Don Mario Fastag
Historia viva del concreto

Juan Fernando González
Retrato:A&S Photo / Graphics
Fotos: CORTESÍA Pretecsa.

 

Dicen que un hombre vale tanto como las obras que realiza. En el caso del ingeniero Mario Fastag Cwikiel, director general de Prefabricados Técnicos de la Construcción SA de CV (Pretecsa), la frase puede aplicarse de manera literal ya que su talento ha quedado plasmado en cientos de proyectos.

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Mario Fastag manifestó su gusto por la construcción desde que estudiaba la secundaria en el colegio Tepeyac; pero no cabe duda que el interés por esta materia se acrecentó en la Escuela Nacional Preparatoria, a tal grado que optó por cursar el bachillerato en Ingeniería. Su vocación era inequívoca y es por ello que ingresó a la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México. El fundador de la primera compañía mexicana dedicada a la prefabricación arquitectónica recuerda con emoción los días en que entró en contacto con el mundo del concreto: “En el cuarto año de la carrera tuve la clase sobre concreto y simplemente puedo decir que me encantó, a tal grado que de ahí en adelante fue uno de mis temas favoritos. Me encantaban los colados y el olor a concreto fresco”, rememora.Los inicios

Los inicios

Terminada la carrera, el joven ingeniero tomó sus maletas y viajó a Europa para hacer uso de la beca que le otorgó el gobierno de Francia para estudiar en el Instituto Nacional de la Construcción, específicamente en la Escuela de Concreto Armado y Reforzado. De estos años, comenta: “El concreto presforzado se comenzó a utilizar en México en aquella época (finales de los años cincuenta), justo cuando yo me encontraba en Francia y tuve la oportunidad de ver pasar ante mis ojos un tráiler que transportaba unas paredes de concreto; es decir, unas estructuras con todo y los balcones instalados y listos para colocarse, lo cual me llamó mucho la atención. Se trataba de viviendas prefabricadas y yo no tenía la menor idea de que existiera algo así.

Era sorprendente que se armaran edificios de cinco y seis pisos como si fueran naipes. Rápidamente comprendí que todo se originó por la necesidad que había de reconstruir todo lo que había ocasionado la Segunda Guerra Mundial”, asevera. Tras esa experiencia, el inquieto profesionista decidió buscar la oportunidad de trabajar en la empresa que se hacía cargo de los proyectos descritos; una semana después logró su cometido. Su estancia en tierras galas, originalmente pactada por un año, se alargó a tres, tiempo durante el cual conoció el proceso de diseño, gabinete, fabricación, transporte y colocación de las piezas finales en los edificios.

Tras su paso por la empresa prefabricadora lo más normal hubiera sido regresar a México para aplicar los conocimientos adquiridos, pero el destino del ingeniero Fastag estaba muy lejos de las tierras aztecas pues uno de sus tíos –que era muy amigo del ministro de vivienda estatal de Australia– le informó al funcionario del trabajo del brillante ingeniero mexicano nacido en Guadalajara; éste lo contrató para que colaborara en la confección de una planta dedicada a la fabricación de vivienda, justo en el terreno donde tiempo atrás se localizaba una fábrica de armamento.

Una visión diferente

La muerte sorprendió al padre del ingeniero Fastag en 1962, hecho que aceleró su regreso a México. Con cientos de proyectos en mente, el especialista se integró al departamento de Construcción del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), lo que le resultó, dicho por el mismo entrevistado, “una experiencia fantástica porque en esa época se hicieron las obras más grandes que llegó a hacer el instituto, como la Unidad Independencia, el Centro Médico, las obras de ampliación del Hospital La Raza, la Unidad Cuauhtémoc, por citar algunas. En varias de estas edificaciones impulsé mucho lo que había aprendido, como los curados a vapor, algo que en ese tiempo no se conocía en México.

