Industrialmente norteño

Gregorio B. Mendoza
Fotos: Cortesía CEMEX
(Javier Orozco).

La reconversión industrial,
que conlleva entre otras acciones,
el rescate de antiguos
conjuntos fabriles,
tiene en México uno de
sus más grandes con
el Museo Horno 3, ubicado en el
Parque Fundidora, de la ciudad de
Monterrey, Nuevo León.

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La ingeniería produce energía

Desde el inicio de la administración estatal del lic. José Natividad González Parás, uno de los proyectos estratégicos del Plan Estatal de Desarrollo de Nuevo León contempló el concretar una importante regeneración urbanística, que incluía la transformación del centro metropolitano de la ciudad a través de la recuperación de zonas deterioradas, la apertura de espacios verdes, nuevos espacios de esparcimiento para la ciudadanía, así como una revitalización urbana de alto valor agregado.
“Dentro de esa planeación, uno de los principales objetivos fue la reutilización y activación de los antiguos edificios de la Fundidora Monterrey que se encontraban en un estado de deterioro avanzado.
Así nació uno de los principales proyectos del Parque Fundidora: la restauración y rescate del Alto Horno 3, cuyo significado histórico tan relevante para la ciudad, motivó la planeación de un recinto que sirve de motor del conocimiento para las nuevas generaciones a interesarse por el tema del desarrollo industrial, en particular del acero, desde la perspectiva de su historia, las nuevas técnicas y el futuro que se visualiza para esta industria”. Así lo afirma la arquitecta Juanita Barrientos Cavazos, Directora de Proyectos del Parque Fundidora.

Un monumento para la historia

El área que hoy ocupa el Parque Fundidora ha sido protagonista de la ciudad desde hace poco. más de un siglo. Localizada en la periferia oriental, donde a finales del Siglo XIX los terrenos estuvieron ocupados en labores agrícolas, se funda y asienta con una inversión inicial de 10 millones de pesos la Compañía de Fierro y Acero de Monterrey el 5 de mayo de 1900.
Un crecimiento constante por más de ocho décadas marcó la creciente demanda de servicios y la prosperidad regional hasta que en 1986 la empresa se declara en quiebra.
Dos años más tarde, el Gobierno Federal decretó de utilidad pública la conservación y mejoramiento del área y se dio inicio a la construcción del Parque Fundidora a través de un fideicomiso promovido por el Gobierno del Estado de Nuevo León. Con ello iniciaría una nueva etapa que rescataría los conceptos ingleses sobre la conservación del patrimonio industrial.
Tales documentos reconocen que “el valor de los bienes muebles e inmuebles producto del periodo industrial expresan la relación hombre-tecnología, incidiendo en los cambios y transformaciones en los campos de la economía, tecnología, sociedad y política. Por lo tanto, en el cuidado del patrimonio cultural construido debe considerarse el significado de los términos preservación, conservación, restauración, adecuación y reutilización en un marco, en el cual, estas obras intervenidas, a pesar de tener destinos diferentes para los que fueron originalmente planeados, adquieran el compromiso de un análisis muy cauteloso en su transformación”.
Dentro de ese argumento el Alto Horno No. 3, y su menaje inmediato de estufas, colectores de polvos, tuberías, armaduras y pasarelas, conforman una poderosa e icónica reliquia de la importante época de expansión industrial en Monterrey. A pesar de sólo tener algunas décadas de antigüedad, es un monumento muy apreciado y considerado como importante, histórica y culturalmente para la región, el cual, después del cierre de la planta acerera, tuvo un intenso período de limpieza y desmantelamiento en el sitio que permitió retirar toneladas de acero y otros metales, incluyendo tuberías, ductos, montantes estructurales, válvulas y otro tipo de elementos. Su transformación no parecía cercana, pero había quienes visualizaban un nuevo resplandor.

