40 años de arte urbano
en concreto

Francisco Ortiz Monasterio
Fotos: Cortesía Patronato Ruta de la Amistad,
(Lourdes Grobet / Archivo Pedro Ramírez V.)

Este año se cumplen cuatro décadas de que México se presentó al mundo a través de los juegos olímpicos, a través de un sentido creativo, aportando los conceptos que actualmente rigen las justas olímpicas.

    

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Fue en octubre de hace 40 años que en México se gestó este ambicioso proyecto; el de llevar a las calles el arte, reinventar la esencia griega de los juegos olímpicos, al proponer una olimpiada cultural y dos semanas de juegos atléticos. Entre los proyectos más importantes estuvo la Ruta de la Amistad, ideada por Mathias Goeritz y Pedro Ramírez Vázquez. Se trata de un corredor escultórico, el más grande del mundo, de 17 kilómetros de longitud y conformado por 19 obras artísticas constituidas en su mayoría en concreto. La Ruta de la Amistad se concibió como un espacio en donde las obras, realizadas por artistas de los cinco continentes, se colocarían a una distancia de 1.5 kilómetros, sobre un valle de piedra volcánica enmarcado por una peculiar vegetación. Las 19 obras tienen entre 7.90 y 22 metros de altura. Entre los autores podemos encontrar los nom-bres de destacados artistas como, Ángela Gurría, de México; Willy Guttman, de Suiza; Constantino Nivola, de Italia; José María Subirachs, de España y Alexander Calder, de Estados Unidos, entre otros. Cabe decir que originalmente, la Ruta de la Amistad tuvo como objetivo, el promover los valores culturales de los Juegos del 68, a la vez de servir como enlace de cada uno de los distintos escenarios olímpicos.

Del furor al olvido…y su recuperación.
Tras el paso de los Juegos Olímpicos se desvaneció el entusiasmo por la Ruta de la Amistad. El abandono, desin-terés, la contaminación, la siembra desmedida de árboles; en resumen, la mala planeación urbana posterior llevó al abandono y deterioro de las esculturas. Teniendo como idea fundamental la restauración a fondo y la conservación de las obras, se conformó a mediados de 1994, el Patronato Ruta de la Amistad —a cargo de Luis Javier de la Torre González—. Se trata de una asociación comprometida que intenta crear un futuro con base en el esfuerzo de mexicanos comprometidos con el ideal original de la Ruta.

  Bayer en la Ruta de la Amistad.

Partiendo del lema “Bayer también es cultura”, es como este consorcio se integra activamente en el proyecto de conservación de la Ruta de la Amistad, aportando básicamente desarrollo tecnológico e investigación en productos para la conservación de las esculturas, tal es el caso de la pintura antigraffiti, que actualmente recubre a las obras.
A decir de Luis Ramón Ochoa, representante de Bayer Material Science para el proyecto “Ruta de la Amistad”, el apoyo del consorcio alemán surgió luego del acercamiento por parte del Patronato Ruta de la Amistad que logró empatarse con los intereses de Bayer en la conservación del patrimonio cultural, específicamente uno tan importante como lo es la ruta para nuestro país.
En entrevista para Construcción y Tecnología, Ochoa, acotó que el apoyo al patronato fue respaldado casi inmediatamente por Andreas Mayer Nader y por el dr. Lothar Kahl, directivos en ese entonces de Bayer Material Science, quienes luego de platicar con el Patronato tomaron la determinación de apoyar el proyecto a través del desarrollo de la pintura antigraffiti para las esculturas. Así, Bayer aportó la tecnología
y en asociación con pinturas Nervion, desarrolló los colores antigraffiti que recubrirían las 19 obras de la Ruta de la Amistad.
Con una visón a futuro, y con la premisa de apoyar y mantener los espacios culturales, Bayer se comprometió a dotar de la pintura antigraffiti al proyecto de restauración y conservación de la Ruta de la Amistad, desarrollando una resina poliéster, conocida como Easy to clean la cual, con el apoyo de pinturas Nervion, mezcló para dar origen a un nuevo producto, decorativo, resistente y de gran durabilidad.
Actualmente, señala Ochoa, la resina se hace con base en un solvente de agua, comprometiéndose de esta forma con la ecología, a la vez que respalda el proyecto de restauración y mantenimiento del Patronato.
En las características de esta pintura antigraffiti, encontramos que prácticamente puede adaptarse a cualquier color, otorga resistencia a la corrosión y contaminación, y es de gran durabilidad, lo que permite ahorrar en el mantenimiento. Asimismo, esta pintura antigraffiti es resistente a químicos y a la abrasión, aunado a su durabilidad, que de inicio, señala, Ochoa, la pintura puede durar hasta 10 años sin problemas de desgaste.

El proceso de restauración de la Ruta inició en 1996, con el programa Adopta una Obra de Arte, que busca fundamentalmente –según comenta Luis Javier de la Torre– restaurar y conservar las obras y su entorno, así como revalorar las esculturas, reutilizarlas y recuperar en parte, la ecología urbana de la región. Dicho proyecto propone la restauración de las obras una por una; esto con la finalidad de facilitar la obtención de recursos, que desafortunadamente se enfrenta a la barrera del desconocimiento, ya que es sabido que en nuestro país, la cultura se encuentra en un segundo plano.
A decir de Luis Javier de la Torre, la Ruta de la Amistad es un proyecto ideado, creado y producido en nuestro país, con ayuda de algunos extranjeros, sí, pero esencialmente mexicano. Sin embargo, prácticamente a nadie le interesó el proyecto, más allá del momento en que se presentó en 1968. Es por eso, dice el fundador del Patronato, que uno de los primeros pasos es luchar por que la sociedad revalore el proyecto, y de ahí iniciar la restauración y algo aún más importante: la conservación.