Unos cuantos años después me uní a un grupo de constructores para formar una compañía que se dedicó a construir vivienda prefabricada –explica el entrevistado– e hicimos dos unidades de aproximadamente 120 departamentos (en Coyoacán), donde combinamos muros de tabique con techos que fabricábamos en el suelo. Tras ese primer intento, y luego de padecer las consecuencias de las crisis económicas y la desorganización en torno a los programas de vivienda económica y vivienda media, unos amigos arquitectos me invitaron a participar en la construcción de la fachada de una casa ubicada en Palmas y Paseo de la Reforma, la cual se convirtió en un lugar de referencia para otros arquitectos a los que les gustaban las texturas y la calidad del acabado que tenía el concreto.

Fue tal el éxito, relata, que poco tiempo después instalamos una planta de block en Puente de Vigas y empezamos a participar en obras mucho más importantes, como el edificio de Plaza Comermex y el primer templo mormón, ubicado en las inmediaciones del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México”, afirma.

 

Algunas obras

Edificio Cinemex (Ciudad de México).
Palacio de Justicia (Morelia, Michoacán).
Embajada de Francia (Ciudad de México).
Centro de Convenciones (Puebla, Puebla).
Hospital Ángeles de Las Lomas (Distrito Federal).
Plaza Moliere Dos 22 (Distrito Federal).
Torre Acuario (Distrito Federal).

Una relación duradera

El ingeniero Fastag se relacionó con el Instituto Mexicano del Cemento y el Concreto (IMCYC) antes de que fundara Pretecsa. Fue en el tiempo que fungía como director de ingeniería del departamento de construcciones del IMSS, lo que lo hacía responsable del control de laboratorio del concreto, de los aceros y de la parte técnica de la supervisión de obras.“El IMCYC nos ayudaba a resolver dudas y problemas que surgían en las obras asentadas en cualquier punto de la República Mexicana, pero también capacitaba a los residentes en el rubro del control y el manejo de pruebas para la calidad del concreto. Algo fundamental, enfatiza Fastag, fue la ayuda que recibimos del IMCYC para que el IMSS tuviera su propio laboratorio de control de calidad centralizado.

El cemento y el concreto han tenido un desarrollo increíble en los últimos 50 años, y en la actualidad se siguen desarrollando novedades alrededor de este material. Sin embargo, nosotros adquirimos hace 30 años una tecnología muy novedosa (una patente inglesa) basada en el refuerzo del concreto con fibra de vidrio que resiste los álcalis. Desde entonces utilizamos este tipo de material para fachadas de edificios que requieren un peso mucho menor. Son estructuras muy ligeras que tienen un espesor total de 2 cm, lo que incluye el acabado arquitectónico”, comenta.

Los prefabricados levantan la mano

Es una idea generalizada que los elementos prefabricados abatirían los costos de producción y reducirían en forma importante los tiempos de entrega en casashabitación. Sin embargo, señala el entrevistado, mucha gente rechaza este concepto porque no quiere que su casa sea igual a la del vecino. En Australia pasó algo parecido y la solución apareció cuando se diseñó un modelo de casa que tenía la posibilidad de adecuar el techo a diferentes inclinaciones, lo que bastó para que fuera diferente a las demás. Para completar el asunto, se propusieron diferentes acabados y colores. Pretecsa se ha caracterizado por su preocupación social a favor de la vivienda, para lo cual ha propuesto la instalación de plantas prefabricadoras destinadas a construir desarrollos inmobiliarios populares.

Una de las iniciativas que estuvo a punto de fructificar fue la que se hizo en el sexenio del presidente Luis Echeverría, que consistía en fabricar seis mil viviendas en cuatro años. “Existía el apoyo financiero de los bancos mexicanos, lo que hizo que fuéramos a Alemania para presupuestar el equipo y armar todo el programa de moldes y la planta dosificadora. En Europa nos dieron mejores condiciones crediticias y de financiamiento que las que nos habían ofrecido en México, y confiados en todo ello hicimos tres casas prefabricadas en una superficie de 30 metros cuadrados”, explica el experto. “La casa constaba de una estancia de uso