Reviviendo al gigante

La reconversión de un edificio existente para crear un recinto de vanguardia con vocación de divulgación científica, es el principal elemento que se aprecia en esta magnífica obra arquitectónica de clase mundial, intervenida con el objetivo de respetar y restaurar la imponente estructura industrial e integrarla de forma armónica a la arquitectura actual. Hoy, este trabajo ostenta ya diferentes reconocimientos nacionales e internacionales, entre ellos la declaración del INBA como “Monumento Artístico de la Nación”; dos premios Obras CEMEX en las categorías de Edificación sustentable y Congruencia en accesibilidad en su edición XVII; el International Ilumination Design Award en 2008; ser finalista de la Bienal de Arquitectura de Quito

 

La historia es la siguiente…

En el verano del año 2005, Grimshaw Architects fue comisionado para diseñar el Museo del Acero Horno 3 y todo el complejo del edificio alrededor del mismo. A esta iniciativa se sumaría el anuncio oficial que nombraría a Monterrey sede del Forum Universal del las Culturas en el año 2007, en el evento el Parque Fundidora actuaría como el principal recinto de este importante suceso y entonces se concretarían los inicios de este proyecto que pretendería ser una de las atracciones más importantes del país al convertirse en un lugar competitivo que fomentara la cultura y la economía de la ciudad, sumando atracciones donde se conjugan los negocios, el hospedaje y el entretenimiento, entre otras.

Sir Nicolas Grimshaw –uno de los más notables arquitectos en la actualidad– declararía en su visita a México con motivo de la Cátedra Luis Barragán que “la oficina cree en la responsabilidad de su trabajo para contribuir al mejoramiento
ambiental alrededor del mundo y la sustentabilidad. La dedicación de Grimshaw & Partners a diseños de alta calidad es suprema, ya sea trabajando en estructuras de bajo presupuesto o edificios de alto costo con complejas especificaciones técnicas. La firma está comprometida a entender las necesidades de los clientes y a trabajar con presupuestos y calendarios realistas. Por ello –aseguró– los edificios de Grimshaw son construidos con gran atención puesta en los detalles y la práctica permanece dedicada al mantenimiento de sus edificios después de ser concluidos, para satisfacer continuamente a sus clientes en los años por venir”.

Renovación regia

El equipo de diseño conformado por Grimshaw Architects y Oficina de Arquitectura colaboró estrechamente con el personal del Museo del Acero Horno 3, con un comité técnico formado por ex-trabajadores de la planta, ingenieros especialistas en siderurgia y con Aldrich Pears, firma encargada del diseño museográfico para, en conjunto, desarrollar las estrategias apropiadas para priorizar los elementos originales del Horno 3, en términos de sus características históricas, estéticas, estructurales y prácticas. Uno de los mayores aciertos fue aprovechar la oportunidad única de adaptar el horno como parte del recorrido, ya que en ningún lugar del mundo es accesible al público. Así lo afirma la arquitecta Elisa Rubalcaba Cobo, coordinadora de los trabajos de restauración del Museo.
El edificio, con aproximadamente 15,000 m2 de espacios útiles, es el resultado de un arduo trabajo en la reutilización de las instalaciones originales que, con la nueva propuesta combinan perfectamente la accesibilidad del público en general y la de personas con capacidades especiales, sin limitar el libre tránsito por su interior. Éste consiste en una serie de espacios de exposición vinculados a la historia y al proceso de fabricación del acero, para culminar con la visita al horno mismo y un sobresaliente espectáculo de luces y juegos artificiales. Tanto el interior como en el exterior, las consideraciones de diseño, permiten recorrer todos sus rincones de forma segura y sin obstáculos para adentrarse cómodamente y observar la magnitud del sitio industrial que ha sido reconvertido en un museo de vanguardia a través de la interactividad física o sensorial.
Pero para poder conservar la estructura, era inevitable que sufriera un cambio de uso, por lo que se practicaron algunas modificaciones en ciertas áreas para permitir su funcionamiento efectivo como centro de ciencia y tecnología, para lo cual se construyeron dos nuevos espacios que albergan los servicios generales y servicios a los visitantes conocidos como Pabellón de Acceso y la Galería del Acero. Algunas áreas de la estructura, tales como pasillos de mantenimiento, puentes y pasos de gato con daño extremo por corrosión, así como remanentes de salientes en equipos, conductos eléctricos, losas de concreto calcinadas y muros de mampostería agrietados o muy deteriorados, fueron cuidadosamente removidos y en algunos casos sustituidos.


