de un sitio industrial a un nuevo como forma de asegurar su conservación suele ser aceptable, excepto en el caso de sitios de especial importancia histórica. Los nuevos usos deben respetar el material significativo y mantener los patrones originales de circulación y actividad, y debe ser tan compatible con el uso original o principal como sea posible.
V. Continuar adaptando y usando edificios industriales evita malgastar energía y contribuye al desarrollo sostenible. El patrimonio histórico puede tener un papel importante en la regeneración económica de áreas deterioradas o en declive. La continuidad que implica la reutilización puede proporcionar estabilidad psicológica a las comunidades que se enfrentan al repentino fin de una fuente de trabajo de muchos años.
VI. Las intervenciones deben ser reversibles y tener un impacto mínimo. Todo cambio inevitable debe ser documentado, y los elementos significativos que se eliminen deben ser registrados y almacenados de forma segura. Varios procesos industriales confieren un lustre que es integral a la integridad y al interés del sitio.
VII. La reconstrucción, o la vuelta a un estado conocido anterior, debe considerarse como una intervención excepcional que sólo es apropiada si beneficia a la integridad del sitio entero, o en caso de destrucción de un sitio mayor por violencia.
VIII. Las habilidades humanas involucradas en muchos procesos industriales antiguos u obsoletos son un recurso críticamente importante cuya pérdida puede ser irreparable.
IX. Debe promoverse la conservación de los registros documentales, los archivos de las empresas, los planes de construcción, así como las especies de muestra de productos industriales.
Fuente: www.ticcih.org.

Otros ejemplos de rescate de arquitectura industrial en nuestro país son, por ejemplo, La Casa de las Bombas, de la colonia Condesa, que fue restaurada y trasladada en 1987 a Tlalpan, para funcionar como Casa de la Cultura de esa delegación, así como la Fábrica de papel de Loreto y Peña Pobre, hoy Plaza Loreto.

No obstante los interesantes pasos que se están dando en materia de rescate y valoración del patrimonio industrial, en fechas recientes causó gran alboroto en la comunidad cultural la destrucción de la Fábrica Chrsyler de México (ver: “La reciente demolición de la fábrica Chrysler de México”, de María Bustamante, en Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas, núm. 85, 2004) lo que demuestra que, para algunos, este tipo de espacios resultan obsoletos. Sobre este punto, la autora del artículo mencionado señala que: “En México hay una gran carencia de sensibilización hacia el tratamiento del patrimonio y más aún del industrial, el cual ha sido considerado más por su valor utilitario y productivo, que por su valor ‘estético e histórico’, tanto por parte de los dueños como de la misma sociedad.

La carencia y la diversidad de criterios a la hora de plantear su conservación o derribo han dejado mucho que desear en la realización de verdaderos proyectos de reciclaje capaces de regenerar zonas enteras”. Sin embargo, por otro lado, resulta interesante ver que obras como la Planta Bacardí, proyecto de Mies van der Rohe y con cascarones de Félix Candela, sigue en pie celosamente cuidada por sus dueños.

La autora antes mencionada también señala que: “En el caso de la Ciudad de México, el lanzamiento de megaproyectos, la promulgación de leyes, planes y programas, los polígonos de actuación en áreas factibles de renovación urbana, la revisión de nuevos usos e intensidades al suelo urbano no parecen considerar hasta el momento la regeneración de zonas fabriles, por lo que deberán formularse planes de conservación adecuados para las áreas industriales. La participación del gobierno local debe tener mayor incidencia y dirección sobre el futuro crecimiento de la ciudad y de la región, y ejercer la de los ciudadanos en la toma de decisiones y la capacidad que éstos pueden tener en la definición del futuro uso de los espacios. c

 
En algunas minas antiguas españolas se ha reconvertido la zona realizando, en concreto, interesantes parques temáticos con andadores en donde son dispuestos objetos del trabajo que antaño ahí se desarrollara.