Los diferentes aspectos
Conformado de tres partes, el proyecto inicia con la restauración de las obras, seguido de la conservación y recuperación de los entornos y el uso de las esculturas; es decir, aprovechar los espacios culturales, en este caso las esculturas, como punto de reunión y dar pertenencia a través de la invitación de nuevos artistas que desarrollen conceptos con la escultura además de generar un vínculo entre las obras originales y las nuevas propuestas artísticas. De la Torre González hace énfasis en que parte del proyecto es el de la recuperación de la ecología urbana. -¿A qué se refiere con esto?: “Sencillo –comenta– buscamos recuperar la flora y las plantas del Pedregal que dejaron de existir hace mucho tiempo”.

La idea es recuperar la ecología urbana de la ruta que para fines prácticos, está segmentada en dos partes: la zona del Pedregal, que se extiende de San Jerónimo a Viaducto Tlalpan, y la segunda, la zona de Humedales, que va de Tlalpan a Cuemanco. Parte importante con esta recuperación ecológica, plantea de la Torre González, es recuperar las especies endémicas y a su vez crear espacios visuales que ayuden a la recuperación, en pequeña proporción, de los mantos acuíferos. Asimismo, se tiene previsto que con el proyecto se genere un jardín biológico en medio del Periférico, el cual además será auto sustentable. La importancia de la Ruta de la amistad renace del olvido y se ha convertido en un dador de vida de nuevos proyectos creativos, así como en el reordenamiento vial y del tránsito de la gente, fomentando una nueva cultura social. Tan actual como en 1968, la Ruta de la Amistad se ha integrado a la modernidad y al crecimiento de la ciudad, actualmente marca una referencia en cuanto a desarrollo urbano, y ha demostrado que luego de permanecer en el olvido, se puede adaptar al siglo XXI. Tal es el caso de la escultura de Ángela Gurría, en la primera estación, ubicada en San Jerónimo, que logro integrarse con los nuevos proyectos urbanos, como el de los segundos pisos.

¿Quiénes participan y qué hacen?
Esencialmente, señala Luis Javier de la Torre, en la restauración y mantenimiento de las estructuras que conforman la Ruta de la Amistad participan, diversas empresas. Sin embargo, cada una de las 19 obras tiene un “padre adoptivo”, que es quien aporta los recursos económicos y materiales para el restablecimiento y mantenimiento. Los participantes, dice el entrevistado, aportan recursos que se dividen porcentualmente, para la restauración y para un fideicomiso que servirá para el mantenimiento posterior de las obras y su difusión. Participantes importantes son, señala el fundador del patronato: Bayer Material Science que en conjunto con Pinturas Nervion, desarrollan la pintura antigraffiti, con la cual están dotadas todas las esculturas, y que a su vez las protege contra la contaminación y permite sean lavadas constantemente.
A estas dos empresas se suma Karcher México, encargada de la limpieza de las esculturas, y de retirar el concreto en mal estado y posteriormente reponerlo. Es importante que gracias al apoyo de estas tres empresas, comenta de la Torre González, se ha logrado erradicar prácticamente el graffiti de todas las esculturas que conforman la Ruta de la Amistad, y en contados casos, cuando llega a ocurrir alguna pinta, el Patronato envía a un grupo de asistencia para realizar la limpieza inmediata de la obra. En esta tarea, colabora de igual forma la comunidad aledaña a las esculturas, quienes al hacerse partícipes protegen las esculturas, que ya consideran suyas, y en caso de alguna anomalía la reportan directamente al Patronato. Cabe decir que al proyecto, se sumó la Unidad Antigraffiti de la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal, que apoya en el mantenimiento y erradicación del graffiti en las obras y paredes de la ciudad.

Una responsabilidad
Al hablar del proceso de restauración, Luis Javier de la Torre hace énfasis en que los únicos autorizados para realizarlas es el mismo Patronato Ruta de la Amistad, pues la Ruta se encuentra bajo un comodato legal. Deja en claro que en ocasiones, cuando ha sido factible, han traído a los mismos creadores a México para que sean ellos quienes restauren las obras. De no ser posible la presencia del artista, las restauraciones se hacen con base a los archivos con que cuenta el Patronato, utilizando siempre colores básicos, para evitar complicaciones en un futuro.
Los trabajos van más allá, pues actualmente el Patronato trabaja en la creación de un archivo, un acervo con los datos exactos de cada una de las piezas, en donde se plasman las especificaciones de cada obra y su mantenimiento. Conjuntamente con el Gobierno de la Ciudad de México buscan el definir los espacios que han ido ganando y queden legalmente establecidos, para que no puedan ser alterados, que queden como Patrimonio Artístico de la Nación.

El proceso de rescate
El primer paso es lavar a presión la estructura con detergentes biodegradables, con la finalidad de remover las capas de pintura, que pueden llegar a 18 cm. Con agua a presión también se remueve el concreto en mal estado. Posteriormente se retiran o reacondicionan las varillas que quedaron expuestas para luego recubrir con concreto el área en reparación. Finalmente, luego de restablecer la estructura, se aplican selladores y la pintura antigraffiti, que dará color a la obra y quedará como originalmente fue concebida.