Particularmente notables fueron los trabajos de retiro de los 20 tubos de soplo en la base del horno por los que llegaba el aire calentado previamente en las estufas, así como el retiro de los tubos y cajas de agua de cobre del sistema de enfriamiento de la coraza. Poco tiempo después, se logró con el Parque Fundidora la posibilidad de regresar nueve de los 20 tubos de soplo a sus posiciones originales, ya que durante una de las atracciones (“El show del horno”) se explica el funcionamiento y los procesos que en éste tenían lugar, por lo que el papel de estos elementos era de gran importancia para que el espacio tuviera un aspecto más cercano al original y un toque realista.
Indudablemente dentro de estas acciones de conservación y rescate, el horno es la pieza central del proyecto; aparentemente se encontraba en buena condición estructural, aunque desafortunadamente en los trabajos de limpieza de la planta antes de comenzar con el rescate del edificio se retiraron algunas tuberías de su base y de la mayor parte del sistema de enfriamiento de la coraza, hecha de cobre. “Se encontraba embancado con aproximadamente 425 ton de coque altamente combustible, por lo que fue necesario extraer estos residuos a través de la parte posterior en el nivel del piso de vaciados, de la misma manera cómo se hacían las reparaciones cuando el horno aún funcionaba”, afirma Rubalcaba.
Otro de los espacios de gran relevancia es el cuarto de vaciados, la estructura de acero en esa zona estaba en buenas condiciones, pero aun así fue necesario retirar las cargas muertas que ejercían sobre la losa de concreto reforzado ya calcinada por las altas temperaturas de operación, así como las capas de refractario y arena sílica que formaban un desnivel. La lámina corrugada y la lámina lisa de los revestimientos de los muros externos de la galería principal presentaban un avanzado estado de corrosión y requerían ser reemplazadas. La intención arquitectónica en esta parte consistió en diseñar una envolvente de alto desempeño con paneles prefabricados que protegen del impacto solar, así como de un conjunto de elementos pasivos en sus fachadas con parasoles y persianas metálicas, que permiten flexibilidad en las condiciones de iluminación y control ambiental del espacio interior. Adicionalmente, se diseñaron diferentes soluciones para el tratamiento en las techumbres, con el objetivo de reducir la ganancia térmica, por medio de un sistema de azotea verde de 1,500 m2 en la parte poniente del edificio que brinda un microambiente ideal, privilegiando la utilización de vegetación nativa de bajo mantenimiento y un menor consumo de agua. Cabe decir que fue Harari Arquitectos, la firma encargada del diseño de arquitectura de exteriores, fuentes y cubiertas jardinadas.
No obstante, las placas de acero de la techumbre de la nave principal, presentaban corrosión y prácticamente era imposible su reutilización como se pensó en un principio, por lo que la envolvente del techo requirió reconstrucción con material aislante, y las membranas de impermeabilización necesarias.

El reto en esta zona fue aislar completamente este espacio del exterior, ya que cuando el horno estaba en operación, la cubierta no era hermética; prácticamente sólo cubría el área de la lluvia y del sol. Ahora, con las necesidades del museo fue necesario sellar todo el revestimiento y la cubierta del edificio, a fin de lograr las condiciones de absorción acústica, aislamiento térmico, impermeabilidad y apariencia industrial necesarias.

Museografía de acero

Encargados de la conceptualización, guión y diseño museográfico Aldrich Pears Associates, de Vancouver, Canadá han vigilado estrechamente el adecuado desarrollo de los contenidos. Entre las salas principales se encuentra la Galería de historia, Galería del acero, Show del horno y Viaje a la cima del horno, en todas ellas paneles gráficos le brindan una interpretación de las vistas, así como una explicación de las partes del horno y cómo operaban, todo ello retomando los eventos claves en la historia entrelazada del mundo, México y su industria del acero, vista a través de los ojos de las personas cuyas vidas fueron tocadas y transformadas por ellos. Así, sus 99 exhibiciones interactivas permanentes ofrecen a los visitantes un recorrido pleno de medios escenográficos, mecánicos y electrónicos. c