Los cubos de la memoria

Ana Laura Salvador Arriaga

En una vista que conquista, un artista deslumbra los sentidos con su obra innovadora. Se trata de Agustín Ibarrola, quien cimienta memorias pictóricas en el puerto marinero de Llanes, en España. Un conjunto de relaciones históricas, personales, artísticas y simbólicas abarcan el contenido de la obra.El manejo del color, contraste, forma y sentimiento funden la vista en un mo-mento que asombra la existencia. La estaticidad y el movimiento simulan que los enormes bloques de concreto se estacionaron para contemplar la perfección del mar formando en conjunto, un paisaje único que vislumbra el paso del tiempo y la huella de momentos que identifican el lugar.Lo imponente del mar minimiza la monumentalidad de los cubos de concreto de una tonelada cada uno, en donde el hombre es una decoración pasajera que contagia de vida al lugar. La perfecta elección del material, rígido y de larga vida, enfatiza la oposición con el flujo del mar. El color natural del concreto de algunos cubos es parte de la ilusión de una obra no terminada, en donde el tiempo decidirá los colores que se formarán en ellos.

 

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La experiencia que la nueva escenografía estética genera, invita a transitar los enormes prismas de concreto y apreciar cada detalle de su original pintura. La manera en la que los bloques y el mar conversan con el paisaje transmite la intensa personalidad del autor en unidad con la identidad del lugar. Así, represen-taciones de dibujos prehistóricos, costumbres agrícolas y marineras, fauna, flora, hitos representativos de lugar son algunos de los elementos que protagonizan la obra envueltos en un paisaje azul de presencia inolvidable. Se trata de una tradición perpetua que enseñorea la obra mostrando transiciones intangibles en sensaciones complejas representadas en un lienzo de permanencia eterna.