Comunicando
arquitectura

Tania Sánchez Arias.
Retato: A&S Photo/Graphics.
Fotos: Cortesía SAYA.

Integrante del grupo de socios de la prestigiosa firma de arquitectura Sánchez Arquitectos y Asociados, en esta entrevista el arquitecto Gustavo López Padilla reflexiona acerca de su quehacerprofesional.

Página 1 de 1

De hablar sereno y pausado; reflexivo también, el arquitecto Gustavo López Padilla es integrante del grupo de socios que conforma el Despacho de Arquitectura Sánchez Arquitectos y Asociados, denominado también en el gremio con familiaridad y cariño como “Los Sánchez”, al que está unido desde hace ya cerca de 35 años.
Gustavo López Padilla confiesa no tener muy claro cómo es que decidió estudiar arquitectura, e incluso reconoce haber deseado ser en algún momento locutor. ¿Locutor? -pregunto incrédula al realizar esta entrevista para Construcción y Tecnología.- “Sí. Yo quería ser locutor. Siempre me ha gustado esto de andar platicando... Tengo 35 años siendo profesor de Teoría y de Historia de la Arquitectura, y me gusta mucho ir a conferencias, a pláticas. Y siempre he disfrutado de alguna manera la comunicación. Pero también, siendo adolescente, me imaginaba mucho la idea de los lugares que habita la gente. Me gustaba apreciar las diferencias entre un lugar y otro; las atmósferas, las calidades vivenciales”.

El amor por la palabra y la interacción influiría más tarde en esa decisión de sumarse a la enseñanza dentro de las filas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Escarbando en los recuerdos, en un momento pudo traer a su mente la memoria de verse a sí mismo de niño, sentado en la Alameda; imaginándose pasar por la avenida Juárez, caminando; llevando unos planos... “De pronto tenía yo la imagen; que me parecía agradable, y ¿Qué significaba? No lo se”.Hay quien dice que de las más profundas impresiones infantiles se forja la vocación; sin embargo, esta imagen onírica no podría haberle hecho imaginar lo que le depararía la vida al penetrar en el mundo universitario. Sobre esto, el arquitecto López Padilla afirma con emoción: “Tuve dos experiencias fantásticas. Desde la preparatoria... ¡En la excepcional Preparatoria número 5! Yo vivía por La Villa y la Prepa 5 estaba por Coapa”... -¿Cuándo decían que había vacas?, –interrogo– ¡No! ¡No decían...! ¡Había vacas!”. Y López Padilla rememora su porra con el estribillo característico (¡Alfalfa, vacas y...!). “Yo tomaba un camión en La Villa –que era casi ‘la terminal’, y el camión llegaba justo a ‘la Prepa’. ¡No había más! Después, todo era sembradíos. Incluso la entrada... Fue una experiencia fantástica. Y luego, llegar a Ciudad Universitaria, con los jardines; los murales; donde se respira cultura. Los dos primeros años fue estar todos los días: todo el día. ¡Y ahí vivíamos! Y andábamos haciendo experimentos y locuras... Yo lo gocé como nada; me sentí muy bien”.

Y siendo aún estudiante, se incorpora a la docencia, lo que le ha llevado a no separarse nunca físicamente de la Universidad. “Llegar diariamente a las 7 am. a CU y ver el campus... Y sobre todo llegar y encontrarme con 40 muchachos. Es una experiencia maravillosa”. Sin embargo, el arquitecto López Padilla empieza a trabajar mucho antes, siendo adolescente. Desde la escuela secundaria decidió que quería ser arquitecto; así, se matriculó en una escuela de dibujo arquitectónico y en la preparatoria se buscó un trabajo. “Si eso es trabajar; era un decir. Anduve en varios despachos al principio y, preparaba el café y le pegaba los sellos a los planos. Y yo quería dibujar”. Más tarde, ya en la Facultad, el arquitecto Humberto Ricalde, por aquel entonces su maestro de dibujo, lo presenta con Augusto H. Álvarez y así fue como se quedó trabajando con él por varios años. Ahí conoció a un joven arquitecto que también laboraba en el taller, Luis Sánchez Renero, quien un día le pide que lo ayude en un pequeño despacho que tenía montado. Fue un domingo cuando empezó a trabajar con él.

Corría el año de 1973. “De esa fecha para acá hemos estado juntos. Primero, desde luego, fui dibujante, hasta que años más tarde me invitó a ser socio del despacho junto a los demás. Desde entonces hemos trabajado ininterrumpidamente”. Pero el deseo de comunicar que lo llevó a las aulas, le impuso también la necesidad de escribir. “Esto de escribir, como muchos, empieza desde luego con la poesía. La vida lo lleva a uno a la poesía necesariamente... Resulta que cuando empecé a dar clases había muy poca información, y no había por ejemplo, una materia consolidada de arquitectura mexicana contemporánea.
Entonces, yo dije: yo quiero dar eso. No había muchos libros e incluso, las clases, las daba yo en los lugares; enfrente de una obra de Augusto o de Barragán. Y se publicaba muy poco. Entonces esta información de lo que yo veía, de pronto tuve la necesidad de comunicarla”. Fue así que al acercarse a Salvador Pinoncelly, coordinador en ese entonces de una página que tenía el Colegio de Arquitectos como parte de un suplemento en El Excélsior, publicó su primer artículo. El tema; fue el edificio de la Bolsa Mexicana de Valores. Cuando la página desapareció tocó puertas y escuchó cualquier cantidad de negativas, hasta que al toparse con Víctor Roura, editor de la sección de Cultura de El Financiero, obtuvo nuevamente un espacio. De aquello hará ya unos 12 años.

  Sánchez Arquitectos y Asociados

Obra representativa
Flora 16, México, D.F. 1986.
Mercado Público San Ciprián, México, D.F. 1989.
Vivienda pública, México, D.F. 1997.
Paradero Zaragoza, México, D.F. 1991.
ITAM Posgrado, México, D.F. 1991.
Ámsterdam 120, México, D.F. 1992.
Instituto de Ingeniería, UNAM. México, D.F. 1996-2002.
Escuela Bancaria y Comercial, calle Hamburgo, México, D.F. 2003
Plan urbano de la ciudad de Campeche. 2004.

“Me gusta mucho escribir sobre arquitectura contemporánea mexicana. Me motiva el que la gente conozca las obras. Que sepa que la obra ahí está, que la hizo fulanito de tal y que puede tener determinados valores, desde mi perspectiva. Se me quedó la costumbre de ir por la calle y si me llamaba la atención una obra, me bajo, me meto, la recorro, platico con las gentes que van a estar ahí, busco los planos y después escribo. Y nunca empieza uno de cero. Parte uno de la experiencia”.

El ideario
“Yo siempre he creído que la arquitectura antes que nada es un servicio. Si la arquitectura no cumple el ser un lugar en donde la gente se pueda proteger, en donde la gente pueda sentir seguridad; en donde no sienta que ahí pueda desarrollar sus capacidades creativas y de toda naturaleza; si eso no se cumple, entonces nada tiene sentido. Y hay una parte artística, desde luego, y una parte científica... Pero no podemos entender la arquitectura sin la gente. Lo más importante es la gente. Hoy día, las condiciones han
cambiado. Con toda esta idea de la globalización y del neoliberalismo, incluso la noción de los despachos mismos ha cambiado. Ya la idea del despacho con los arquitectos, es hasta un poco romántica y obsoleta.
Hoy en día en el mundo como en México, va siendo cada vez más clara la presencia de que son empresas.
La tendencia, son empresas que se dedican al desarrollo que implica la arquitectura. Empresas multidisciplinarias que implican grupos financieros, grupos sociales, grupos políticos, grupos jurídicos, grupos de ingeniería; en donde están arquitectos.
Entonces esa realidad, pues ha llevado a que la arquitectura mexicana esté como parte de este movimiento en donde la característica fundamental es la aceptación de la diversidad. Eso me parece muy importante, lo veo como un signo muy positivo. Entonces me puedo encontrar con que existen diferentes manifestaciones de la arquitectura, que tienen valores diferentes y que además la propia dinámica compleja de las ciudades por su propia naturaleza, permite que estas cosas se den. De aquella visión romántica, utópica, esquemática, del movimiento moderno de la zonificación y del orden riguroso existe muy poco en las ciudades.
Y nuestro país, no es ajeno a eso. Entonces México está viviendo un momento importante. Creo que incluso
la diferencia que había a veces, entre lo que se hacía en el mundo y México, se ha reducido mucho y en este momento existe la capacidad y la seriedad profesional para hacer proyectos de distinta naturaleza, de distinta escala, de manera muy semejante a lo que se está haciendo en Miami. Y sí vale la pena de tanto en tanto hacer un alto en el camino y pensar si eso es lo que queremos. Si eso es lo que corresponde con nuestra economía, con nuestra cultura, con nuestra manera de ver la sociedad; la familia. Si así queremos vivir... Pero vale la pena el decir bueno, ¿queremos seguir por ese camino o queremos irnos por uno que imaginamos que podría ser más congruente con nosotros?

El concreto desde la visión del experto
“Creo que el concreto ha tenido una presencia importantísima en el desarrollo de la arquitectura moderna; todo el siglo XX y lo que va de éste. Y lo seguirá teniendo. Creo que es un material fundamental en el desarrollo de la ingeniería y de la arquitectura.
Puede tener presencias distintas, pero incluso el concreto siempre está presente. De una o de otra manera. Incluso en estas arquitecturas vítreas o metálicas porque necesariamente necesitan al concreto. Sin embargo, me parece que el concreto es un material que tiene enormes posibilidades de tener presencias mayores como lo ha tenido a lo largo de la historia. Y el concreto ha avanzado de manera interesante también.
De aquella idea de ser un material complementario a ser un material de una fuerte presencia estructural y formal. Las calidades que hay en la actualidad de concreto, son fantásticas. Antes, las posibilidades de resistencia eran limitadas. Hoy existen concretos para condiciones diferentes y con unas capacidades de carga sorprendentes... Y va a haber muchas diferencias con esto del concreto transparente. Puede tener muchas posibilidades. Nosotros hemos experimentado con el concreto aunque no como presencia absoluta y dominante. Seguimos en esta idea en que se decía que el concreto era el material; la piedra del siglo XX. Pienso que habría que insistir en los criterios de sustentabilidad. Y vuelvo a insistir, el concreto es un material fantástico desde el momento en que yo lo puedo moldear. Pensar aquí en México en la experiencia de Candela con el uso de los cascarones de concreto, me parece muy importante y curiosamente es una línea poco explorada en la arquitectura mexicana...“